tú morirás a media tarde:
te vestiré de sangre y oro;
sin rabo y sin orejas arderás
en la plaza que arde.
Si intentas dar la vuelta al ruedo
la darás con los pies por delante,
a ti es al que pondrán las banderillas,
y al final ni siquiera tendrás
mulilla que te arrastre.
Alégrame el día, torero, alégrame el día.
Alégrame el día, torero, alégrame el día.
Alégrame el día, por Dios,
(y la Virgen María).
Por cada suerte y cada tercio
tú tendrás una desgracia entera.
No te servirá el burladero:
el toro cumplirá su obligación
y se acabará la fiesta!
Alégrame el día, torero, alégrame el día.
Alégrame el día, torero, alégrame el día.
Alégrame el día, por Dios,
(y la Virgen María).