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miércoles, 5 de noviembre de 2008

Jano en bicicleta

A Jano, el dios romano de los cambios, se le representaba siempre con dos caras, una mirando a cada lado. A un lado, lo que había antes, al otro, lo que habrá después. En la interfase, Jano, el Cambio.

Los cambios no son la única cosa que tiene dos caras. El lugar común dice que la verdad también las tiene, pero, en general, estoy bastante en desacuerdo con ello. La verdad es la que es, y punto. Puede gustarnos o no, y lo más habitual es que no la conozcamos y nos tengamos que fiar por aproximaciones y opiniones, que, estas sí, no es que tengan dos caras, como Jano, sino cientos, como algunos avatares hindúes.

En Barcelona (ya saben ustedes que yo soy barcelonés y me precio de barcelonauta) se están produciendo cambios. Nada reseñable, en principio, en una ciudad que no sólo está habitada sino que está viva. Quitando los engendros arquitectónicos como la torre Agbar, el Edifici Vela o la cosa aquella que están haciendo hacia el final de Pere IV que daña a la vista y al sentido común, uno de los que más está afectando al tejido de la ciudad es la irrupción como elefante en cacharrería del Bicing. Ya saben ese servicio de préstamo de bicicletas que profetizó Eduardo Mendoza y que ahora amenaza con morir de éxito. Bueno, seamos justos. En sí, en sí, no ha sido el Bicing. Ha sido el que la gente haya empezado a usar la bicicleta para moverse por la ciudad, algo que hasta hace poco era una frivolidad exótica. El Bicing lo único que ha hecho ha sido acelerar la cosa.

Y ese cambio, la irrupción de ese "nuevo" medio de locomoción en el paisaje urbano, que yo todavía no se si es bueno o es malo (aunque a priori, me gusta), pues hay gente que lo ve muy bien, hay gente que lo ve muy mal, y hay gente... Hay gente que en público lo alaba, pero que luego lees entre líneas y ves que les da una rabia que se les sale por las orejas.

Les explico: En Barcelona hay tres líneas de tranvía. El histórico Tramvia Blau, que sube la falda del Tibidabo desde la Avinguda del Tibidabo hasta el Funicular, el Trambesòs que nace en la Ciutadella, sube hasta las Glorias y allí se bifurca en una rama que sigue la Gran Vía en dirección Badalona y otra que baja por la parta nueva de la Diagonal hasta el mar y luego sigue paralela a este hasta Sant Adrià, y el Trambaix que nace en Francesc Macià, sigue Diagonal arriba hasta Palau de Pedralbes, donde baja hasta tocar Hospitalet y de allí ya va hacia Esplugues i el Baix Llobregat. Bueno, pues el Ayuntamiento tiene un plan para enlazar Trambaix y Trambesós, de forma que toda la Diagonal quede unida por tranvía. Como se pueden imaginar, eso ha generado polémica, sobretodo entre adictos al coche, diciendo que si entorpercerá aún más el tráfico de la ciudad y que si tal y que si pascual. Bueno, como (sufrido) usuario del transporte público que soy, pero sobretodo como persona que gusta de mirarse los datos fríamente antes de sacar conclusiones, mi opinión al respecto es clara: ya tardan. Porque lo mismo se dijo antes de la puesta en marcha del Trambaix y el el Trambesòs (que además afectan directamente a dos de las principales puertas de entrada de la ciudad), y la experiencia ha demostrado que no es así, y que en cambio sí que se ha facilitado una burrada la movilidad de la gente que vive o ha de desplazarse a las zonas afectadas.

El problema no está en los que dicen "no" con las manos aún oliendo a volante: hay gente que es boba y que entre un prejuicio y los datos experimentales en la mano, siempre se decantarán por el prejuicio, y eso lo sabemos todos y más mal que bien sabemos como bregar con ellos. El problema está en los que van de sibilinos por la vida. Y es que, curiosamente, aproximadamente a la vez que se empezó a hablar del tema, empezaron a oírse respetables voces de muy respetables comentaristas (especialmente en La Vanguardia y en la programación en desconexión de Onda Rambla-Punto Radio, en el programa que dirige el inefable Albert Castillón, aunque tal vez sea cosa de que son algunos de los medios "locales" que más sigo) en la onda de decir que sí, que bueno, que eso del tranvía estaba muy bien, que eso de las bicicletas y del bicing estaba muy bien, pero que quién pensaba en los peatones, que es que todas esas iniciativas le quitaban sitio al peatón que igual había que ponerles algún coto, porque el pobre peatón...

Me jugaría el huevo derecho sin miedo a perderlo a que todos esos fariseos son de los que cogen el coche hasta ir a por el pan en el portal de su propio edificio.

Señores, no me toquen los huevos. Yo SOY un peatón. Uno que, trabajando entre Maria Cristina y Palau Reial, tienen que estar cayendo chuzos punta para que coja el metro para volver a casa en un sitio más cercano que Plaça de Sants, y hasta allí voy chino-chano. Uno que viviendo en Santa Coloma, cuando se va a dar un paseo en el tren de san Fernando suele acabar tomándose un granizado de café en la Rambla de Poble Nou o mirando el mar en la playa de Badalona. Me pateo con una cierta regularidad la ciudad. Y sólo conozco un punto, UNO, donde realmente se pongan en conflicto los derechos de los ciclistas y de los peatones: Diagonal con Balmes, acera de montaña. Justo enfrente del (maravilloso) ventanal del Círculo Ecuestre. Pero eso es porque coinciden en la acera la marquesina de la parada del autobús y un kiosko, y en la franja que queda pasa el carril bici y queda menos de un metro para los peatones. Con trasladar o bien el kiosko o bien la parada del autobús diez metros más arriba, el peligro quedaría conjurado. Por supuesto que hay ciclistas desaprensivos que se creen que el mundo es suyo, y peatones desaprensivos (sobretodo viejas) que cuando ven venir un ciclista cambian su recorrido para meterse en su camino y obligarle a apartarse (que eso lo he visto yo más de una vez y más de diez), pero es que cualquier peatón se enfrenta a eso mismo entre sus pares desde siempre, no es algo que haya aparecido de la nada con la irrupción de los ciclistas.

No, miren, saben qué es lo que incomoda, molesta y pone en peligro a los peatones de Barcelona? No son las bicis. Son los coches que consideran que el lugar idóneo para frenar ante un semáforo en rojo es justo en el cruce, taponando con ello todo el paso de cebra. Y esos son legión, y muchas veces con la connivencia de la Guardia Urbana. Son los que consideran que los semáforos y las señales de velocidad (Barcelona no es sólo Eixample, tiene muchos barrios de calles estrechas, empinadas y retorcidas, donde la circulación no está limitada a cincuenta, como es habitual en ciudad, sino a treinta) son sólo orientativos y que el coche SIEMPRE tiene preferencia sobre el peatón. Son los que estacionan para descargar, o incluso aparcan y se van, quitando toda la visibilidad de un paso de peatones, o incluso EN el paso de peatones (yo cuando me saqué el carnet de conducir me dijeron que eso no se podía hacer), y a esos me los encuentro todos los días en la esquina del Princesa Sofía. O los que consideran que un paso de cebra sin semáforo está sólo para hacer bonito. O los semáforos con un tiempo de paso para peatones que hacen que yo, que soy joven, tengo las piernas largas y camino deprisa, tenga que apretar el paso para que me de tiempo a cruzar (imagínense alguien que NO reuna esas condiciones), para dejar más tiempo de paso para los coches. O cuando hay UN PUTO PARTIDO DE FÚTBOL DE MIERDA, NO SE CAERÁ EL ESTADIO CON TODOS ESOS SUBNORMALES DENTRO, JODER, y un señor guardia urbano (esos que, en todos los casos anteriores, ni están ni se les espera), que en los casos anteriores ni está ni se le espera, te hace esperar dos semáforos dos sin poder cruzar para que puedan pasar autocares. Y aún tendremos que dar gracias que ya no se les permite aparcar sobre toooooodas las aceras de la zona (medida que, por cierto, mereció inflamadas críticas de esos mismos comentadores), impidiendo directamente que los peatones puedan caminar por ellas. O...

No me vengan con hostias. A ustedes los peatones no les importamos una mierda. A ustedes lo que les jode es que venga algo a pisarle el terreno a sus sacrosantos coches, y usan a los ciclistas como cabeza de turco. En el peor de los casos, los ciclistas pueden ser un incordio, una mosca cojonera. Pero no nos quieran llevar a error, que los que nos pateamos las calles sabemos que ustedes son una plaga de langosta.

Así que si no les gusta que Jano se pasee por la ciudad en bicicleta y en tranvía, se jodan. Que no me dan ninguna pena.

lunes, 31 de marzo de 2008

Cagándome en tó lo que se menea (y en algunas cosas que están quietas también)

Martes 25 por la mañana: me noto como mareado y con un cierto malestar de estómago. Lo achaco al tiempo, que me ha provocado una bajada de tensión.

Martes 25 al mediodía: empiezo a notar molestias en la garganta. Va a ser que son anginas.

Martes 25 por la tarde: Voy al médico. Me receta antibióticos, no los que tomo normalmente. A la vuelta del médico, después de oír la conversación de las viejas, me empieza a subir la fiebre.

Miércoles 26 por la mañana: Pese a haber empezado ya con los antibióticos, tengo las anginas tan infladas que apenas si puedo cerrar la boca, mucho menos tragar, y totalmente blancas. La fiebre sube y baja como si estuviese en una montaña rusa. Vuelvo al médico y me cambia la medicación. Me paso el día alternando febradas que no me dejan hacer otra cosa que acurrucarme y temblar y periodos de sudores fríos. Y eso, dopao de paracetamol hasta las orejas.

Jueves 27 por la mañana: Aún tengo algún acceso de fiebre, pero leve.

Jueves 27 por la tarde: La fiebre deja de hacer acto de presencia. Me sigo notando mareado y como desorientado, pero lo achaco a que al hincharse tanto, las anginas deben haber tocado el oído (de hecho, los oídos me duelen bastante) y me han descuadrao temporalmente el centro del equilibrio.

Viernes 28 por la mañana: Ya no tengo fiebre y la hinchazón ha bajado casi del todo. Me voy al curro antes de volverme loco encerrado en casa. Durante todo el día sigo medio mareado, pero tengo presencia de ánimo para dejar preparado un experimento (que tiene que quedar todo el fin de semana haciendo chup-chup).

Viernes 28 por la tarde: Me da un retortijón y tengo que salir corriendo al cuarto de baño. Sale ligadita. Más veces me ha pasado que cuando tengo anginas me dan retortijones, así que no le doy importancia.

Viernes 28 por la noche: La hinchazón ha desaparecido totalmente. Sigo mareado como una sopa. Es la misma sensación que estar medio borracho, pero sin la parte divertida. Se me enciende la bombillita y me leo el prospecto del antibiótico. Bingo, entre los efectos secundarios comunes están los mareos.

Sábado 29: Mareado como un abstemio en un fumadero de opio, intento hacer algo de provecho y ponerme al día con los dos cursos dos que estoy haciendo por internet. El servidor de la UB Virtual ya me había dado problemas al intentar loguearme, pero es que ahora el navegador me dice directamente que la página no existe. Viva y bravo. Si no fuese que ya durante semana santa NO me dejaba entrar desde casa, y sí desde el curro, pensaría que es que se les ha caído el servidor. Según ellos, es cosa de la configuración de mi ordenador, pero yo NO había tocado la configuración del ordenador cuando pasó de cargar la página a no cargarla, ni cuando volvió a pasar de no cargarla a cargarla, ni ahora que ha vuelto a pasar de cargarla a no cargarla. Así, sólo puedo cagarme en todos sus muertos.

Domingo 30: El mareo contínua, pero aún así me armo de valor y voy a comprar el periódico y a tomar un poco el aire que hace muy bueno. Cuando vuelvo a casa y me pongo ante el ordenador para (ver punto anterior), me encuentro con que el Firefox me ha cargado mal una actualización y ahora directamente no carga nada. Logro arreglar eso, y me encuentro con que se me ha puesto a cero, perdiéndome todos los favoritos y tal. Miro los archivos del ordenador, y está todo ahí. Pierdo media mañana hasta que logro arreglar el tema. No me pregunten cómo, yo soy de la opinión que plantarse delante del ordenador con una maza, cara de cabreado, y gritarle "vas a funcionar o no, pedazo de mierda!?" obra milagros. El resto del día, ver punto anterior.

Lunes 31 por la mañana: Me voy a trabajar. Sigo mareado. A las nueve estoy en Plaza Catalunya. A las nueve y cinco, en Drassanes. A las nueve y cuarto, en Drassanes. Por megafonía avisan (oh, milagro) de que hay un problema en Sants y la línea está parada. Que raro, hacía mucho que no pasaba. Salgo del tren. La estación está en obras, y no hay nadie (NADIE) de TMB para atender a los pasajeros. Ni para dar carta de reclamación, ni para dar justificante para la empresa, ni para vender billetes, ni para avisar a una ambulancia si alguien se hace daño (recuerdo: la estación está en obras), le da un jamacuco o le asestan una puñalada. N-A-D-I-E. Salgo a las Ramblas, empiezo a subirlas a paso ligero y saco el telefonillo. Diez minutos después estoy en Canaletes y subiendo, y logro que alguien coja el teléfono. Por supuesto, no se habían enterado de que la línea tres estaba parada, y, por supuesto, no saben darme una explicación de por qué no hay nadie de TMB para atender al pasajero en Drassanes. En todo esto, he llegado a Passeig de Gràcia con Gran Vía, y estoy en la parada del autobús esperando al 7, que es el que me va mejor para ir al curro. Me dicen que si quiero poner una reclamación telefónica. Me río en su cara, pasan como de la mierda de las reclamaciones escritas, van a hacer caso a las que no dejan ningún registro. Llega el autobús y cuelgo, que no quiero forzar la garganta gritándoles lo que se merecen y haciendo que la demás gente del bus se gire a mirarme como si viesen a un marciano. Sigo mareado. Llego al curro con el tiempo justo. El experimento que dejé el viernes ha, literalmente, explotado. Me dicen que al final no vamos al congreso de Madrid. Caca.

Lunes 31 al mediodía: Sigo mareado. Compruebo la web de los cursos, y desde el curro funcionan perfectamente. Aprovecho para hacer algo.

Lunes 31 por la tarde: Sigo mareado. Llego a casa y me siento delante del ordenador. Según el navegador (e independientemente de que use Firefox o Explorer), esa página no existe. Me empieza a doler la cabeza.








Oh, y a todo esto, el título del post es porque además del mareo, otro de los efectos secundarios del antibiótico son diarreas...

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domingo, 20 de enero de 2008

Citas (LXXXIX)

Ya es hora de que, en el catálogo de tópicos, los catalanes nos quitemos de encima algunos de los más celebrados en algunos puntos de la piel de toro. Es difícil que, como colectivo, podamos perder la supuesta afición al hacendoso acto del ahorro. También será complicado que en el resto de España piensen de repente que somos salerosos y simpáticos. Sólo pedimos un poco de clemencia divina para que, al menos, no nos tilden de plañideras.

Albert Gimeno, en un artículo en La Vanguardia (13/I/08)



El link proporicón del día

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miércoles, 17 de octubre de 2007

Uno dos y tres, cuatro cinco seis...

...yo me calmaré, todos lo veréis...

Hoy tenía intención de seguir con lo de la regla, que ya les digo yo que es muy interesante y que las feministas que no hayan pedido aún mi cabeza la pedirán ahora (aunque lo que queda ya no es una paja mental metafísica y parachunga como lo de ayer), pero...

Lo cierto es que debería estar escribiendo una carta de reclamación. Contra los de siempre. Una horita de nada que he llegado tarde al curro. Para un viaje que dura una hora. Y tres llamadas telefónicas tres a reclamaciones... y en las tres llamadas telefónicas tres me han colgado dejándome con la palabra en la boca. Con dos cojones. U ovarios, porque la mala puta inepta e incapaz de hacer su trabajo que me "atendió" (nótense las comillas) negándose a identificarse de ninguna manera parecía una mujer. Por la voz, al menos. Intelectualmente, se parecía más a una patata madura.

Pero empecé a escribirlo nada más llegar al curro (total, ya llegaba una hora tarde, no iba a venir de ahí) y el ordenador se colgaba. Debe ser que no tiene el sistema preparado para según que vocabulario y según qué niveles de bilis. Y ahora como que me da palo.

Así que les dejo con un vídeo de una canción que me gusta muncho (y que seguro que me van a poner a parir porque me guste esto, y me-da-igual). Y si quieren sacarle dobles intenciones y lecturas raras, barra libre.

Me. La. Suda.



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domingo, 12 de agosto de 2007

Citas (LXVI)

Al cielo hay que poder llegar en metro. Si no, me la pela.

Diego Bériot


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miércoles, 25 de julio de 2007

Récord absoluto

Esta mañana he batido un récord absoluto, sí. Para mucha gente será una tontería, porque están mucho más allá, pero en lo concerniente a la escala de mi vida... bueno, no se si decir que marca un hito o un mojón. Y me inclino más por lo segundo que por lo primero.

Les explico: como ustedes saben, yo gasto muy poco en móvil, por lo que no me sale a cuenta tenerlo por contrato. Voy por prepago, como los quinceañeros. Ayer me fui a dormir con entre cinco y seis euros de saldo.

Esta mañana, a las nueve menos cuarto, cargaba quince euros más. Habitualmente, es una cantidad que me dura entre mes y medio y dos meses.

Esta mañana, a las diez y veinte, se me cortaba una llamada a medias porque no quedaba saldo en el teléfono.

En ese lapso de tiempo, fui de casa al trabajo (que supone cruzar Barcelona de punta a punta), tomé dos medios de transporte diferentes, hice un bonito recorrido turístico por esta bonita ciudad, hice dos llamadas telefónicas (al mismo número), escandalicé a un autobús, admiré uno de los culos más espléndidos que jamás hayan pisado el planeta, me inventé un mínimo de cinco maldiciones gitanas nuevas y diez insultos que harían enrojecer a un camionero, me granjeé la amistad de una ancianita, dejé blanco del susto (y luego hice reír) a todo un señor catedrático (que a la sazón es mi jefe), provoqué una depresión en al menos dos teleoperadores, me fumé seis cigarros, me quedé ronco de gritar verdades y eché fuego, sapos y culebras por la boca. Ah, y me las apañé para no llegar tarde al curro

Casi veinte euros en teléfono de una tacada, y más de media hora ininterrumpida colgado del telefonillo y hablando sin parar. Bueno, a ratos no hablaba, gritaba. Un mojón en mi vida.

Los responsables?

Adivinen.

(no se si en esta ocasión colgaré la carta de reclamación. Igual es demasiado larga e incluye lenguaje no apropiado. Pero de que la habrá, no les quepa la menor duda)

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lunes, 9 de julio de 2007

GROARG

En estos momentos, estoy que masco chapas por culpa de los putos ineptos mentirosos de TMB y los jodidos inútiles, falsos, rastreros, bordes e ineptos de José Luis Pérez Iglesias, Juan Carlos Matos Franco, María Luisa Pérez Delgado y José Escuadra Burrieza, a la sazón (i)responsables del curso de introducción a la programación en Java de la Universidad de Salamanca. Mal dolor de vientre les de a todos que entre más corran más les duela y que si se paran revienten.

Así que casi que no actualice, que aún escribiré alguna inconveniencia.

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miércoles, 21 de febrero de 2007

Tetas y culos

Ustedes saben muchas cosas de mí, aunque no lo crean. Saben, por ejemplo, que soy de Barcelona, y saben, por ejemplo, que soy (sufrido) usuario de TMB. Que lo primero no es nada de lo que estar orgulloso (al fin y al cabo, fue por casualidad), pero sí es una alegría como otra cualquiera (que, con todo lo malo que tiene, esta ciudad me encanta), y lo segundo es una maldición que aparecía en la versión original del Antiguo Testamento, justo después de las Plagas de Egipto, pero en la Vulgata la censuraron por ser un capítulo demasiado gore para los gustos de la época. Mojigatos que eran, mira.

Bueno, pues el caso es que la semana pasada se celebró en Barcelona el 3GSM (o-algo-así), el mega-salón de la telefonía móvil (o-algo-así). Que logró, entre otras cosas, que el metro de Barcelona fuese más lleno que nunca de gente con traje y corbata y más lleno que nunca en general, empeorando aún más (si cabe) su ya pésimo de por sí servicio. Con el highlight del martes por la tarde-noche, cuando, para variar en su costumbre, la línea 1 se fue un ratito al carajo. A la hora en que empezaban a chapar el chiringuito, además. Que no han visto la carta de reclamación porque me pilló ya de refilón y casi que me espero a la próxima (que no creo que pase de esta semana, conociéndoles) para poner dos de una tacada, que sólo en cartas de reclamación a TMB llevo ya desforestao medio Amazonas, que hay que hacerlas por triplicado y tal, y no es plan, la verdad.

Estoy divagando, disculpen. Ya saben que cuando hablo de esa panda de inútiles, ineptos, capullos, mentirosos, maleducados y ladrones me enciendo y me disparo. el caso es que... para qué se hacen este tipo de convenciones? Un incauto dirá "para que las empresas puedan mostrar sus productos y aumentar las ventas" y se sentirá como el niño listo de la clase. Pues no. Hace cuarenta años quizás, pero hoy en día esas cosas se podrían hacer vía página web y videoconferencia. La realidad es que se hacen para que los grandes capomaffiossi de turno puedan justificar el sueldo, viajar a costa de la empresa alrededor del mundo, y, lo más importante, irse de putas sin que quepa la posibildad de que ni la legítima (ni la querida, que aún sería peor) se los encuentre en la puerta del burdel de turno. Sí, señores, seamos realistas y abramos los ojos de una vez, tal vez sea cierto que money makes the world go'round, pero lo que es indiscutible es que sex makes the money go'round. Y como mi inglés es escasito, que yo estudiaba en Wall Street Institute, lo repito en castellano para que quede claro: El sexo hace que el dinero gire. No que el sexo mueva dinero, sino que el dinero se mueve gracias al sexo. La relación causa-efecto queda clara? Chicos listos.

Pues eso. Que esta vez creo que no ha llegado a salir en las noticias, pero otros años cuando se montaba un pesebre de estos eran ya famosas las colas (de coches) en la Autovía de Castelldefels, a la altura de los macro-burdeles que hay (había?) por allí. Y seguro que esta semana los puteros barceloneses las van a pasar magras, que estarán todas la putas con baja por estrés, de tanto que tuvieron que trabajar la semana pasada.

Pero, como ustedes pueden comprender, no se puede uno ir de putas nada más salir del recinto ferial. Y no sólo por guardar las apariencias (que también, que una cosa es que todos vayan a lo mismo y lo sepan, y otra que se diga), sino porque antes hay que cenar. Y tomarse unas copas (para hacer tiempo a que la viagra haga efecto, que si no ese tiempo hay que pagarlo, y las cuentas de los burdeles cantan un poco más a la hora de facturarlas a la empresa y lo mismo el Consejo de Administración dice algo si se abultan demasiado). E incluso darse el toque cultureta e ir al teatro. Y quien dice al teatro, dice al cabaré. Y Barcelona, entre otras cosas, tiene (todavía no han conseguido chaparlo, y mira que lo han intentado) un cabaré que es punto de referencia a nivel europeo.

El hecho de que sea un cabaré de porno en vivo es secundario. Se hace en un escenario, luego debe ser teatro, no? (Este párrafo intenten pensarlo con mentalidad de gran-ejecutivo-putero, por favor. Si no, no tiene sentido).

Estoy hablando del Bagdag, claro. Un local que sólo aparece en los medios generalistas en cuatro casos, a saber: (a): En programas canallas que se emiten después de la medianoche, (b): Si hacen obras y descubren restos de la muralla medieval en la estructura (verídico! Si van ustedes al Bagdag, además de ver a gente follando podrán admirar auténtica arquitectura medieval!), (c): Comienza una guerra inmoral, ilegal, injusta y basada en mentiras en un país cuya capital dio nombre al local, o (d): Hay una cosa de estas y los periodistas se dan cuenta de que existe algo que se suele llamar "negocio del sexo", y que el Bagdag es de los poquitos sitios (desgraciadamente) donde ese negocio no sólo es limpio, higiénico y presentable, sino además legal. Y que la dueña es una señora que sabe comunicar y hablar ante la cámara, que siempre cuenta.

El caso es que, a la hora de escribir estas líneas (ya saben que suelo escribir con antelación, es lunes), en la tele esta que han puesto los de TMB en el metro para... bueno, lo cierto es que nadie sabe exactamente para qué, pero no hay que ser demasiado malpensando para calcular unos tres años de los ingresos que haga en publicidad (que deben ser altos, porque es el 99% de su programación) para amortizar la mordida de quien tuviera la genial idea y diera los permisos, y luego ya empezaremos a amortizar monitores, equipamiento y tal. Me vuelvo a ir de tema. En la tele esta, digo, hacían uno de esos micro-reportajes que hacen, donde hablaban del negocio del sexo alrededor del 3GSM (o-como-se-llame) y entrevistaban a la dueña del Bagdag. Y ponían de fondo unas imágenes de la sala. Nada, una cosa muy light, tres chicas encima del escenario tocándose un poco, pero ni siquiera lascivamente, y un culo (un culo!) enfundado en un tanga (el culo muy bonito, eso sí. Como pa' follarselo debajo de un olivo). Pero ni una triste teta, ni un lameteo sicalíptico (ya no digo una sesión de sexo oral en primer plano, que entiendo que no es plan, pero una comida de oreja, de cuello o de ombligo), y ya no digamos un culo masculino o alguna zona con pelo. Nada, una cosa que podría haber visto mi abuela sin levantar una ceja.

Y la verdad es que ni he visto a nadie lanzando gritos y maldiciones contra los responsables, por pervertir a los niños, ni me he encontrado con airadas cartas de reclamación en los periódicos (con lo que me han jodido el post, para qué engañarnos, que yo empecé escribiendo con la idea de poner a parir a los moralistas). Será que, finalmente, nuestra sociedad se está civilizando?

Nahhhhhh...

(tampoco está de más decir que esos reportajillos suelen repetirlos durante toda una semana, y esta vez no se ha vuelto a ver, pero bueno...)

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miércoles, 31 de enero de 2007

La primera vez (de este año)

Estimados señores de Relaciones Externas de TMB:

Antes que nada, felicitarles el nuevo año, ya que es la primera ocasión que me dan de hacerlo. Que hubiese preferido que fuese más adelante, o, incluso (aunque soy consciente de que quizás fuese demasiado pedir) nunca. Pero en fin, algo más de un mes desde la última vez que tuve que poner una reclamación (el 21 de Diciembre del pasado, por vía telefónica) casi, casi diría que es un récord para lo que nos tienen acostumbrados (también es verdad que un mínimo de dos cortes en la línea cinco no me han afectado, pero sí los he visto anunciar, así que ha sido puñetera casualidad que no necesitase coger esa línea esos días, más que mérito suyo).

Por cierto, que aún estoy esperando respuesta a los temas que planteaba en dicha reclamación, a los que, por supuesto, por teléfono no se me supo dar respuesta. Bueno, a algo sí. Que las reclamaciones de Marzo del pasado año (de los días seis, trece y veintisiete, respectivamente) no me las han contestado todavía (sí, estoy hablando de reclamaciones de MARZO del año pasado) porque “han tenido que pedir información a los otros operadores que nombro en ellas”. Teniendo en cuenta que en dichas reclamaciones todo lo que hacía (las tengo delante, lo acabo de comprobar) era indicar cuales eran los recorridos alternativos (tremendamente más largos, y en más de una ocasión más caros, puesto que me obligan a marcar billete otra vez al hacer un doble cambio de operador) que tengo que hacer cuando me dejan en tierra, sinceramente mi extrañeza alcanza límites estratosféricos. Necesitan preguntarle a esos operadores (que no nombraré, no sea que esta carta tarde también un mínimo de diez meses y necesite de una tregua de ETA de por medio para que la contesten) sí yo los cojo o no para poderme contestar? Es más, necesitan diez meses para preguntarles algo? Pelín lentitos, ustedes... Y ya que estamos, me permito recordarles que también tienen por ahí perdidas una reclamación del día 23 de Noviembre, y una meta-reclamación (que ya es el colmo, tener que poner una reclamación porque la respuesta que dan a un montón de reclamaciones anteriores es una sarta de tonterías, mentiras e insultos a la razón, pero es lo que hay) del 22 de Noviembre. Y, por supuesto, la reclamación telefónica que he indicado antes. Todo esto, entendiendo que no se me haya traspapelado ninguna, claro. Que uno es maniático y ordenado, pero ante tal acumulación de papeles (por culpa de su mal servicio), pues todo puede ser.

Se lo recuerdo más que nada por si les da por contestar algún día. Si no es molestia, vamos. Que no se vayan a estresar con el tema, y tal. Total, qué son diez meses entre amigos...

En fin, que me voy de tema. Día 31 de Enero de 2007. Línea 1. A aquello de las ocho menos diez de la tarde, el metro entra en la estación de Sant Andreu, dirección Fondo. Yo voy dentro. En el momento de entrar en la estación, comienza a sonar, casualidades de la vida, una canción en mi reproductor de mp3, que dura cuatro minutos con cincuenta y siete segundos. De Sabina. Se lo digo por si tienen que ponerle una carta para confirmar los datos, o algo. Cuando acaba la canción, el metro aún no se ha movido de sitio. Empieza la siguiente (Aretha Franklin, 2’55’’) y va más o menos por la mitad cuando oigo que por los altavoces dicen algo. Me temo lo peor, y me arranco los auriculares (haciéndome daño en la oreja derecha, por cierto), y llego a escuchar el segundo pase, el que hacen en castellano. Bueno, digo escuchar por decir algo, porque entre que estaba dentro del vagón, que los altavoces del andén casi no se oyen, y que el sonido de esa megafonía presenta más parásitos que la concejalía de urbanismo de cualquier pueblo costero español, todo lo que llego a entender es que ha pasado “algo” en la estación de Fondo (no se entiende el qué), y que el servicio queda interrumpido. Así que empiezo la peregrinación habitual (que si quisiera quedar bien diría que casi la echaba en falta, pero como es mentira, y lo de quedar bien como que me la trae al pairo, pues que sepan que no, que no la echaba en falta en absoluto) de salir del vagón, buscar dónde han tenido la gentileza de dejar una taquilla, en lugar de colocar máquinas, a ver si había suerte y en ella había alguien, pedir la carta de reclamaciones y el cambio de billete (por cierto, veo que vuelven por sus fueros y vuelven a estafar al sufrido viajero, dando como billete de compensación uno no integrado, cuando el que yo pagué sí lo era, y se supone que por ello hicieron una brutal subida de precios –más brutal de lo que nos tienen acostumbrados cada año, me vengo a referir- cuando hicieron la integración), esperar a que la chica que había en taquilla se enterase de cómo se tenía que hacer (quiero creer que fue por eso por lo que cuando se lo pedí se puso a hablar por teléfono cual adolescente de telecomedia cutre, y que fue por eso por lo que tardó taaaaaaanto en dármelo), aprovechar ese tiempo en avisar a otros sufridos pasajeros que iban a entrar de que el metro estaba parado (porque los carteles luminosos de lo único que avisabas es de que no se puede fumar ni bajar a las vías, que es una información muy práctica cuando el metro está parado, sí) y que no tirasen el tiempo y el dinero marcando el billete, salir a la calle, darme cuenta de que justo en ese momento le ha dado por ponerse a llover en Barcelona, que mira que ha tenido tiempo, e irme a buscar un autobús que me permitiese llegar hasta casa.

Vale, soy consciente de que lo de la lluvia sólo se lo puedo achacar a mi mal karma, no a ustedes, pero entenderán que es lo que me faltaba para echar sapos y culebras por la boca y empezar a cagarme en todos los muertos de mucha gente. Y no miro a nadie. Pero es que, dado que ni la megafonía, ni la chica de taquilla, ni el servicio telefónico de atención al cliente, al que llame, entre pitos y flautas, casi media hora después de que se parase el metro, supieron darme razón de por qué se había interrumpido el servicio, no puedo quitarme de la cabeza la idea de que, como cayeron cuatro gotas (porque no había caído más) se les inundo la estación y les provocó un cortocircuito, o algo. Básicamente, porque está en su línea, como demuestra la estación de Baró de Viver, que nos estuvieron jodiendo vivos a los colomenses al cortar ese tramo durante todo el Agosto para “impermeabilizarla”, entre otras cosas, y sigue con las misma filtraciones de agua que antes. Bueno, peor, porque antes al menos el agua iba por los canales que se habían hecho ya ad hoc, y ahora va por donde le da la puta gana y suele estar en las mismas vías (cosa que da una tranquilidad que te cagas, por cierto).

En fin, que su servicio sigue siendo igual de nefasto que el año anterior. Y que supongo que habrá que empezar a montar pollos como los que se les han montado a los cercanías de RENFE (también pueden consultarles eso, si lo necesitan, no se corten) para que se decidan a hacer algo. Y probablemente ni por esas, han dejado ya muy claro (por lo menos a mí me lo han dejado muy claro) que su interés por el pasajero bascula entre nada y nulo.

Atentamente y esperando su respuesta (pero no se me estresen, eh? Tengo veintinueve años y estoy bien de salud, aún me queda tiempo para morirme, y a las malas siempre podrán recibirla mis herederos. Que ya sabemos todos que eso de los “quince días” que dice su normativa que tienen de tiempo para contestar las reclamaciones es sólo indicativo. Sobretodo no-se-me-estresen, no les vaya a dar un algo, que luego todo son llantos y crujir de dientes)...

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jueves, 21 de diciembre de 2006

Montando el pollo en el autobús

Mañana, o hoy... Bueno, el viernes, que con esto de postear por las noches ya no se a qué día corresponden los posts, es, como todos ustedes saben, el día de las putas. Porque todo el que sale por la tele que ha ganado dos duros en la lotería de Navidad siempre dice que lo usará "en tapar agujeros". Y tapar agujeros, tapar agujeros, digo yo que será que se irán de putas para celebrarlo. Porque al fin y al cabo, por mucho que sea cosa de "descorche" (que antiguo es eso, por dios), sigue siendo "tapar agujeros". Y, además, será un día muy apropiado, porque les recuerdo que mañana es el día del Orgasmo Mundial Sincronizado, recuerden, todo el mundo a correrse por la paz.

Pero en TMB (sí, este es otro post sobre las maravillas de la wonderfulosa compañía de transporte público de Barcelona!) no han podido esperar tanto, y han empezado a joder un día antes.

Esta mañana me ha vuelto a dejar tirado el puto metro.

No les pongo la carta de reclamación porque, por diversos motivos, la he acabado haciendo por teléfono, pero más o menos la cosa ha ido así. Cojo el metro a las nueve menos cuarto en Santa Coloma. A las nueve y media, estoy todavía en Glorias. Porque el metro se ha ido parando entre uno y dos minutos en cada estación. Con la calma. Pero al llegar a Glorias, se para y ya no arranca. Y como uno ya se los conoce, sabe como funcionan y sabe que confiar en ellos viene a ser un suicidio del calibre de dejarle dinero a Zaplana para que te lo guarde, y lleva ya guardado el teléfono de TMB en la memoria del móvil por lo que pueda ser, desde el mismo vagón (en Glorias hay cobertura) llamo a ver que pasa. Muy solícitamente, me indican que ha habido una caída de tensión en la catenaria, y que no saben cuánto va a durar la broma. Por supuesto, ni por megafonía, ni en los carteles luminosos, ni en ninguna otra parte, han avisado de nada. Y la gente sigue entrando en la estación, claro, que para eso es hora punta. Aviso a los del vagón (que no debería, no me pagan para eso, pero mira, en el fondo supongo que soy un buen ciudadano) y me voy, pensando a ver qué combinación de encaje de bolillos tengo que hacer desde allí para llegar al curro. Dentro de lo malo tengo suerte, porque en la misma plaza de las Glorias (bueno, en la otra punta, con el frío que hacía de buena mañana) para el siete, que sube hasta lo alto de la Diagonal.

Así que echando fuego por las muelas, jurando en arameo y soltando tacos que harían enrojecer a un estudiante de ESO, cruzo por debajo del anillo hacia la parada. Y allí, tiritando de frío mientras esperaba el autobús y miraba como los de los Encants empezaban a adecentar sus paradas, me digo qué coño? Vamos a hacer algo para entrar en calor, y vuelvo a coger el móvil. Y en estas llega el autobús.

Pero claro, yo ya me había decidido, y uno será muchas cosas pero cabezón sobretodo, así que, dentro del autobús, seguí colgado del móvil hasta que me lo volvieron a coger (que ya les digo yo que es una puta odisea). Allí, sentadito en el asiento del autobús. Que me pasen con reclamaciones. Que por qué. Que porque el metro me ha dejao tirado. Que si es que eso ha sido que se ha quedado sin luz la catenaria. Se me cruzan los cables, y levanto el tono de voz (y no es por tirarme flores, pero tengo un tono de voz, se me oye bien). Que por mi como si es que se ha aparecido la virgen pariendo en los túneles (y esto es literal). Que el metro me ha vuelto a dejar tirado, y que me pase con reclamaciones. Que no, que ya me dice él que es cosa de la catenaria. A esas alturas la gente en el autobús ya me está mirando como quien mira a un marciano. Que me da igual por qué haya sido, y que peor me lo pone, que a ver si no hacían mantenimiento o qué, que me pase con reclamaciones.

Abreviando: para los que conozcan Barcelona, el siete, una vez salido de las Glorias, coge la Gran Via hasta Paseo de Gracia, Paseo de Gracia arriba hasta Diagonal, y luego Diagonal p'arriba. Me cogieron el teléfono nada más salir de lo que viene a ser el anillo de Glorias. Cuando conseguía que me pasaran con reclamaciones, estábamos a la altura de la Pedrera. Todo eso, con el tráfico de Barcelona a las nueve y media largas de la mañana. Y todo eso, conmigo subiendo el tono de conversación literal y figuradamente (vamos, que le dije el nombre del puerco). Y la gente mirándome como si fuese allí un mono con una ballesta. Y a la ballesta, cuando me pasaron (finalmente) con reclamaciones (o, por lo menos, con otro teleoperata), se le sumó una canana de explosivos, o así, porque si al tontolapolla de antes le dije el nombre del cerdo, ahora les dije el nombre, los apellidos, el apodo, el número de DNI, la talla de calzado y hasta lo que le medía la polla al puto cerdo del cojones, y ya como quien dice a voz en grito. Y aproveché para recordarles las cartas que tengo por contestar, me imagino que ahora recibiré una respuesta antes de acabar el año.

Y lo que más me jode de todo el asunto, en el fondo, es que ya me parece claro que a la gente le gusta que la estafen, que les vendan un servicio tan vital como es el transporte público (a precio de oro, además) y luego los dejen tirados, que se les meen encima y les digan que llueve (que no tengo yo nada contra la lluvia dorada, es una expresión metafórica). Porque me seguían mirando como si acabase de bajar de Raticulín, sólo por reclamar algo en lo que tengo toda la razón del mundo.

Pues que les den mucho por culo a esa panda de soplapollas (y sigo usando expresiones metafóricas), coño, ya...

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jueves, 23 de noviembre de 2006

Y otro minipunto para TMB!

Estimados señores de Relaciones Externas de TMB:

Lo reconozco, me superan. En mucho.

Porque esto de poner una reclamación y, antes incluso de poder entregarla, tener que pedir los papeles para poner otra, tiene mérito, la verdad. Por la parte negativa del concepto, pero bueno. Mérito al fin y al cabo.

Dado que la reclamación que interpuse ayer fue un pelín larga, intentaré, con su permiso, ser muy conciso en esta. Espero que no les importe.

Miércoles 22 de Noviembre. Estación de Santa Coloma (Línea 1). Aproximadamente las nueve y cuarto de la mañana. Llego a la estación. Pago. Bajo hasta el andén, corriendo porque veo que hay un metro parado en él. Entro, y noto que hay algo raro, pero entre que aún llevo la legaña puesta y la música en los cascos, no acabo de ver el qué. Después de unos dos-tres minutos esperando, con el vagón llenándose de gente, y sin que el tren se haya movido ni un milímetro, caigo en cual era el qué. Me quito los cascos. Sí. El ruido. Había poco ruido. El contínuo zumbido que hacen (supongo) los motores del metro no sonaba. No se me lleve a engaño, no me estaba confundiendo con el zumbido que hace el sistema de aire acondicionado. La nota de ambos zumbidos (y perdone si no puedo ser más técnico) es distinta, y la del aire sonaba. Eran los motores. El metro no estaba haciendo una parada de estación, estaba efectivamente parado.

Como a los dos minutos (y con esto harían cinco desde que llegué) me doy cuenta de que la gente que está más cerca de las puertas (como puede imaginar, a estas alturas el vagón estaba totalmente lleno, y le hago notar que Santa Coloma es la segunda parada de la línea) comienza a sacar la cabeza, a poner malas caras y a bufar. Consigo, a codazos, acercarme hasta la puerta. Megafonía ya ha callado, los displais luminosos indican un “reorganizando datos” (o algún eufemismo por el estilo), y otro sufrido viajero me hace saber que han dicho que hay anomalías en las frecuencias de paso. Me conozco el paño, me los veo venir y me empiezo a poner nervioso.

Y, por supuesto, no me defraudan. A los cinco minutos (aproximadamente) se oye, a lo lejos (porque, por supuesto, megafonía sólo funciona bien cuando se trata de hacer autobombo, cuando no pues se ve que tampoco saben lo que es el mantenimiento), una vocecilla diciendo que ha pasado algo (que no se entiende) en la estación de Universitat, y que el servicio en la Línea 1 está interrumpido. Olé sus huevos.

Lanzando a voz en grito maldiciones en arameo e imprecaciones que no expondré aquí porque tengo un mínimo de educación, pero que incluían referencias a heces fecales y a los difuntos de todo el personal con cargos de responsabilidad de TMB, me dirijo a las taquillas para que me devuelvan el billete y pedir la carta de reclamación, lo cual ya se está convirtiendo en un desagradable hábito. De hecho, estoy pensando en seguir su ejemplo y cambiar el orden lógico de las cosas (y digo lo de su ejemplo porque entiendo que el orden lógico de las cosas es que un servicio de transporte público transporte a la gente, no les haga ir a pie), y poner las cartas de reclamación única y exclusivamente cuando pueda hacer un viaje sin sufrir ningún tipo de problema o imprevisto. Que seguro que tendría que poner muchas menos, y los árboles empleados en fabricar tantísimo papel como me hacen gastar me lo agradecerían.

Eso sí, les tengo que reconocer una cosa y comerme (parte de) mis palabras de mi última carta de reclamación. En esta ocasión, al menos, no me dieron un billete no integrado a cambio, como era lo habitual, sino que me cambiaron la tarjeta por completo añadiendo el viaje que había perdido por culpa de sus interrupciones. Bravo por ustedes, un aplauso. El servicio que dan sigue siendo una mierda, pero al menos ya no nos supone un gasto añadido.

Desgraciadamente, eso que hubiese sido una buena impresión se fue rápidamente al garete, cuando ni los taquilleros, ni el señor que tienen allí con un chaleco rojo con la “i” circunscrita que es el símbolo internacional para los servicios de información, no es ya que no estuviesen informando a la gente que seguía entrando de que el servicio estaba interrumpido (que lo tuve que ir haciendo yo a voz en grito, así, por amor al arte), sino que ni siquiera se habían enterado de ello. De hecho, cuando ya en el displai luminoso que hay en el hall aparecía el cartel indicando que el servicio estaba interrumpido, el señor del chaleco rojo comentó, muy enfadado, que de dónde sacábamos que el servicio estaba interrumpido, que no habían dicho nada. Y a mi se me cayeron los cojones al suelo.

Los dos.

A la vez.

Sólo tuve ánimos para señalarle el displai. Y él tuvo los santos arrestos de decir, “jo, pues vaya vista que tenéis”, y, en lugar de avisar a la gente o hacer algo, se fue a una esquinita y se quedó allí parado. Alguien que (se supone) está ahí para informar. Vamos, que tienen ustedes un personal que vale un imperio, oigan. A la hora de recoger anécdotas sobre “cómo no se deben hacer las cosas”, por lo menos.

En fin, que diez minutos después, el tiempo que tardan en darme la hoja de reclamaciones (y llevamos veinte desde que llegué a la estación) puedo salir corriendo de esa ratonera en que se convierte el metro día sí, día también, cuando el servicio se interrumpe, para buscarme la vida y encontrar otra forma de llegar al trabajo no demasiado tarde.

Pero claro, como se habrán dado cuenta, uno es tocapelotas de mena, y como, a esas alturas, llevaba (y llevo) un cabreo considerable, pues cogí el móvil y me puse a llamar a su teléfono de información, a ver que junta de la trócola se les había roto hoy. Por supuesto, la señora que me atendió no tenía ni siquiera constancia de que hubiese habido problemas de ningún tipo, y tuvo que volver a llamarme un rato después para decirme que había habido que parar la línea durante sólo diez minutos para prestar atención médica a un cliente en la estación de Universitat. Y dos huevos duros.

Lo de los diez minutos... por favor, no se mientan, porque ese no es precisamente el mejor sistema para arreglar nada. Y si les pido por favor que no se mientan, les exijo que no intenten mentirme de una forma tan burda. Señores, si estoy presentando una queja, sea por escrito o sea vía telefónica, es porque estaba allí. Y se que estuve unos diez minutos en un vagón parado, y otros tantos en el hall esperando a que me entregasen la carta de reclamación. Y el servicio estaba parado cuando me fui. Así que diez minutos, ni po’l forro. Entre veinte y treinta, como mínimo. Tengan un mínimo de vergüenza ajena, por favor.

Claro está, yo no puedo culparles a ustedes porque haya habido que dar atención médica a alguien, sólo faltaría. Y como es normal, a esa pobre persona hubo que bajarla a las vías para poder atenderle con comodidad, y eso hizo que tuviese que interrumpirse el servicio.

No, espera, eso no tiene mucho sentido, ¿verdad?

Debe ser, pues que alguien cayó o se tiró a las vías, y hubo que parar la circulación para poder sacarle.

Claro, que entonces, en mi pueblo al menos, lo que se hace en esos casos no se llama dar atención sanitaria, sino más bien dar la extremaunción. Es que son muy católicos, en mi pueblo. Pero en cualquier caso, va a ser que no, que no era eso.

Pues no se, ya lo único que se me ocurre es que hubiese que parar los trenes porque la ambulancia, para llegar más rápido y sin problemas de tráfico, iba por los túneles. Y eso mucho sentido no tiene, tampoco, no.

Pero vamos a ver, no se dan cuenta de que sus excusas son risibles, que son un insulto a la inteligencia del pasajero y que repugnan a la lógica y a la razón? Porque vamos, lo que la lógica y cualquier cursillo de primeros auxilios dictaminan es que , si a alguien le da un jamacuco en un sitio cerrado y mal ventilado como pueda ser un vagón de metro, lo adecuado es sacarle a un sitio más amplio y con mejor aireación, como pueda ser el andén. Y más en una estación tan amplia como es la de Universitat, que si bien lo que son los andenes estrictamente de la Línea 1 son estrechitos, oscuros y malolientes, un paso (literalmente) más allá está el enorme espacio abierto que hace las veces de hall y conexión con la Línea 2, y que está bien ventilado y bien iluminado.

Que no cuela, que no. Que el perro no se comió sus deberes, que es que son así de ineptos.

En fin, una más. Y van. Que de donde no hay, no se puede sacar. Por cierto, me permito recordarles que mis reclamaciones de los días 6, 13 y 27 de Marzo siguen sin haber sido contestadas. Que si el servicio de transporte es nefasto, el de atención al cliente (el suyo), no le va a la zaga.

Atentamente, y esperando una respuesta algún año de estos...

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Vale, estoy ya no es parte de la carta. Reconozco que algo injusta esta reclamación ha sido. ALGO. Lo del de información sigue sin tener perdón de dios. Pero parece ser que sí era verdad que pararon la línea porque alguien se había puesto enfermo y hubo que darle atención médica. Pero eso lo he sabido después de entregarla.

El problema viene cuando el concepto de "coherencia" les resulta a los señores de comunicación de TMB tan ajeno como el de "mantenimiento". Porque según me informaron por teléfono, como digo en la reclamación, había sido un pasajero a quien había habido que atender, y la parada fue de tan sólo diez minutos (cuando yo me fui de la estación veinte minutos después de haber llegado, sin que el tren se moviese para nada). Según el 20 minutos, fue el maquinista el que se encontró mal (y entonces sí hubiese tenido sentido que se interrumpiera el servicio), pero la parada duró media hora, y fue sólo parcial, entre Urgell y Marina (Santa Coloma no está entre Urgell y Marina). Según el Qué! fue, de nuevo, un pasajero, y la parada duró media hora. Y según El Periódico, fue un pasajero, la parada duró 38 minutos y fue primero total y luego parcial (y, además, hubo otro corte al mediodía en la línea 5). Y eso sólo en los medios que he podido consultar (y guardo los recortes, por si les da por contestarme con chorradas otra vez). Vamos, que no saben ni poner excusas. Y eso es inexcusable. Se lo miren como se lo miren.

miércoles, 22 de noviembre de 2006

Y yo les he contestado a ellos, claro...

Estimados señores de Relaciones Externas de TMB:

Escribo en relación a la respuesta que me han enviado ustedes (referencia 2006-73869-FMT) a toda una serie de cartas de reclamación presentadas por diferentes causas a lo largo del presente año. Concretamente, en respuesta a mis reclamaciones del 9 de Febrero, 15 y 30 de Junio, 3 de Julio, 1, 3 y 27 de Agosto y 4 de Septiembre. No obstante, no acabo de comprender el por qué las cartas del 6, 13 y 27 de Marzo aún no han sido contestadas, pero no dudo que tendrán una buena razón para ello.

Antes de nada, agradecerles la diligencia, prontitud y rapidez en la respuesta. Nótese, por favor, el sarcasmo. Después de todo, tan sólo han esperado más de dos meses desde que la última de dichas reclamaciones fuese presentada (según los datos que me dan en la respuesta, la recibieron el dia 8 de Septiembre y la contestaron el 13 de Noviembre), y a duras penas nueve meses desde la primera. Todo un parto, desde luego. Y después de todo, tan sólo ha hecho falta que, nuevamente el metro me diese problemas (luego lo explicaré), que yo me cabrease como una mona y que me pasase media mañana colgado al teléfono hasta que conseguí que me pasaran con alguien que (supongo) era de su departamento, y a quién, además, le pude hacer notar que había por ahí unas cuantas reclamaciones sin contestar. Oh, sielos, que casualidad que apenas una semana después reciba una respuesta (insisto, no a todas las reclamaciones planteadas), y, casualmente, con la fecha que se corresponde a dicha llamada. Me van a disculpar, pero es que no creo en las casualidades. Me piden en la carta disculpas por el retraso, y me dicen que están implantando un sistema para contestarlas en un tiempo óptimo. Discúlpenme de nuevo, pero no, no puedo disculparles, y lo otro me suena a que su perro se comió sus deberes. No creo que les colara en el colegio, y no cuela ahora. Nueve meses es demasiado tiempo como para achacarlo a la implantación de un sistema que, por otra parte, teniendo en cuenta los años que lleva el metro de Barcelona en funcionamiento, debería estar más que implantado. Por favor se lo ruego, no traten de tomarnos por imbéciles, y no intenten mentirse a sí mismos cuando la cagan de manera tan clamorosa. Porque así no se arregla nada. Eso sí, he de reconocer que lo de contestar a siete reclamaciones de una tacada, desde un punto de vista digamos empresarial podría ser considerado una optimización de recursos. Claro, que desde el punto de vista de servicio al cliente (que se supone es para lo que están ustedes), es una mierda. Y desde el punto de vista del cliente en sí, es una tomadura de pelo en toda regla.

Desgraciadamente, pero, cuando me pongo a leer su extensa respuesta (por cierto, no es necesario dejar un tercio de cada hoja, márgenes aparte, en blanco para que abulte más, de hecho hace bastante mal efecto), me encuentro con que está plagada de incorrecciones y deficiencias, cuando no directamente de mentiras. Que paso a rebatir:

Con respecto a la carta del nueve de Febrero, me dicen (como siempre) que cuando algún incidente afecta a la habitual circulación de los trenes (inciso: comprenderán que, dado el número de reclamaciones que me he visto obligado a presentar a causa de dichos “incidentes”, esté empezando a pensar que la “normal circulación” es precisamente que no circulen) se actúa con la máxima rapidez y se adoptan las medidas más adecuadas. De la primera parte no tengo motivos para dudar. Lástima que se haya olvidado de poner después de “rapidez” un “posible” que aportaría mucha información. Porque lo que ustedes entienden por máxima rapidez es, a todas luces, insuficiente. Las medidas más adecuadas, por otra parte, es una frase muy bonita pero que no significa nada. Porque lo cierto es que, a no ser que el corte dure todo el dia, tales medidas son inexistentes. Simplemente, y siempre después de pelearte con el taquillero, te entregan un billete compensación. Billete que, por cierto, no es integrado y tan sólo vale para la red de metro, cuando, como cualquier persona con media neurona en funcionamiento es capaz de comprender, es precisamente el metro lo que no funciona, y para continuar trayecto has de usar otros medios de transporte (cuando los hay) para los que, oh casualidad, no es válida. Teniendo en cuenta, además, que un billete integrado (que es el que yo uso) es sustancialmente más caro que uno no integrado (o al menos esa excusa usaron para justificar la aberrante subida de tarifas que se dio cuando se realizó la integración), es, en correcto castellano, una estafa. Me dice después que se intenta ofrecer un transporte alternativo por superficie que una las zonas que han quedado sin servicio de metro, lo cual es, directamente, mentira. Tan sólo se hace eso cuando el corte es programado por ustedes o bien cuando el desastre que han provocado ha sido de tal magnitud que se ven incapaces de arreglarlo en menos de un dia. Y, en ocasiones, ni eso: Las estaciones de Baró de Viver y Trinitat Vella, este verano no quedaron en absoluto comunicadas por el autobús, dado que la parada del mismo quedaba cualquier cosa menos cerca de dichas estaciones, y cuando la interrupción del tráfico afecta a la estación de Mercat Nou (o se elimina el andén en una de las direcciones, como pasa actualmente), búscate la vida y vete a patita a Santa Eulalia o Plaça de Sants, porque el autobús ni lo vas a oler. En cualquier caso, lo que es inexcusable e indefendible desde cualquier punto de vista es que continua y constantemente se estén produciendo esos “incidentes”. Tal vez no lo sepan (resulta obvio que no, a la vista de los hechos), pero existe una cosa que se llama “mantenimiento” y que permite mantener (de ahí su nombre) las instalaciones en condiciones de trabajo óptimas, con un coste (tanto en tiempo, como en averias, y por tanto en dinero, no digamos en enfados y reclamaciones por parte del consumidor) mucho más bajo que el que supone esperar a que todo se estropee. Hay una ingente bibliografía al respecto, me atrevería a recomendarles que se la miraran.

Por supuesto, en lo que a esta reclamación se refiere, no es que pasen de puntillas, sino que directamente pasan de contestar nada al respecto de la ausencia de avisos al respecto de que el metro está interrumpido, o de la nefasta actitud de la taquillera. En fin...

Seguidamente me habla de las interrupciones habidas en la Línea 3 con las que me he encontrado y ante las que he interpuesto reclamación, justificándolo todo en que están instalando un sistema de seguridad (el ATP) y que eso puede provocar alguna contrariedad en la frecuencia de paso. Vayamos por partes... la “frecuencia de paso” nunca la han cumplido, ni en la línea 3 ni en ninguna otra (y de eso ya he hablado en las quejas a las que se supone me están contestando), y además han tenido la desfachatez de poner en algunas estaciones esos displays luminosos en los que va marcando el tiempo que falta hasta el siguiente tren, y que tienen todos la fantástica habilidad de viajar en el tiempo hacia atrás, consiguiendo que mires, indique que faltan (pongamos por caso) 3 minutos con 15 segundos, te leas una noticia en el periódico, vuelvas a mirar... y falten 4 minutos con 27 segundos. Con el fastuoso resultado de que has logrado leerte una noticia en menos un minuto con doce segundos. Como ya les he indicado alguna vez, deberían hacer algún estudio serio sobre este extraño fenómeno, que seguro que se lo publican en Science e incluso les dan el Nóbel de Física. Otro claro ejemplo de lo absurdo que supone mentirse a sí mismo y, sobretodo, intentar mentir a otro sobre algo que está sufriendo en sus carnes. No, oigan, mis reclamaciones no eran por “contrariedades en la frecuencia de paso”, eran por interrupciones del servicio, que no es lo mismo. En cualquier caso, ¿me están diciendo que están instalando y poniendo a punto el famoso ATP, ya no en horario de funcionamiento del metro (que ya tendría delito, teniendo en cuenta que en Barcelona, como quieras ir entre semana al cine, al teatro, a tomar una copa o simplemente tengas un trabajo con un horario en el que salgas algo tarde, más te vale tener coche propio o mucho dinero para taxis, dado el tercermundista horario del metro, siempre y cuando, claro, no se trate de que hay fútbol, que entonces sí que se alarga lo que sea necesario), sino en las horas punta? ¿Oigan, y quién ha sido la cabeza pensante a quien se la ocurrido esa brillante idea? Y es que de no ser así, la excusa no tiene validez, porque es en esas horas en las que he tenido la mayoría de los problemas... Pero es que es más, ¿me están diciendo que hasta el momento la Línea 3 no tenía un sistema de seguridad que controlase que los trenes no se pasaran de velocidad? Esto lo dicen para tranquilizarme y darme confianza respecto a TMB, ¿verdad? Nótese de nuevo la ironía, por favor. Lo de que “permitirá aumentar la frecuencia de paso” haré como que no lo he visto, porque si me vuelven a intentar tomar el pelo mi peluquero acabará enfadándose. Sobretodo después de que hace poco reconociesen en los periódicos que las frecuencias de paso se habían reducido desde que pusieron en funcionamiento los trenes nuevos.

De estas reclamaciones, convenientemente se olvida de comentar nada acerca de que no hubiese nadie para atender a los pasajeros (ni siquiera por el interfono) en toda la estación de Diagonal el día quince de Junio. Supongo que, después de todo, eso no tiene importancia. Al fin y al cabo, no es que me estuviese desangrando, ni nada por el estilo, tan sólo quería interponer una reclamación y que alguien me explicase por qué el metro no funcionaba. Futeses.

Pasemos pues al espinoso tema de Agosto, y de las obras que hicieron para... ¿para qué? Porque en teoría eran para mejorar e impermeabilizar la estación de Baró de Viver, pero la estación está peor que nunca, con tantas humedades como siempre y con unas goteras que da gloria verlas (¡incluso cuando no llueve!), y se sigue inundando cada vez que en Barcelona caen cuatro gotas (como el resto de la red de metro, por otra parte). En fín. Me dicen que ofrecieron información por megafonía desde el 19 de Julio, y que se repartieron folletos desde el 20, y que la información fue señalizada tanto en el metro como en el autobús. Comprenderán que no tengo las fechas exactas en la cabeza, pero puede ser. Apenas una semana antes del corte, lo que yo les decía en mi reclamación. Lo que no dicen (casualmente) es que dicha información era incorrecta, porque como quien organizó el corte (que era un corte programado por ustedes, así que no se pueden excusar en la improvisación, tuvieron tiempo de sobras para mirárselo y remirárselo todo) no se había molestado ni en ojear un mapa de la zona, colocó la parada del autobús que se debería corresponder con la estación de Santa Coloma, en dirección Fondo, en un sitio que es un cuello de botella, y que tuvieron que cambiarla, deprisa y corriendo, a otra situación, después de provocar un colapso de tráfico en todo el centro de Santa Coloma durante un día, y porque la Guardia Urbana les prohibió seguir haciendo las paradas allí. Cambio este que no se reflejó en ninguna de las informaciones, que seguían dando como lugar correcto el otro. Me dice que se colocaron más canceladoras en Torres i Bages. Lo que no dicen es que dichas canceladoras se colocaron ya entre el uno y el tres de Agosto, con el corte realizado, cuando se dieron cuenta del pitote que se formaba a la entrada de dicha estación. ¿Previsión? ¿Qué es eso? ¡Algo que en TMB desconocen! POR SUPUESTO no dicen nada (miento, lo comentan en el encabezamiento, pero luego se olvidan) acerca de su gloriosa idea de poner un autobús por convoy (cuando no hace falta ser ingeniero para saber que en un metro cabe más de el doble de gente que en un autobús, por muy articulado que sea), y que por tanto eso provocaría colas interminables (y de hecho, el primer día del corte produjo que volaran hostias entre gente que se veía llegando tarde al trabajo por su culpa), ni de que el periodo de salida de los autobuses fuese más largo que el de los trenes, ni de que el tiempo que tardasen en hacer el trayecto fuese infinitamente más largo, cuando a los sufridos clientes nos estaban cobrando el mismo precio por un servicio (suponiendo que se le pueda llamar así) infinitamente peor.

Me recuerdan también, siguiendo en Agosto, que el que aire acondicionado no funcionase (y muy probablemente funcionase la calefacción, dadas las temperaturas que se alcanzaban) se le pone arreglo en cuanto algún pasajero avisa al conductor o bien el panel de mandos señala alguna incidencia. Y lo siento pero aquí ya han tocado hueso. Difícilmente voy a poder recordar algo que, no sólo no se me ha dicho nunca ni aparece indicado en alguna parte, sino que además es imposible y repugna a toda lógica. ¿Cómo se supone que un viajero ha de decirle algo al conductor del metro, que va encerrado en la cabina? En el mejor de los casos, yendo en el primer vagón, podría aporrear la puerta de la cabina al grito de “¡socorro, socorro, me ahogo!” hasta que este se diese por enterado y abriera (parando el convoy y la circulación de toda la línea, por supuesto). Pero y los demás vagones, ¿qué? ¿Accionan el freno de emergencia (con las consecuencias que sin duda se pueden imaginar) para poner el intercomunicador en marcha? ¿Se comunican con él por telepatía? ¿Hacen señales de humo? (mira, esta no sería complicada, teniendo en cuenta que la temperatura rozaba la de combustión espontánea). ¿Pero realmente son tan lerdos que no se dan cuenta de que el cuento que me están contando es una estupidez te la mires por dónde te la mires? Y lo del “panel de control” ya es de traca. Si realmente ante un fallo así se encendiese un indicador en cabina, dichas cabinas parecerían discotecas móviles. Porque no era el caso de un tren, sino del noventa por ciento de los mismos. Del mismo modo que no era un caso aislado el del agua de condensación (quiero creer yo también que fuese de condensación, pero el hecho es que dado que los aires acondicionados no funcionaban, no había nada que pudiese hacer condensar dichas aguas... Tal vez habría que confiarle el caso a Iker Jiménez, es un misterio), sino que se daba (se da, todavía el otro día me encontré con un tren en el que pasaba) en un gran número de convois. Simplemente, el día en que reclamé, me cayó el agua a mí encima. Así que, por favor, cuando acaben de llevar a cabo los trámites y realmente se pongan a repararlos (suponiendo que tal día llegue), por favor avísenme, que dejaré de llevar siempre el paraguas en la mochila por lo que pueda pasar, que esto de que se te desencadene el Diluvio Universal en el metro es muy desagradable. Y me permito recordarles de nuevo la palabra mágica que minimizaría en mucho (cuando no haría desaparecer) todos esos problemas: MANTENIMIENTO. No, publicidad risible que cualquiera que tenga la desgracia de tener que viajar regularmente en metro sabe que es mentira no, MANTENIMIENTO. En lo que deberían invertir es en MANTENIMIENTO.

Sigamos con Agosto, y pasemos al tema de las máquinas de vending, pues. Les niego la mayor: existen máquinas de vending que devuelven billetes. Yo las he utilizado. Aquí, en Barcelona. Busquen mejor a sus proveedores, porque les están engañando. Pero como en el dicho, en la reclamación les señalaba la Luna y ustedes se han quedado mirando al dedo. Lo de las monedas, oigan, es anecdótico. Lo sustancial es: a) que de todas las máquinas del hall principal de la estación de Catalunya, tan sólo una aceptaba billetes. Ya no de 50€, de cualquier importe. UNA. Eso que me dicen de que de forma periódica se reponen todas las cajas de cambio con monedas del importe correspondiente es lo mismo que no decir nada, el periodo puede ser de tres meses. Y como si es de cinco minutos, lo mismo me da, porque el hecho es que cuando yo necesité comprar una tarjeta estaban vacías, y dado que han eliminado ustedes a los taquilleros, el que por un solo minuto dichas máquinas dejen de funcionar deja en una total indefensión a los pasajeros, y eso es inaceptable desde cualquier punto de vista. Me dirán “pero usted dice que reclamó a la taquillera, luego sí la había”, y entonces yo contestaré una cosa muy fea que no escribiré aquí porque aún tengo un mínimo de educación. Porque b) con eso me demostrarán que no se han leído la carta, ya que en ella explico muy claramente que dicha taquillera se negó a atenderme, ante la disyuntiva de “si no me vendes el billete tendré que colarme” me contestó “tú mismo, haz lo que quieras”, y que una vez que encontré la puñetera máquina que funcionaba y me devolvió toda la chatarra, se negó a atenderme para cambiarme dichas monedas por billetes. Así que su penúltimo párrafo es, de la primera a la última letra, una mentira como un estadio. Así que por favor se lo ruego, vayan a mentirle a su señora madre.

Para terminar pues ya, con esta amigable a la par que breve misiva (y aquí no hay ironía, porque si hubiese escrito todos y cada uno de los epítetos que sobre ustedes se me han ido pasando por la cabeza mientras escribía, les aseguro que ocuparía como tres veces más), les hago partícipes de dos... ¿cómo era? Ah, sí, incidentes más en el servicio del metro. El primero ya no recuerdo si el día siete u ocho del presente (cogí la carta de reclamación, como pueden imaginar, pero he estado muy ocupado y no pude rellenarla), cuando se les rompió el guardagujas (o alguna excusa así de absurda me dieron) de la estación de Santa Coloma (Línea 1), y a las nueve el centro de control que da información a las radios ya estaba diciendo que sólo estaba interrumpido de Fondo a Santa Coloma, y el resto funcionaba sin problemas. Bien, llegué a la estación a aquello de las nueve y media. Y oigan, no es que el andén estuviese lleno. Es que no se podía llegar al hall donde están las taquillas y las canceladoras, la gente llenaba hasta las escaleras de la calle. Lo cual no me hace sino pensar que era mentira que el servicio de Santa Coloma hacia Hospital de Bellvitge funcionase, porque si no la aglomeración ya hubiese desaparecido. Mentirse a si mismos, e intentar mentir a los demás, es una mala técnica para mejorar el servicio. Y el segundo fue el que propició que (¡por fín!) ustedes se hayan dignado en cumplir (tarde, mal y nunca) con su obligación y hayan contestado a mis reclamaciones, cuando una incidencia detuvo el servicio de la Línea 3, según ustedes durante cinco minutos. Claro, que cuando yo llegué al andén de la L3 de Catalunya este estaba ya lleno de gente, y estuve diez minutos esperando en la estación, con lo que los tiempos no me cuadran ni de casualidad. Debe ser que vivo en una dimensión alternativa. Yo o ustedes, lo que sea más fácil. Pero eso no es lo importante (porque desgraciadamente, es lo habitual, lo que ustedes entienden por servicio), lo sustancial es que cuando, via el intercomunicador del andén, intenté ponerme en contacto con el jefe de estación para saber para cuánto tiempo tenía, no obtuve respuesta de ningún tipo. Nada. Res. Nothing. Es decir, que o bien no había nadie al otro lado, o bien el intercomunicador no funcionaba (su ya mítico a estas alturas desconocimiento de lo que significa “mantenimiento”). Que, desde luego, lo mio era una chorrada, tan sólo un cliente tocapelotas que considera que cuando paga el billete más caro de España en lo que a transporte público se refiere le asisten unos derechos y quería saber cuánto tiempo iba a llegar tarde (por su culpa) al trabajo, pero es que ese intercomunicador también hubiese resultado inútil si hubiese alguien enfermo, o que le hubiesen atracado, o que se hubiese puesto de parto, o... no se, mil cosas. Y claro, lo que me dijeron por teléfono de “gracias por avisar, igual es que se ha estropeado” como que no me tranquiliza mucho, tampoco. ¿También habrá que esperar a que haya un incendio para saber si los sistemas apagafuegos funcionan? ¿A que un tren se vaya de madre para saber si el ATP de sus (a estas alturas, y con lo que nos está haciendo sufrir, que es como un hijo tonto, ya nuestras) entretelas funciona? Aplicando su teoría, sí, por lo que veo. Porque total, para qué vamos a comprobar si los sistemas de emergencia y seguridad funcionan, ya nos avisarán cuando pase algo y resulte que no...

En fin, que una última tomadura de pelo. Lo de la calidad de servicio que pedís a TMB. ¿Concretamente, de qué “calidad” me están hablando? No veo ninguna, por ninguna parte. Es más, ¿concretamente, de qué “servicio” me están hablando?

Atentamente, y esperando poder leer la respuesta que ustedes me den a esta carta a mis nietecicos (porque, a su ritmo, me imagino que para cuando me contesten ya habré encontrado pareja, tenido hijos, y estos habrán seguido los mismos pasos), y recordándoles las tres cartas de Marzo que aún esperan su respuesta...

martes, 21 de noviembre de 2006

Han contestado!

No, miren. Que yo tengo muchas cosas que contar y que explicar y de las que ponerles al corriente, y que además está por ahí hirviendo a fuego lento desde hace tiempo un mega-post de esos que tengo que dividir en entregas porque si no no habría quien se lo leyera.

Pero es que el otro día el metro me volvió a dejar tirado, para variar en su costumbre. Y aviso, como alguien diga "pues podría ser peor, que podrías ir en Cercanías de Renfe", se arriesga a ser eviscerado en vivo. Y como no sólo me dejó tirado, sino que hubo otra serie de problemas concatenados (entre los cuales el que más me sacó de mis casillas es que el intercomunicador de la linea tres, dirección Zona Universitaria, de la estación de Catalunya no funciona -como tampoco varios de los de la estación de Passeig de Gràcia, por cierto, y aún suerte, porque en la de Santa Eulàlia, después de remodelarla, ni se han molestado en ponerlos-, y eso, que en mi caso, que sólo quería saber para cuánto tiempo se esperaba que durase el parón, puede ser una molestia, pero si hubiese sido porque a alguien le hubiese dado un jamacuco, pues sería peligroso), pues nada más llegar al curro me colgué del teléfono y desencadené un ataque de diarrea necrófila. Vamos, que me cagué en todos los muertos de todo el que se me pusiera por delante hasta que me pasaron con alguien que al parecer tenía posibilidad de, como mínimo, mirar la base de datos. Y, no contento con ponerles de parto por su ineptitud, y con hacerles partícipes de que existe una cosa que se llama "mantenimento", para que no pase esto de que se estropeen los comunicadores y tenga que pasar algo para que se enteren, pues me quedé también a gusto haciéndoles saber que tenía cartas de reclamación puestas en febrero, de las que no había recibido aún respuesta (cuando se supone que han de contestarlas en quince días como máximo).

Y oh, maravilla, que hoy (por ayer), al llegar a casa, me encuentro con que ha llegado la respuesta. Pero no a la de febrero, no. A todas las reclamaciones que había puesto desde entonces, me parece (aún lo he de comprobar). Así, de una tacada. Y en la misma carta. Es decir, que no habían hecho por contestar ninguna. Olé sus huevos.

De momento, les dejo con la transcripción de la carta que me han envíado, con los links a las cartas de reclamación originales (las que he copiado en el blog, que ya les digo que no han sido tampoco todas, que no era cuestión de abusar con el tema). Mañana o pasado, según vea, les cuelgo mi respuesta.

Porque desde luego, esto no va a quedar así.

Fecha de recepción: 08/09/2006
Fecha de respuesta: 13/11/2006
Referencia: 2006-73869-FMT

Señor ***,

Nos referimos a sus nuevas comunicaciones por las que expresaba vuestro desagrado por diversos aspectos del servicio que ofrece TMB. En principio, os referíais al tiempo de espera para los trenes de la línea 1, el pasado 9 de Febrero, en la estación de metro Mercat Nou y a la falta de información, segun lo que comentasteis, al respecto. Seguidamente, nos informaba de la falta de atención por parte del personal con servicio en la estación de metro Catalunya L3, el pasado 15 de Junio, en relación a una incidencia que tuvo lugar. El dia 3 de Julio nos hacíais referencia a una avería que afectó al servicio de la línea 3, así como nos comentábais el tiempo de espera en las estaciones de Sagrera y Sant Andreu los pasado 24 y 30 de Junio, respectivamente. De igual manera, apuntábais las contrariedades que os supuso el servicio que que se ofreció durante el tiempo en que hubo un corte parcial en la línea 1 de metro, tanto por lo que hace a aglomeración de clientes a causa del noúmero escaso de máquinas validadoras como para lo que hace a la información y al número de autobuses que se proveyeron para cubrir el trayecto afectado. Asímismo, nos hacíais saber que, el pasado 23 de Agosto, al utilizar una de las máquinas expendedoras de la red de metro e introcudirle 50€, esta os ofreció el cambio en monedas de poco importe. Finalmente, nos informabais de la incidencia en relación al aire acondicionado de los vagones de la línea 1 de metro, el pasado 31 de Agosto y del tiempo de espera para los trenes de metro, el pasado 4 de Septiembre en la estación Catalunya L3.

En primer lugar, os pedimos disculpas tanto por el retraso a la hora de contestarle - estamos implantando un nuevo sistema que permitirá contestar-las en un periodo óptimo- como por las contrariedades que los hechos expuestos os ocasionaron.

En relación a la primera cuestión expuesta, os hemos de comentar que, cuando un incidente afecta la habitual circulación de los trenes en una línea de metro, no solo se actúa con la máxima rapidez para resolverlo, sino que se adoptan las medidas más adecuadas, en cada momento, con el objetivo de minimizar los efectos que, sobre la mobilidad ciudadana, pueda tener. Así pues, no sólo se acostumbra a establecer un servicio parcial de metro, sino que se intenta ofrecer un transporte alternativo por superficie que una las zonas que hayan quedado sin servicio de metro.

En este sentido, querríamos agradecerle vuestra comunicación, ya que nos permite conocer un aspecto del servicio que no se correspondió con la calidad que prevemos para nuestros usuarios, y fue trasladada a nuestro departamento responsable para que tenga en consideración sus comentarios.

En cuanto a las incidencias que haya podido afectar el funcionamiento de la linea 3 del metro, os hemos de informar que en esta linea se han realizado los trabajos para instalar un nuevo sistema de seguridad, llamado ATP, siglas que recibe el Automatic Train Protection o sistema de protección automática del tren, que permite aumentar la frecuencia de paso de los trenes, a la vez que fija la velocidad máxima de los trenes en determinados tramos del recorrido, con las máximas condiciones de seguridad. La puesta en práctica de este sistema ha podido suponer alguna contrariedad en la frecuencia de paso de estos trenes, pero, sin duda será una mejora substancial en el servicio a nuestros clientes.

Por lo que hace al servicio que se proporcionó a nuestros clientes en relación al corte en la línea 1 entre las estaciones de metro Torres i Bages y Santa Coloma, hay que tener en consideración que TMB ofreció información a través de la megafonía a partir del día 19 de Julio, información que fue señalizada debidamente tanto en el autobús como en el metro. Igualmente, se repartieron folletos informativos a partir del día 20 de Julio y se incrementaron las máquinas validadoras en la estación de Torres i Bages. En cuanto al aire acondicionado de los vagones, os recordamos que, en cuanto el conductor del tren tiene conocimiento de ello, ya sea porque algún pasajero se lo comenta, o bien porque algún señal en el panel de mandos*, que hay una incidencia en el funcionamiento del sistema de refrigeración de un tren, se llevan a cabo las acciones necesarias para restablecer la operatividad lo antes posible. En relación al agua condensada que os cayó en uno de los vagones de la línea 1 del metro, os hacemos saber que se están llevando a cabo los trámites para renovar la refrigeración en aquellos trenes que han ofrecido problemas.

Finalmente, os hemos de informar que todas las distribuidoras automáticas de la red de metro (al igual que todas las máquinas vending) devuelven el cambio exclusivamente en monedas, y el valor de estas está en función de las operaciones que se hayan efectuado con antelación.

Deseamos aprovechar la ocasión, pero, para indicarle que, de forma periódica, se reponen todas las cajas de cambio con las monedas del importe correspondiente.

De cualquier manera, en situaciones como la que exponíais que os afecto el pasado 23 de Agosto, si el agente en servicio en el punto de venta manual de TMB dispone de suficientes billetes, os puede facilitar el cambio de monedas pequeñas por papel moneda.

Esperamos que todas las actuaciones emprendidas contribuyan a ofrecerle la calidad de servicio que reclamais de TMB y dar respuesta a vuestras necesidades de movilidad con transporte público.

Le saludamos atentamente,

Departamento de relaciones exteriores.


*Las faltas de ortografía son todas culpa mia, al hacer la traducción del texto del catalán al castellano. ESTA frase sin concordancia ni sentido (y alguna otra que hay), no. Estaba así en el original.

Ces't la guerre!

EDIT: Respuesta escrita. Seis paginitas de nada a cuerpo 12. Mañana la entregaré y, por supuesto, les haré partícipes. Risas y rajes garantizados!.

PS: Y hoy miércoles, de buena mañana, la Línea 1 de nuevo parada! MATARRRRRRRR!!!

Hace 309 posts...

lunes, 27 de marzo de 2006

TMB IV

Formulario 34493



Estimados señores de TMB (porque ya no se quién es el que atiende estas cartas, si es que las abre alguien y no van directamente a la basura):

Me pongo en contacto por quinta vez en lo que llevamos de año (y no llevamos ni tres meses completos) a causa de su pésimo servicio. Y, en este caso, se han juntado, así como quien no quiere la cosa, tres reclamaciones distintas. TRES. Teniendo en cuenta que la última vez que les escribí fue el lunes 13 de este mismo mes (es decir, hace quince días), es un ratio realmente admirable. Vayamos por orden:

1.- El día 9 de Febrero del presente les envié una reclamación al respecto de una interrupción en el servicio (vamos, el pan nuestro de cada día) en la línea 1. Formulario 21737. Según el quinto punto de la carta de derechos del cliente de TMB (que se puede hallar en la dirección http://www.tmb.net/ca_ES/barcelona/bonviatge/dretclient.jsp, me deberían haber contestado en un plazo de 15 días. Yo entiendo que, desde que dejo la reclamación en la taquilla del metro hasta que llega a las oficinas donde ¿trabajan? Ustedes pasa un tiempo, y desde que redactan la respuesta (ejem… Desde que imprimen el formulario prefabricado, vamos) y la mandan al correo, hasta que llega a casa pasa un tiempo que no se les puede achacar a ustedes (aunque, en realidad, si siguiésemos el código de buenas prácticas de cualquier empresa con cara y ojos y que se preocupase mínimamente por sus clientes, sí que se podría, pero bueno… hagamos un gesto de buena voluntad). Pero es que aún estoy esperando respuesta. Y no es que hayan pasado quince días. Es que han pasado cuarenta y cinco, sin contar el de hoy (porque todo puede ser que, cuando llegue a casa, me la encuentre en el buzón, claro). Eso es el triple de tiempo. TRES VECES MÁS. Y eso es un lapso más que razonable para suponer que les ha dado tiempo de sobras a recibirlo, enviarlo y hasta a escribirlo en letra gótica con capitales miniadas hechas a mano. Obviamente, de las reclamaciones que he puesto posteriormente, ni flowers. Su “servicio” de atención al cliente está al nivel del resto de la empresa. Inexistente. Inservible. INÚTIL.

2.- Sábado 25 de Marzo, aproximadamente a las 22:30, estación de Santa Coloma (Línea 1). Llego al andén. Los carteles luminosos indican que faltan unos cuatro minutos y medio para que pase el próximo tren. Espero. Veo ir bajando el valor indicado en el cartel. El cartel llega a cero. Aparece el letrero de “ENTRA”, que indica que el convoy está entrando en la estación. Miro las vías, y el tren ni se ve, ni se huele, ni se oye por el túnel. Vuelvo a mirar el cartel, y veo que marca diez (10) minutos de espera para el próximo tren. Confirmo que no me ha dado un ataque de catalepsia y he dejado pasar el convoy, porque la gente que está en el andén sigue siendo la misma que antes, es que NO HA PASADO ningún tren. Veo pasar el tiempo. Me empiezo a poner mosca, y me acerco al cartel de información que está en todas las estaciones, donde aparece el mapa de la red y las frecuencias de paso entre convoyes. Confirmo mis sospechas, un sábado, a partir de las 9:30 de la noche, en la línea uno, deberían pasar cada ocho minutos con treinta y seis segundos, según la información que ustedes dan. No cada diez (más cuatro y pico de espera del tren anterior, el que no pasó). El contador vuelve a llegar a cero, vuelve a poner “ENTRA”… y vuelve a saltar a siete sin que por las vías haya pasado nada más que algún ratón despistado. Cuando llega a seis, esta vez, vuelve a poner “ENTRA” y se queda fijo, y al cabo de como medio minuto se empieza a oír por el fondo de túnel cómo algo se mueve. Obviamente, a esas alturas yo ya llegaba tarde a la cita que tenía, con lo que me decidí a poner una reclamación al respecto, ya que digo yo que si dan unas frecuencias de paso para las diferentes franjas horarias (afinando al segundo, además, que no es que digan “pasará un tren cada nueve minutos, más o menos”, no, dice claramente cada 8’ 36’’) será para cumplirlas, y que si indican en unos carteles luminosos cuanto falta para que entre el siguiente tren esas cifras no se colocarán al azar, a ver que sale. Total, ya llegaba tarde, no me venia de llegar diez minutos más tarde aún. Pero cual es mi sorpresa cuando me bajo en Marina (L1) y me encuentro con que no hay taquillas. No hay NADIE ante quien plantear un problema, una duda o hacer una reclamación. Vamos, que se lo podría plantear a los de la tienda de conveniencia, pero como me quiera dirigir a alguien de TMB, voy a tener que hablar con una puta máquina expendedora de billetes. Con lo que no quiero saber qué puede pasar cuando esas máquinas no acepten los billetes del usuario (cosa que, por experiencia, suelen hacer), o se traguen el billete y no den a cambio la tarjeta o el cambio (cosa que, por experiencia, suelen hacer). Y no digamos ya en caso de que haya un desmayo en el andén, una pelea, un accidente, cualquier cosa… Habrá que ir a buscar ayuda a Marina o Arc de Triomf, supongo. Claro, que para ese entonces a ver cómo demuestras que la máquina se ha tragado tu dinero. En el mejor de los casos. Porque como sea alguien que le ha dado un jamacuco y se ha caído a la vía, casi que vayamos preparando las coronas de flores y el traje negro, no?

Dado que no podía hacer la reclamación allí (porque no había NADIE a quien hacérsela, cosa que por otra parte supongo que es un buen sistema para reducir la tasa de reclamaciones, evitar que se puedan hacer), la opción lógica era pasar el lunes siguiente por algunos de los centros de Atención al Cliente (insertar risas enlatadas, como en las telecomedias, que ya nos conocemos todos) de TMB. Si no me falla la memoria (no me falla, lo estoy comprobando en su web), hay uno el la estación de Sants, uno en la de Universitat, uno en Sagrada Familia y uno en Diagonal. Los únicos que quedan dentro de mi recorrido habitual son los de Universitat y Sants. Donde, si no me falla la memoria, dichos centros de Atención al cliente se encuentran fuera del recinto que es estrictamente red de metro. Es decir, que para acudir a ellos, tienes que salir del metro, y luego, si quieres seguir el camino, volver a entrar y, cómo no, la banca gana, volver a pagar. La palabra que me vino a la cabeza cuando caí en eso empieza por “ladr” y acaba por “ones”, no se si me entiende…

3.- Afortunadamente para mi (y nótese que este punto lo empieza haciendo gala de un sarcasmo, una ironía y un cinismo dignos de mejor causa), TMB siempre piensa en sus clientes (sarcasmo-ironía-cinismo), y esta mañana han hecho toooooodo lo humanamente posible para evitar que tuviese que atracado… que pagar ese segundo billete para poder hacer la reclamación, digo. Empezamos por la Línea 1, estación Santa Coloma, a eso de las 8:20 de la mañana, cuando los trenes deberían pasar cada 3’40’’ (según sus frecuencias de paso)… pues pa’ qué, si total, pueden pasar cada cuatro minutos y medio (sí, mire, me dedico a mirar los carteles en las estaciones por las que voy pasando. Cosas de que el metro vaya tan lleno que no se puede abrir un libro). Me dirá usted que un minuto no es mucha diferencia, pero es que cuando se trata de hora punta-puntísima un minuto de diferencia entre trenes supone un par de trenes menos a la hora. Y eso supone muuuuuuuuuuuuucha gente. Gente que se tiene que apiñar en los trenes que sí pasan. Trenes que, en hora punta, ya van apiñados de por sí. Va captando la idea? Vamos, que seguro que puede: la misma gente, menos trenes.

Si fuera sólo esto, nada, que desgraciadamente es algo que ya tenemos asumido todos los sufridos usuarios de TMB, que los trenes no pasan cuando deberían, sino cuando les apetece. Pero es que yo tengo que hacer transbordo a la línea 3, y, oh sorpresa, cuando llegamos a la estación de Espanya el metro se queda parado, y al ratito nos indican por megafonía (que desde dentro del vagón, por supuesto, no se oye a menos que saques la cabeza) que el servicio en la línea 3 se encuentra parado. Mordiéndome la lengua para no cagarme en todos los muertos de un montón de gente me dirijo a la taquilla a seguir el ceremonial de siempre y pedir la carta de reclamaciones. Para variar, el interfono que permite comunicarse desde dentro de la taquilla hacia fuera va como el culo. Parece ser que el señor taquillero (no se indicarle ahora mismo de qué salida se trataba, en cualquier caso es la que da directa a los andenes de la línea 3, así que supongo que es la salida de Paral•lel) me oía a mí, pero yo a él NO. Le pido la carta de reclamación y el billete de compensación. Me coge el DNI y la tarjeta original… y se pone a atender a una señora. Sin darme nada, por supuesto. Una vez ha acabado de atender a esa señora (que su problema sería muy digno, pero yo estaba primero) va a buscar la carpeta donde tienen las hojas de reclamaciones. Vuelve. Se ha equivocado de carpeta. Vuelve a buscarla. Saca el bloc de papelitos autocopiativos. Se va a abrirle la puerta de la taquilla a una señora que, supongo por el uniforme, era del servicio de limpieza. Se pone a escribir, con la misma lentitud de la que hacen gala sus jefes a la hora de contestar cartas de reclamación (véase punto uno de esta misma carta) los campos de registro. A todo esto, han pasado como diez minutos desde que llegué a la taquilla (más el tiempo de recorrer todo el andén y subir las escaleras hasta la salida). Me pregunta que cuál es el motivo por el que quiero poner una reclamación. Se me caen los cojones al suelo. El metro está parado y quiere saber por qué quiero poner una reclamación (porque los vagones no están perfumados con esencia de lavanda, no te jode!). Le hago notar que el metro está parado y le digo que a él qué le parece. Me empieza a gritar (más aún, le recuerdo que el interfono no funciona y para poder oirle yo TENÍA que gritarme) diciéndome que no le grite y llamándome de todo. Me entrega los papeles de malos modos. A estas alturas, yo he perdido la poca paciencia y la poca frialdad de nervios que me quedaban, y he empezado a hablarle en el mismo tono y con las mismas expresiones que él está usando. Me menta a mi padre. Le digo de todo menos bonito (entre las expresiones más recurridas están las de inútil, estúpido, inepto y maleducado, pero eso no son insultos, son descripciones, y a los hechos me remito), pero acabo teniendo suficiente presencia de ánimo como para no mentarle allí mismo a todos sus muertos. Los del señor taquillero y los de los responsables de TMB en pleno. Por más que me lo pida el cuerpo. A todo esto, por megafonía están informando que el servicio ha sido restablecido, así que doy la vuelta y termino mi camino, con lo que sólo llego un cuarto de hora tarde a trabajar. Por su culpa, señores de TMB.

Atentamente,

PS: Como llevo haciendo en los últimos tiempos, les informo el contenido íntegro de esta carta se publicará en el blog personal del que suscribe, y patatín y patatán. Vean las reclamaciones anteriores.
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