Llevo leyendo cómics desde... iba a decir desde que tengo uso de razón, pero eso supondría considerar que ahora mismo la tengo, y me temo que no es el caso (ni Razón, ni Mundo, ni ABC, como habrán podido deducir los fieles lectores de este, su blog). Dejémoslo en desde que tengo memoria. Antes igual también, pero no me acuerdo.
En casa siempre hemos sido de leer, y entre mis primeros recuerdos se incluye un buen cajón lleno de tebeos viejos, herencia de mi hermano. Ya saben, Mortadelos, Zipi y Zapes, Pulgarcitos... esas cosas. Luego mi hermano descubrió los cómics americanos, y, mientras la demás gente de mi clase se aprendía dememoria los episodios de Dragon Ball (serie a la que, a diferencia del Doctor Slump, nunca acabé de encontrarle el qué, especialmente a partir de que hicieron crecer a Goku) o babeaba con Campeones, yo me sumergía en la Patrulla X (y derivados) de Claremont, en su momento (su década sería más exacto) de gloria, en el Thor de Simonson, en la Cosa del Pantano de Moore, en las historias
adultas (lo cual, retrospectivamente, significaba en un 90% de los casos sexo y violencia sin justificación, pero eso era algo que en aquel momento no es que me importara demasiado, era un adolescente hiperhormonado) del Zona 84, con los
higghlights (porque para un adolescente hiperhormonado, lo eran) del Den de Corben y el Black Kiss de Chaykin (Chaykin? Chaikyn? Como sea. Ese. Busquen el cómic y léanlo, que, tetas y culos aparte, es una buena historia, bien narrada), en los tejemanejes de Watchmen, los claroscuros (más oscuros que claros) de Batman; Dark Knight y los andares de V de Vendetta (todos ellos de Moore) o en los primerizos narizones mal fotocopiados y con el precio escrito a mano en boli de colores (en algunos números, además, perfumado, si no me falla la memoria) de un Cels Piñol que aún no sabía lo que quería ser en la vida. Todo ello a escondidas, que a mi hermano le daba mucha rabia que le tocase sus cómics. Como si alguna vez no los hubiese cuidado como si fueran mios.
Probablemente, la primera colección, digamos, regular, que me compré de mi bolsillo fue Inferno, la saga mutativa transversal típica que tenía ramificaciones en todos los títulos de Marvel, en la que entre Claremont y Louise Simonson arreglaron (en la medida de lo posible) todos los desaguisados que una literatura de aluvión (aunque fuera hecha en su mayor parte por el mismo autor, lo cual no se si dice mucho a su favor o no, pero a mí me encantaba, y me encanta) como es el cómic había ido colocando sobre las figuras de Magik (Illyana Rasputín, la hermanita-diablo de Coloso) y el trío la-la-la de pelirrojas
sexy de los títulos mutantes (Jean Grey-Madelyne Prior-Fénix). Luego ya vendrían otros guionistas a volver a enmerdarlo todo.
Y digo probablemente porque no estoy seguro. Situémonos. En un momento dado de su historia (y no me hagan buscar el año, que es lo de menos), Comics Forum (la sección de cómics de Planeta, que eran los que publicaban Marvel en España) decidió plantarle un pulso en serio a Zinco (que publicaban a DC) y empezar a usar un formato que hasta el momento sólo habían usado los deceeros, y para perlas cultivadas muy concretas. El
formato Prestigio. El nombre sabe a turrón, y no es para nada ampuloso y engreído. Estrenaron el formato con dos obras simultáneas: Excalibur, de Claremont/Davis, donde se presentaba al nuevo supergrupo de la familia mutante, y el
cross-over Patrulla X-Nuevos Titanes. Ahí descubrí a los Titanes, y me enamoraron al momento. Así que empecé a hacerme también la colección, con una particularidad. La colección, en esos momentos, no se estaba editando. Se había editado una primera etapa, que duró 50 números, y poco después se empezó a editar una segunda (que duró también 50 números, creo), que empezó con la GLORIOSA saga de Trigon. Así que coleccioné la primera etapa... retrospectivamente. Según iba encontrando números.
Por qué les cuento todo esto. Verán, en casa siempre hemos sido más de Marvel que de DC. De estos últimos, los Titanes (yo), alguna cosita de Batman, la JLA (etapa Giffen), la Wonder Woman de Pérez, maravillas puntuales como el Dark Knight o Crisis, o lo que viene a ser la actual línea Vertigo, y tampoco todo. Pero aún así, siempre se agradece que el catálogo esté más o menos disponible, por lo que pueda pasar, que siempre hay el típico personaje estúpido como Flash al que de pronto le hacen una saga que es una puta maravilla. Zinco, la editora “histórica” de DC en España acabó cerrando, y nunca he tenido muy claro el por qué, porque parece que las ventas malas del todo no eran, y su política editorial de la última época era más que errática. Y los derechos de DC se los quedó Norma (
Normafia para los clientes), que ha publicado con cuentagotas, a precio de oro y con una política del tipo Acebes (ya saben, mi línea de investigación es esta, y si dices otra cosa me taparé los oídos y gritaré hasidoetahasidoetahasidoeta hasta que te aburras. Con lo que lo poco que me interesaba de DC he dejado de comprarlo. Algunas cosas, simplemente porque no las editaban. Otras, que me interesan, y mucho, y que si se editaban (como Hellblazer), porque no me las podía pagar, directamente.
Ayer saltó el rumor, y hoy se ha confirmado la noticia. Norma(fia) ha perdido los derechos de DC. En el momento de escribir esto, aún no se sabe (aún no se) quién los tiene, pero se los disputaban Planeta (que se quedó con una mano delante y otra detrás cuando en Enero se quedó sin los derechos de Marvel) y Pannini. La una tiene un largo historial detrás de publicar de forma más o menos decente, y a precios relativamente asequibles. La otra, en el poco tiempo que lleva en el mercado, no lo está haciendo mal. La noticia es, al menos hasta que no aparezca un tercer actor en el escenario que joda la función, objetivamente buena (y lo siento por los de Norma, pero que hubiesen trabajado mejor) para los que nos gustan los cómics. Para más información, maese
Cletus les atenderá gustoso.
Ding-dong ding-dong, la bruja ha muerto.
Champám para todas!