¿Por qué la Iglesia se empeña en apropiarse de esta semana del año, saliendo a la calle y haciéndosela suya? ¿Por qué los capirotes o cucuruchos de cartón cubierto de tela blanca o de otros colores que se colocan en la cabeza los cofrades en las procesiones de Semana Santa me recuerdan el Klu Flux Klan? ¿Por qué los “costaleros” soportan todo el peso que cae sobre sus hombros y espaldas, como si de ellos dependiera todo el peso del mundo? ¿Qué es lo que desata tanto fervor religioso? ¿Por qué la Iglesia pretende que estas costumbres y ritos populares se mantengan a toda costa, generación tras generación, sin que se acepte a cambio una mínima crítica? ¿Por qué en este país las procesiones de Semana Santa son fiestas religiosas por excelencia mantenidas por autoridades religiosas y civiles, con la excusa de ser fuente de atracción turística? ¿Por qué se empeñan en que todos los turistas españoles y extranjeros se desplacen in situ para que conocer y “disfrutar” de esta “santa” tradición? ¿Por qué para el español, sea creyente o ateo, la Semana Santa tiene que ser la más importante demostración del año? ¿Por qué la Iglesia se pavonea y se enorgullece tanto de las imágenes recargadas que impone por narices al resto de los españoles, mostrándolas durante horas por las calles de todas las ciudades y pueblos? ¿Por qué las procesiones austeras y silenciosas de los pueblos castellanos contrastan tanto con el derroche de luz y color de las celebraciones andaluces y levantinas? ¿Por qué las diferentes cofradías necesitan arropase con vistosas túnicas, rodearse del olor a cera, de sonidos de tambores y trompetas y de toda una parafernalia para demostrar sus íntimas convicciones? ¿Son estos ritos religiosos la demostración de una Iglesia triunfante, necesitada de los mismos para sobrevivir? ¿Por qué el atuendo de los cofrades va desde la pureza del blanco hasta el luto, pasando por toda clase de tonos morados o púrpuras? ¿Por qué esa necesidad de expresarse con esos silencios, con el luto riguroso, con imágenes melifluas, con capirotes, cuyo origen se remonta a la inquisición, con ese fervor religioso-pagano, con interminables y ruidosas tamboreadas y con esta complicada simbología? ¿Por qué tanta lágrima ante una lluvia que impide de vez en cuando un Paso? ¿Por qué tanta pasión y esta obsesión en celebrar la Semana Santa?Original de don Santiago Miró
1 comentario:
Señor Sota, como ateo militante, el primér impulso que siento es ponerme de sú lado y preguntár también ¿porqué? hasta el infinito.
Pero una véz pasado el primér momento, reflexiono sobre el tema y le encuentro el lado bueno aún desde mi posición de descreido. Pasaré a enumerár las ventajas.
- ¡¡Cinco dias de fiesta consecutivos, cinco!!. Uno puede aprovechár para hacér turismo, pintár el piso, acometér las "chapuzas" domesticas pendientes, o como en mi caso, hacér el vago con totál indolencia.
- La industria del turismo factura una buena parte de sus beneficios estos dias, y una parte depende de los "guiris" que se descuelgan por aquí a contemplár estos espectaculos pretendidamente fervorosos, y que no dejan de sér eso, puro teatro.
- Una cierta catarsis colectiva canalizada en las procesiones. La gente se desahoga a sú manera, cantando saetas, disfrazandose de nazareno y arrastrando crucifijos y cadenas, o simplemente con un cirio encendido en las manos. Y se quedan a gusto y relajados. Si se suprimiesen estos ritos, quizás la estadistica de trastornos psiquiatricos, los suicidios y el indice de delitos aumentarian.
- Y en último lugár, el legitimo respeto que merecen los que vén la religión de esa manera. A los que no creemos, o no creemos de esa manera, siempre nos queda el recurso de no asistír a esos eventos. Ya lo dijo Machado : "No quiero cantar ni puedo, a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en la már".
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