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martes, 31 de marzo de 2009

Casi un millar de vidas

-¡Dios santo! ¡Son casi un millar! ¿Está diciéndome que morirán todos?

El suministro eléctrico hacía minutos que había fallado, y más de la mitad de los generadores de emergencia no respondían. El director del hospital, sentado tras su amplio escritorio, trataba de pensar racionalmente en medio de todo aquel caos.

-¿El resto de pacientes han sido trasladados a áreas con suministro?

-Sí. -respondió el técnico de mantenimiento estudiando sus notas- Afortunadamente, el fallo se ha dado principalmente en los laboratorios. Un par de quirófanos se han visto afectados, pero no eran operaciones graves. Las máquinas de diálisis tienen su propio sistema de alimentación independiente. Una de las salas de observación ha fallado, pero había sitio en las otras tres y no ha habido mayores dificultades. Ha habido problemas en otras secciones, pero sólo en esa tenemos algo realmente grave. Como usted bien sabe, no podemos desplazar a esos pacientes.

El director pensaba con todas sus fuerzas. Debía haber alguna forma de reponer el suministro en esa sección, de salvar esos pacientes. Una idea cruzó su mente, iluminando su rostro.

-¿No podríamos desviar la energía desde otra sala?

-Es posible que... -El técnico comenzó a desplegar un plano sobre el escritorio. Cuando el director vio que trataba cuidadosamente de hacerse un espacio sobre la mesa, barrió toda la superficie con su brazo, arrojando al suelo una lluvia de clips, bolígrafos, pisapapeles y documentos.

- Podríamos cortar aquí y aquí -Decía el técnico mientras iba señalando puntos sobre el plano- y desde aquí traer una línea por esta pared... Habría que hacer un agujero, claro... Pero tenemos el suficiente cable si partimos de esta toma...

Mientras escuchaba, el director seguía contando los minutos mentalmente. -¡No importa la pared! ¿Puede hacerse o no?

-Sí, creo que podemos, pero eso dejaría esta otra sala sin suministro.

El director miró el lugar que señalaba. -¡Pero eso son las incubadoras!

-Sí, me temo que no podemos hacerlo desde otro sitio.

-¿Podríamos conectar esas seis incubadoras en algún otro lugar?

-Imposible. Están fijas y son demasiado grandes. Ese modelo no puede desplazarse.

-Hay media docena de niños allí ¡Morirán!

La voz del técnico temblaba cuando respondió -Señor, yo no puedo hacer nada más. Bien sabe Dios que no quiero esa responsabilidad. La decisión está en sus manos.

Demasiado a menudo, un director de hospital tiene que tomar decisiones duras, que marcan la línea entre la vida y la muerte. Pero ahora eran niños. Seis niños prematuros que morirían si desviaban el suministro. Pero, si no lo hacían, serían muchos cientos, casi un millar de vidas inocentes.

-Está bien. Háganlo.

Cuando el técnico salió, el director se derrumbó sobre su escritorio. Sabía que había tomado la decisión correcta: Seis vidas a cambio de casi un millar. Pero también sabía que la culpa que sentía ahora no le abandonaría jamás.

Cuando le informaron de que habían efectuado la conexión, y como una especie de acto de expiación, se obligó a sí mismo a bajar a la sala de incubadoras, a acompañar a aquellos niños en sus últimos minutos.

Se deshizo de las enfermeras que trataban inútilmente de ayudar en algo y entró solo.

La sala estaba completamente a oscuras. Algunos de los niños que tenían suficientes fuerzas habían comenzado a llorar, arrastrando a otros a acompañarles en un coro demencial.

El director permanecía allí, entre ellos, llorando con ellos.

Esperó mientras los llantos de los niños se iban acallando en un silencio de muerte, hasta que sólo se escuchaba el suyo, y salió.

Probablemente está sería la decisión más dura de toda su vida, pero sabía que había hecho lo correcto.

Secándose las lágrimas, caminó hasta la sala de al lado, huyendo de la visión de la muerte y buscando ánimos en las vidas que había salvado.

Cuando entró, sus dudas desaparecieron como por ensalmo al contemplar su obra.

Frente a él, y gracias a la energía sustraída a las incubadoras, un frigorífico mantenía con vida casi un millar de óvulos fecundados. Casi un millar de inocentes salvados por el sacrificio de sólo seis.

Casi un millar de vidas.

Original del tres veces grande Allan Psicobyte



Addenda (vista en A bordo del Otto Neurath):

MANIFIESTO CONTRA LA UTILIZACIÓN IDEOLÓGICA DE LOS HECHOS CIENTÍFICOS

Los abajo firmantes, investigadores científicos, suscribimos el presente Manifiesto para salir al paso de la creciente utilización ideológica y partidista de la Ciencia y la investigación científica en relación al debate suscitado en torno al anteproyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo.

Los datos científicos disponibles sobre las etapas del desarrollo embrionario son hechos objetivables, cuya interpretación y difusión han de estar exentas de influencias ideológicas o creencias religiosas. Por ello, denunciamos el reiterado uso del término “científico” al referirse a opiniones sobre las que ni la Genética, ni la Biología Celular ni la Embriología tienen argumentos decisorios. El momento en que puede considerarse humano un ser no puede establecerse mediante criterios científicos; el conocimiento científico puede clarificar características funcionales determinadas, pero no puede afirmar o negar si esas características confieren al embrión la condición de ser humano, tal y como se aplica a los individuos desarrollados de la especie humana. Esto entra en el ámbito de las creencias personales, ideológicas o religiosas.

Los científicos, como el resto de los ciudadanos, tenemos la libertad de adoptar en función de nuestras ideas y creencias, posturas personales frente a cualquier iniciativa legislativa, que habrá de ser finalmente aprobada por el Parlamento de la Nación, pero consideramos importante evitar que se confunda a la sociedad, contaminando problemas de carácter social, y por lo tanto de convivencia, con argumentos a los que la Ciencia no otorga legitimidad.
Firmas

sábado, 9 de febrero de 2008

Pelotón de fusilamiento (XLIX)

9 de marzo de 2058

Hola a todos.

Hoy ha sido un día de clases, normal y especial a la vez. Mi madre me llevó al colegio donde estudio, “Colegio Público Mártires del 36”. Mamá nos lleva y nos trae todos los días a mí y a mis tres hermanos al colegio y luego lleva a mis tres hermanos al suyo. Ella me ha dicho que antes los niños y las niñas iban juntos a las mismas clases, pero pasaban cosas muy malas y muy feas. Yo pienso que esas cosas se las inventa mi madre cuando se le acaban los cuentos que nos lee. A ella les gusta mucho unos de una autora de hace un montón de años, Ana Botella.

En el colegio hemos tenido sólo las primeras horas de clase. Después del recreo hemos tenido unas clases especiales que nos ha dado el director, el padre Andrés. El director nos ha contado que hoy se celebra un día especial. Hoy hace medio siglo que España se libró para siempre de una gente que él llama “los socialistas”. Nos ha contado que, en esa época, pasando muchas cosas malas: sexo, homosexuales, ateos y otras muchas palabras que nunca había oído y que no sé que significan.

Juan Pablo me ha contado que los católicos ganaron porque los socialistas y los comunistas estaban divididos. Pero no me lo creo, porque todo el mundo sabe que todos los españoles estaban en contra de ellos.

Se tiró mucho tiempo diciendo que la Iglesia era perseguida, los curas y las monjas maltratados y que los socialistas abusaban de los niños menores. No sé de qué hablaba. Luego le dijo a Paco, mi compañero de pupitre, que le acompañase a su despacho. Paquito se echó temblar pero el padre Andrés nos dijo que tenía que consolar a Paquito.

A la salida, mamá llegó un poco tarde, porque mis hermanas que van al “Colegio Público Femenino Benedicto XVI”, habían salido con retraso. Con ella llegó la madre de Luis, hablando en voz baja con mi madre. Parecía nerviosa y con ganas de llorar. Mi madre le repetía: “resignación, paciencia, ten paciencia”.

Mientras volvíamos todos le pregunté a mi mamá porque la mamá de Luis tenía los ojos morados. Mi mamá me dijo que se había caído por las escaleras. La pobre mamá de Luis tiene mala suerte de verdad, porque se cae por todos sitios al poco tiempo de tener la cara sin moratones. Sí, debe ser una mujer con muy mala suerte, porque Luis tiene un tío, que habla y se mueve de una forma muy curiosa que va a un médico que llaman psiquiatra, pero que no se cura nunca.

Todos en casa nos hemos puesto a comer. Papá ha llegado más tarde y mamá le ha dicho algo que él se ha enfadado mucho. Decía que tenía cuatro trabajos para pagar el colegio, que a pesar de ser público había que pagarlo, para mantener el seguro sanitario por si alguno de nosotros se ponía malo y que además iban a despedirlo de alguno de sus trabajos porque han descubierto que de muy joven perteneció a un sindicato, o algo así.

Nos hemos puesto a ver la tele un rato. A mí me gusta ver el cuarto canal de “Libertad Digital”, pero hoy no echaban la serie habitual sobre unos niños que lo pasaban fatal en una cosa que era la Seguridad Social. Había un programa especial, sobre un tal Federico, en el que se contaba cómo consiguió derrotar a un hombre muy malo llamado Zapatero, como el que te dicen que va a venir si no te duermes. Comentaba que tuvo que inventarse algunas cosas pero que como dijo San Ambrosio, “el fin justifica los medios”. Después echaron un reportaje sobre lo que pasó hace cincuenta años y como se perseguía en España a la gente buena, honesta y católica.

Ahora estoy haciendo los deberes. Esta carta es lo que tengo que hacer para mañana. Cada uno tenemos que contar lo que nos ha pasado hoy para hacer una exposición, con todas ellas, para el día de la “Familia Católica y Española”.

Me voy a poner a estudiar Historia. La lección empieza con una frase de uno de los más grandes héroes de España, Manuel Pizarro, que dice: “Cobrar impuestos para pagar hospitales o colegios es animar a los vagos a seguir siéndolo, robándole a los verdaderos trabajadores, las empresas”. Bueno, termino la carta, que tengo que estudiar este tema, “El Fin de la Anarquía Democrática y el Renacimiento Católico en España”, porque si no lo hago don Dionisio seguro que me lo pregunta mañana.

Original del Geógrafo Subjetivo


El link proporicón del día
Y otro
Y otro!

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lunes, 5 de noviembre de 2007

Crónicas de Barataria (II)

(Extraído de los Archivos Nacionales de la República)

(...) E llovió fuego e azufre e la tierra misma se abrió e las sendas quedaron cortadas e hubo gran mortandad entre los súbditos del Príncipe d'aquell'Era (...) E salió el Príncipe y los que de la su parte estavan a l'alto de la balaustrada e acusaron a gritos a las brujas que moraban al norte del país e lanzaron anatema en contra dellas e mandaron perseguirlas e quemarlas en la hoguera. Mas ay que'l mesmo Príncipe dixese tiempo ha que las manos e las lenguas e las orejas d'aquellas brujas havían sido cortadas e que ya no podrían conjurar más ni facer más maldades e encantamientos (...) y el pueblo rebelóse et expulsó al Príncipe e puso a otro en el Trono, pues dezian que'l Príncipe habíales mentido (...)

Interesóse el Gran Inquisidor por el caso, por ser clara muestra de magia negra e mala fe (...) E d'orden del Gran Inquisidor los nobles e los cavalleros e la tropa afanáronse en hallar y dar caza a las brujas q'havian provocado la desgracia (...) e hallándolas en akelarre tratáronlas de detener, pero el Maligno está'n todos los sitios y grande es su poder, e llevóselas consigo en una bola de fuego, con ellas arrastrando un infortunado infanzón, Nuestro Señor tenga piedad de la su ánima(...)

E fueron conducidas las brujas que'l Diablo non s'havia llevado con él a presencia del Gran Inquisidor para ser juzgadas por los sus crímenes, y hete aquí que ninguna dellas era del akelarre del Norte (...)

Mas los de la parte de l'anterior Príncipe que restaban en el país seguían diziendo "al norte, al norte!", et el anterior Príncipe mesmo, que'n después de ser expulsado del Trono habíase refujiado en Cortes estranjeras, trataba de malmeter e sembrar zizaña e acusar al novo Príncipe d'estar en comunión con las brujas del Norte e de tratar con ellas, mal pese a q'este fizo más campañas que aquel en contra d'ellas e n'apresó más e destruyó más de los sus tabernáculos infernales (...)

Celebróse finalmente santo juizio, e fue largo e pesado por ser tan grabes las acusaciones vertidas (...) e pese a que todo las indicaba (...) e manque incluso, protejidas por el Maligno, flotaban sobre las aguas cual gansos (car las brujas son de madera et es sabido y conocido que la madera flota como flotan los gansos, et es también sabido y conocido q'el Diablo proteje a las brujas e evita que vayan al fondo e s'afoguen) (...) los que de la parte de l'anterior Príncipe restaban en el país seguían diziendo "al norte, al norte!" e intentaban salbarlas del su justo castigo y pena, pues creían que faciendolo exculparían al anterior Príncipe y este podria volber al Trono e ser amado y celebrado de nuevo (...) e como eran muchos y poderosos por haber medrado durante el su reinado facían mucho estrépito e incluso llegaron a confundir algunas mentes simples (...)

E llegóse al final del santo juizio y demostróse ante los ombres et ante Dios todopoderoso y su Santa Madre e todos los santos del cielo que eran culpables, sindo condenadas a grillete de hierro para que no pudieren facer más encantamientos e mazmorra de por vida (...) y demostróse también que las brujas del Norte, aun con ser pérfidas y malvadas e diabólicas non habían habido nada en la cuestión y ansina lo señaló el Gran Inquisidor(...)

Pero los que de la parte de l'anterior Príncipe quedaban seguían diziendo que habían estado las brujas de la parte del Norte, e incluso algunos, ofuscados sin duda por las argucias del Maligno, que hasta de la santidad sabe destilar el Mal, llegaron a acusar al Gran Inquisidor d'estar hechizado o incluso en trata con las brujas e actuar al su dictado (...) pero ya nadie no les creía e convirtiéronse en objeto de mofa, burla y escarnio, et eran señalados por la calle e los niños les arrojaban fruta pocha para reirse dellos y corrían detras dellos (...)

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lunes, 11 de septiembre de 2006

Crónicas de Barataria

(Extraído de los Archivos Nacionales de la República)

... Y el Bufón saltó al centro de la Plaza en dia de Mercado, e faciendo sonar sus cascabillos clamó e fizo chanza y befa ante las matronas que allá se hallaren contra l'anterior Príncipe y el vasallaje que cumplió ante el Imperio de Freedonia e la guerra que dello surgió (...) e amparándose en la prerogativa de habla del Bufón fizo escarnio e mal dijo con conjuros de Bufón contra aquellos que de la parte del anterior Príncipe malmetían sobre el nuevo e cuidaban de cortar las rutas de comercio entre las ciudades de la República y a enfrentallas las unas contra las otras (...) y las matronas y los artesanos rieron e aplaudieron e escandalizáronse de falsa modestia por la su lengua gruesa, y lanzáronle muchas monedas que él se afanó a recoger. E asína quella noche e las que la persiguieron el Bufón pudo comer plato caliente e dormir bajo buen techado e no depender de la bonhomía del Príncipe o de los Gobernadores de la ciudad para facello, sino sólo de las sus buenas artes...

... Y en ese tiempo fue que el Bufón encaminose a la muy noble villa de Mandril, do gobernavan de la parte de l'anterior Príncipe, llamado como fue para facer sonar allá sus cascabillos e cantar romances de tiempos viejos, más ay! que es mala la envídia y los rencores y la mala fe del converso (...) que allá moraban aún partidarios del antiguo Príncipe e de Príncipes aún anteriores, de los tiempos de la sombra y la sangre y el miedo, que no reconocían el derecho de habla del Bufón ni el de nadie que no fuese el dellos y el daquellos quienes como ellos dijeren (...) que recibiéronle a las puertas de la villa lanzándole por sobre dél verduras e uevos e calumnias, e mintiendo e porfiando sobre la su persona e las sus palabras, y con malas artes e amenazas de hoguera impidiéronle entrar en la villa (...) e lo desterraron a siete leguas de la mesma e le forzaron a vestir jubón amarillo e ropas de leproso...

... E dicen que cuando la dama que habíale convidado, principal de la ciudad, intentó mediar en defensa del Bufón, los mesmos que habíanle expulsado de la villa amenazaron con golpealla e vejalla y expulsalla también de la ciudad, y ella callóse vergonzosamente e retirose a sus aposentos e fizo como que si nada hubiere sucedido...

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miércoles, 13 de julio de 2005

Barcelona, 2163

Îbrahim se levantó de la cama y descorrió la cortina. El acto era reflejo, cultural, vacío de ningún significado. Al otro lado del viejo vidrio reforzado tan sólo le observaba la vieja capa de alquitrán, hollín y porquería, absolutamente negra y opaca. Pero abrir las ventanas (aunque fuese figuradamente, aunque nunca hubiese podido abrirlas, ni él, ni sus padres) era una de las cosas que se hacían por la mañana, al levantarse, como se habían hecho siempre.
Desayunó los restos de la cena del día anterior y un vaso de agua del grifo, turbia y oscura, y sintió una punzada de alegría culpable en el pecho cuando le vino a la mente lo que le explicaban sus padres sobre la carencia de alimentos y el racionamiento de agua que se sufría cuando ellos eran jóvenes, y de cómo eso acabó cuando la población se redujo drásticamente tras el Accidente y la llegada de la Gran Nube.
Recogió los restos del desayuno en un plato y los vertió sobre la pecera donde sus dos medusas se retorcían sobre el viejo castillo de escayola de decoración, como intentando devorarlo, mientras emitían pálidos destellos fosforescentes. Îbrahim notó en el manto de una de ellas manchas oscuras, extendiéndose como un cáncer. Rápidamente dirigió su mirada hasta la arena (las limaduras de plástico, deshecho industrial recuperado conseguido de contrabando) del fondo de la pecera, sólo para encontrarse con una fina capa de polvo negro depositado sobre la superficie amarillenta. Hollín. Había entrado hollín en casa. Mierda. Tenía que hacer cambiar los filtros de aire rápidamente, antes de que se viese obligado a dormir en el traje de contención. Quizás no pudiese permitirse vivir en las neociudades blindadas sobre el mar, pero ese pequeño resquicio de libertad que le suponía el poder quitarse ese armazón entre las paredes de su casa era un lujo al que no estaba dispuesto a renunciar, aunque para ello tuviese que estar sin comer un mes.
La vieja bombilla de filamento que colgaba de un cable pelado en el techo se apagó de pronto, dejándole con la única iluminación de la fosforescencia natural de las medusas. En la penumbra, aquella mancha oscura resaltaba aún más. Maldiciendo entre dientes por el gasto que le iba a suponer aquello, por la segura muerte de su mascota y porque como no se espabilase llegaría tarde a su trabajo en el vertedero, se puso el traje de contención, conectó los filtros de aire y los focos de los hombros y salió de casa, asegurándose con mucho cuidado de no abrir la segunda puerta antes de que la primera estuviese herméticamente cerrada. No quería que una sola partícula de aquel aire ponzoñoso entrase en su habitación.
Según salió de casa, la oscuridad más absoluta se ciñó sobre él. Bajó las escaleras a tientas, con la seguridad que da el llevar haciendo el mismo recorrido todos los días durante veinte años, mientras sus ojos se iban acostumbrando a aquella oscuridad que, literalmente, reptaba sobre él. Rápidamente reconoció la luz de las lámparas halógenas de sus hombros. Después, el reflejo de las bandas reflectantes del traje que debían permitir que la gente no chocase contra él en la calle. Casi al llegar a la planta baja, las mismas bandas reflectantes que marcaban los caminos en el suelo, líneas paralelas rectas de un palmo de grosor que, una vez en la calle, formarían intrincados diseños al mezclarse con las de los otros edificios y las de la propia acera.
Tragó saliva al cruzar el umbral. Por primera vez en meses, casi un año, el viento soplaba del mar, desgajando un poco la eterna nube negra que se ceñía sobre la ciudad y permitiendo que una pequeña fracción de luz solar se filtrase y llegase hasta el suelo. Apagó los focos, no los necesitaría. De momento. Que aquí hubiese luz significaba que arriba, en el vertedero, el aire se podría cortar –literalmente- con un cuchillo. Mierda. Corrió para no perder el autobús, ignorando conscientemente al vagabundo que casi se le lanzó encima para pedirle ayuda. No podía hacer nada por él. Su piel grisácea, los labios azulados y, sobretodo, el hecho de que no llevase ni siquiera mascarilla indicaban que no le quedaban más que horas de vida. Pasó indiferente ante los arcos del Liceu, donde tres miembros de la guardia, con sus armaduras negras de cascos polarizados, totalmente opacos desde fuera, montados en sus motos de oruga reglamentarias, protegían un Carro de Muertos, que iba recogiendo los cadáveres anónimos de pobres diablos que habían cometido la imprudencia de salir a la calle sin protección.
Cuando llegó a Canaletes, respiró tranquilo. El autobús aún no había pasado, la parada estaba demasiado llena. Se puso a la cola y miró Rambla abajo, hacia el mar, hacia la presencia ominosa en la lejanía de aquel monstruo de acero y cristal que les miraba, burlón, desde un lugar seguro mar adentro, lejos de la nube de residuos de combustión y productos tóxicos que se había aposentado sobre la ciudad. La neociudad que se habían hecho construir los ricos para escapar de la Muerte Negra que ellos mismos habían convocado.
Vio subir un grupo de gente por las Ramblas, provinentes sin duda de alguno de los veleros que hacían de transbordadores entre la neociudad y el puerto. Criados de permiso, o trabajadores demasiado viejos o demasiado enfermos como para seguir sacándoles rendimiento. Îbrahim se fijó en una chica, joven, con un vestido totalmente fuera de época y que no acababa de encontrar acomodo. Un vestido que un dia fue blanco, pero que la porquería que flotaba en el aire había acabado tiñendo indeleblemente de un gris sucio. Un vestido de novia. Sin duda, una criada de alguno de los Señores que había logrado que le diesen el dia libre para poder casarse. No pudo evitar mirarla a la cara. Era joven, casi una niña. En su rostro habían restos de lágrimas, y en su cuello, debajo de la oreja derecha, la marca de un chupetón aún fresco. Îbrahim sintió un escalofrío recorrer su espalda y se dio cuénta de qué había pasado la noche antes y cómo había logrado la pobre chica el dia libre.
El autobús llegó, envuelto como siempre en una nube de humo negro y maloliente (un olor que se colaba incluso por los filtros del casco) producto de la mala combustión de las grasas que se usaban para hacerlo funcionar, y montaron en él. Comenzaron la subida hacia el Tibidabo y, mientras subían, el aire se fue volviendo cada vez más espeso y más oscuro, más cargado de partículas en suspensión, hasta que se vieron obligados todos a encender las luces de sus trajes de contención, y lo único que podían ver eran las líneas fluorescentes de las bandas reflectantes del traje del vecino...

En Diciembre de 1952, una combinación de niebla y polución, provocada por las chimeneas tanto de la industria como de las viviendas y por los gases de escape de los vehículos cayó sobre Londres, generando el Great Smog o Killer Fog, provocando alrededor de 12000 muertes por envenenamiento y obstrucción pulmonar y reduciendo durante dias la visibilidad a menos de un pie de distancia. Más información, aquí o aquí

martes, 14 de junio de 2005

Meme literario

Como terapia de desintoxicación del talibán que va a ir ocupando (al paso que vamos) gran parte de las entradas de este, su blog, hasta finales de mes, me he decidido a comenzar un meme. Ya saben, uno de estos correos en cadena. Como el de la música del otro dia, pero en este caso, literario. A ver que sale.

La mecánica es simple. Se comienza con un párrafo de una historia, y el receptor debe indicar de dónde lo ha recibido (para poder seguir la historia completa), copypastear estas instrucciones, copypastear el párrafo recibido (sólo el último, que si no el post se haría larguísimo en poco rato), escribir el párrafo siguiente (un párrafo, tres o cuatro líneas a lo sumo) y reenviárselo a otra persona. Sólo una. Y, dentro de lo posible, de la que haya la seguridad que va a contestar. Por supuesto, lo suyo es poner también el enlace a la persona a quien se le envía. A parte de eso, todo vale, siempre y cuando la historia tenga una cierta coherencia interna. Después de todo, es SU historia. Y estaría bien que avisasen, cuando cuelguen la continuación, a quien se la ha enviado de que la historia continua.

Y la historia empieza tal que asín...

Sara dió un último empujón y la puerta finalmente cedió, provocando que una catarata de polvo cayese sobre ella. Cuando consiguió dejar de estornudar (maldita alergia!) miró hacia el interior de la vieja casona familiar, mientras los recuerdos se agolpaban en su cabeza. Todo lo que lograba ver ahora, a la luz de la mortecina luz que se colaba por los agujero de las persianas, era polvo, telarañas y, sobre la mesilla del recibidor, un viejo jarrón de cristal con un ramo de rosas secas.

Y le paso la historia a lady Angua! hagan juego, señores!

sábado, 25 de diciembre de 2004

Un cuento de Navidad

Siempre he odiado las fiestas de Navidad. No soporto las reuniones familiares, las falsas sonrisas, los regalos chorras, los programas de televisión más chorras aún, la obligación de ser feliz, cuando lo que en realidad te apetece es descuartizar a tu familia con un cuchillo de cocina, tirar sus restos por el lavabo e irte de juerga con tus amigos. Pero todos los años tengo que soportar esas interminables reuniones, que dejan secuelas para el resto del año. Así que, qué haces para soportarlas? Comes. Bebes vino. Me gusta el vino blanco, dulce, algo seco, afrutado. Ese que pasa como si fuera agua, y que cuando te quieres enterar la habitación ya te está dando vueltas.

Y los regalos... Qué me decís de los regalos? Siempre se regala lo más inútil que se ve. Y para mí, que se hace a mala leche, el regalar algo que no va a gustar. Quizás sea el subsconciente, o quizás falta de imaginación. Personalmente, odio que me regalen ropa, colonias o música. Nunca me aciertan con los gustos. La verdad es que lo mejor es que te den dinero, y al día siguiente te lo gastas en una buena farra. Pero es que es verdad, hay cada regalo que da miedo. Y qué haces para olvidarlo? Beber vino. No sé, todas las navidades me entran ganas de probar el amontillado. De pillarla de amontillado. Dicen que es muy bueno. Pero claro, es carísimo, y en mi casa no hay tanta pasta. Es una lástima, me encantaría celebrar un banquete de navidad con un buen tonel de amontillado junto a la mesa... Uno como el del cuento de Poe.

Y qué decir de los programas de TV!! Parece que compitan por ver quién lo hace peor. Y entonces es cuando cogerías a ese tío que te ha estado haciendo la puñeta toda la noche y lo estampa­rías contra la pantalla, para matar (es un decir, claro) dos pájaros de un tiro: Al jilipollas de tu tío, y al jilipollas que está intentando imitar a Raphael, y encima lo hace de pena. Pero por educación no lo haces (la familia se enfadaría si rompieras la tele), y acabas comiendo turrón y avellanas compulsivamente.

Pero este año estuvo bien. Justo cuando abrí mi regalo (una horrible camisa de flores en colores brillantes que no me voy a poner en la vida), mi tío hizo el enésimo chiste malo sobre mi vida privada, y por la tele salió Ana Obregón con uno de sus recurren­tes ataques de histeria. Fue entonces cuando cogí el cuchillo de cortar el turrón, me giré hacia mi tío, y le dirigí la mejor de mis sonrisas...

Ah, adoro la navidad.

(Escrito en navidades del '97)
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