sábado, 1 de julio de 2006

Manifiesto

Las indicaciones de las carreteras son sólo eso, indicaciones. Mi camino lo deciden mis pies. Mi ruta no está marcada en ningún mapa ni sigue el camino de ningún viento. No me pierdo, es el resto del mundo el que no sabe donde está. Prefiero pisar tierra a pisar asfalto, excepto cuando prefiero pisar asfalto a pisar tierra. El único con derecho a clavar los mojones que delimitan los límites de mi mundo soy yo.

NIEGO cualquier evidencia.

No reniego de NADA.

Ni de lo que he dicho o hecho, ni mucho menos de lo que no he dicho o he dejado de hacer. No quito ni pongo una coma ni un acento a la historia de mi vida. No arranco páginas, corrijo o elimino borrones. No paso nada a limpio, porque está tan limpio como puede estarlo. Mis aciertos son mios. Mis aciertos son yo. Mis errores también son mios. Yo soy mis errores. A quien no le guste, que no mire.

Guardo volúmenes enteros de mis memorias encerrados bajo siete llaves, porque son mios y no de nadie más, y no quiero que ningún ojo ajeno los mancille. Los esqueletos de mi armario están demasiado ocupados bailando en corro en la plaza como para que les importe que nadie los mire. Guardo los volúmenes por escribir bajo siete llaves para evitar la tentación de escribir guias en ellos. Prefiero hacer renglones torcidos que ponerme a mi mismo grilletes de esclavo.

TODOS me conocen, NADIE sabe quien soy. Porque así lo quiero. Juego con palabras, máscaras y espejos porque me divierte y me da seguridad. Me gusta que me reconozcan, me aterra la idea de que alguien me conozca. Mis fuerzas y mis debilidades son parte de mi intimidad. Yo sé cuales son y yo se como debo distribuirlas, y si me equivoco me equivoco yo, y yo pago las consecuencias. Si alguien más se ve arrastrado, no puedo hacerme responsable de que su curiosidad le hiciese acercarse demasiado para intentar ver detrás del velo. Mi mano derecha no necesita saber lo que hace la izquierda, ni al revés. Prefiero las habitaciones cerradas a los espacios diáfanos. Cada cosa tiene su función, y el olor de la cocina no tiene por qué llegar a la habitación. Cada quién sabe de mi lo que necesita saber. Yo decido qué es lo necesario, puesto que se trata de mi. Llevo mi patria en mi mochila, y mi familia son mis amigos. La sangre no significa nada, la tierra tampoco. Lo son TODO, pero no significan NADA.

Me siento a gusto en rincones oscuros y silenciosos, donde no llego a ver más allá de mi mismo y puedo darme el lujo de escucharme pensar. Mi concha es parte de mí. Prefiero escuchar a hablar, aunque tenga cosas que decir, porque escuchando se aprende. Como del fruto del Árbol de la Ciencia todos los dias, y siempre me quedo con hambre . No me gusta la luz porque ciega antes de iluminar, no me gusta el ruido porque impide escuchar otros ruidos que quizá sean más interesantes. Soy humano, y nada humano me es ajeno. Soy humano, y nada divino me es ajeno.

La letra impresa es sagrada, la música es palabra de Dios. Mi cuerpo es el único templo que reconozco, y como tal debe ser debidamente profanado, en la forma y manera que yo disponga en cada momento. La cama donde duermo es mi altar, y mi biblioteca mis Textos Sagrados. La imagen que veo en el espejo es mi icono. La imagen que veo en el espejo son la Puertas del Infierno. Mi carne es mi carne y mi sangre es mi sangre, y seguirán siéndolo hasta que se conviertan en cenizas, y entonces serán del mundo. El único pecado que concibo es actuar de forma contraria a lo que creo. Soy hereje porque escojo no renunciar a la posibilidad de escoger.

Soy hermético, pánico, dionisíaco y hádico. Cínico, sádico, pitagórico, aristotélico y epicúreo. Concéntrico, centrípeto, espiral y esférico. Corintio, gótico, barroco, impresionista, dadá y surrealista.

Soy lo que ven.

29 y bajando.

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2 comentarios:

Urui dijo...

"Soy lo que ven."

Y por eso te queremos.

Sota dijo...

Urui, pues quizás no deberíais.

ZJ, vale, ahora mismo me los pongo en la terraza...

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