jueves, 7 de octubre de 2004

Cuanta puta y yo que pobre

Hoy he ido (por cierto, gracias, maese McLane, maese H. y, sobretodo, milady Rita, por todo) a una zona de Barcebollas que hacía bastante (dos años? Tres?) que no pisaba. Sarrià. A diferencia de Les Corts o Sants, que cuando iba a la facultad me los pateaba a menudo, por Sarrià (que queda por la zona) no solía pasar. Básicamente, porque no me quedaba de camino para ningún sitio. Bueno, sí, estaba (y está) la Filmoteca, pero lo cierto es que, mientras estuve haciendo la carrera, la pisé bien poco. Y después de acabarla, no la he pisado nada... Iba más a la filmo cuando estaba en el instituto, curioso... pero es que yo siempre he sido un tanto raro. Sobretodo teniendo en cuenta que iba a ver películas como "Bilbao", que otra cosa no será, pero rara, un rato largo.

Bueno, a lo que iba, que me he vuelto a pasar por allí. Y me he quedado a cuadros porque yo siempre recuerdo haber visto por allí algún que otro club, pero es que ahora... de cada cinco locales, dos son burdeles o locales de striptease. Con entradas que van del pseudo-señorial-discreto al kitch de neones de colores y puertas alicatadas de espejos, pero, al fin y al cabo, con la misma finalidad, el sexo de pago.

No voy a ponerme a criticar ahora la prostitución (1), menos aún en recintos cerrados (2). Pero me ha sorprendido esta profusión de casas de tolerancia, máxime en un barrio tan pijo (3) como Sarrià. Que ya se sabe que la alta burguesía (4) catalana ha sido, de siempre, de misa de a doce y burdel de a ocho, pero esas cosas no se tenían nunca en la misma manzana donde se vivía (5). De toda la vida, la prostitución de Barcebollas se ha centralizado en la Rambla y aledaños, principalmente parte baja del Raval, lo que era el Barrio Chino, pero también en la Ribera y el Gòtic (recuerden que Las Señoritas de Aviñón de Picasso es un retrato de las profesionales que trabajaban en una conocida -en la época- casa de lenocinio de la que era habitual el malagueño, y la calle de Aviñón cruza el gótico de punta a punta...). Me consta que dicha prostitución sigue existiendo (sólo hay que pasear por Arc del Teatre, Verge de Copacabana o los aledaños del Teatro Goya para verla), y ahora vendrá alguien para decir que es por la inmigración y tal. Tururú. Que no dudo que, via inmigrantes, haya aumentado el grueso de artesanas de la zona genital, pero cuando estuve yo trabajando en San Cugat, hace años, antes de que empezase a ser común encontrarse inmigrantes en la panadería (o en cualquier otro sitio), que el tren me dejaba en Catalunya entre las seis y las seis y media de la mañana, dependiendo de si cogía el primero o el segundo, y que muchos dias, por despejarme antes de ir a la Universidad (y por no tenerme que esperar a la puerta a que abrieran los del bar), bajaba paseando hasta Drassanes o me iba a coger el metro a Universitat, y a más de una me encontré (y hasta le di tabaco) por el camino. A más de una y a más de dos.

Lo mismo vale para los travestis que hacen la carrera en los aledaños del Camp Nou y el Campus de Pedralbes. Muy cerquita de la zona donde se mueven los dineros, pero lo suficientemente aparte y lo suficientemente escondidos como para asegurarte que no va a pasar por allí ningún vecino cotilla. Al menos, no ninguno que no esté también en el ajo, con lo que tampoco dirá nada, a riesgo de ser descubierto él también. Que por cierto, el contraste entre el aspecto que tienen cuando te las encuentras a las nueve de la noche, cuando van a trabajar, y a las siete, cuando vuelven, es escalofriante. Y la visión de dos de ellas, medio en bolas, una noche del invierno pasado en que los que salíamos de la facultad ibamos tapados hasta los ojos con ochenta capas de ropa y aún así tiritabamos -literalmente- de frio, hará que les tenga eternamente un respeto enorme. Porque nadie aguanta eso por vicio.

A lo que iba, que ya me alargo demasiado. Que yo sabía que, cuando durante las olimpiadas, el ayuntamiento tuvo la GENIAL! idea de limpiar la ciudad de prostitutas, lo único que consiguió fue diseminarlas por todo el casco urbano, haciendo que algo que, hasta entonces, era un fenómeno relativamente localizado en sus zonas digamos históricas (salvo algún burdel de lujo que se pudiese encontrar en barrios más pudientes) se convirtiese en paisaje general del conjunto de la ciudad. Pero es que el barrio del que hablaba al principio del post (en el primer volumen, recuerdan?) yo me lo recorrí ya después, y las saunas de masaje y wiskerias veo que han seguido proliferando. En ese barrio y en todos los demás. Y en los polígonos industriales y las carreteras de las ciudades y pueblos del cinturón. Y claro, toda esa gente ha de vivir de algo, y esos locales han de pagar sus alquileres y sus impuestos (aunque sea con licencia de hotel, bar de copas o gimnasio). Vamos, que ha de haber clientela. Mucha. Pero mucha, mucha, mucha. Y con un mínimo de poder adquisitivo, que no les estoy hablando de prostitución de esquina...

Y sin embargo cada vez hay más voces alzándose contra la prostitución y mesándose las barbas por ello. Y, dado que no somos tanta gente, sólo me quedan dos cosas por pensar: que los turistas que vienen por aquí se pasan las vacaciones yendo de putas, antes que ir a la playa o a ver museos, o bien que los que protestan son los primeros clientes de estos locales...

Pero eso sería ser muy malpensado, no?

1.- Entre otras cosas porque siempre he defendido que es un oficio tan honrado como otro cualquiera, y en ocasiones incluso más, y porque, como dijo el gran Miguel Ángel Martín, lo menos que puede costarte el sexo es dinero.

2.- Que considero es su lugar ideal, puesto que la mantiene alejada de los ojos de estas personas bienpensantes y pias que temen que los tiernos infantes y aún ellos mismos se perviertan por ver una teta, quitándoles los argumentos para ir dando por culo intentando imponer su moral (así quien vea algo es porque efectivamente quiere verlo), porque evita que las prostitutas se vean sometidas a los rigores de la calle, el clima y el chuleo indiscriminado, y porque permite un mejor control higiénicosanitario para las mismas. Al menos estas dos últimas cosas en un mundo ideal, para llegar al cual haría falta el paso previo de la legalización y reconocimiento como profesión, pero bueno, eso es cosa de otro post.

3.- Técnicamente sería más correcto decir "tan burgués", pero como entonces parecería que vuelvo a hablar de política, y encima desde un punto de vista troskista, y luego la gente se me queja, pues lo dejaremos así.

4.- Al final ha tenido que salir la palabrita, lo siento...

5.- Lo segundo por que no te viesen las vecinas (o incluso la propia) entrar y salir, que hace feo y hay que conservar las formas. Lo primero para que las campanadas no te molestasen para dormir y no tener que soportar todos los dias la visión de los mendigos de la puerta de la iglesia. Vamos, digo yo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo mejor son los tipos de la puerta (esos que animan a todo hombre a aventurarse bajo los neones) porque te guardan la moto ,a mi no, claro, que no tengo, pero al jefe se la cuidan. Hay uno que dice que se ha casado 12 veces y que tiene una hija en china. Si te acercas a él te contará un montón de histórias de su vida/noche... eso sí fiate tu!

haditjé

Anónimo dijo...

Muy acertada la reflexion final, por muy mal pensada que parezca.

-Adrik-

Sota dijo...

Pues sí, pero no. Que ya hace tiempo que se oyen voces avisando de que Barcebollas se está convirtiendo en un destino preferente del turismo sexual. Y las colas en la autovía de Castelldefels ante los burdeles, cada vez que hay una feria o congreso, son míticas. Pero que aún así no da como para mantener tanto local, no...

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