Últimamente ando de puto culo y al día le faltan horas, por eso posteo mucho menos que antes. Y témome que la tónica va a seguir por el mismo camino por lo menos hasta finales de mes. Cosa que me revienta, por otra parte, porque ya había cogido un cierto ritmo de posteo y ahora me jode cantidad romperlo, pero qué le vamos a hacer, si no puede ser no puede ser, y además es imposible.
Pero la falta de tiempo (y de sueño) no fue problema para que el sábado pasado (sí, fue el sábado y lo estoy explicando en jueves. Que por qué no lo hice, por ejemplo, el domingo? Pues porque no pude) aprovechara el regalo de reyes que me hizo mi hermano (que no me lo merezco), y me fuese al teatro, a cumplir una pequeña deuda histórica que tenía conmigo mismo.
Reconozco que mi primera reacción cuando me enteré de que, después de una década, reponían esta obra, fue de decir mierda!. No, miento. Mi primera reacción fue abrir los ojos como platos y poner una sonrisa à la Liefeld, lo de mierda! fue la segunda. Porque la reponían en el TNC, teatro contra el que tengo una especie de vendetta personal no sólo por el ampuloso y poco apropiado nombre, y no sólo por el chou de vodevil barato que se montó con la salida de su alma mater, el aborrecible Flotats, un actor que sólo ha hecho bien de Cyrano, y porque no necesitaba maquillaje. Lo que más rabia me da de todo es el edificio en sí. Que le pagaron a Bofill un pastón y medio por él, y lo único que hizo fue copiar el Partenón, acristalarlo y ponerle una chimenea. Y palmeras a la puerta, eso que no falte. Y que ocupa una cantidad indecente de espacio público que podría haber tenido muchos mejores usos, desde guarderías o bibliotecas a geriátricos, pasando por polideportivos o institutos. O incluso vivienda de protección oficial. Y que el dinero que se gastaron en pagar ese engendro arquitectónico lo podrían haber empleado en montar una compañía estable con cara y ojos, al estilo de la Royal Shakespeare Company o la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que tuviese sede, por ejemplo, en el Romea (que es un magnífico teatro, bello y con una acústica acojonante), que ya era de la Generalitat, o en el Poliorama (en plenas Ramblas, más céntrico imposible), que en aquellos momentos también lo era, y que pudiese ir y venir por toda Cataluña y parte del extranjero, sin necesidad de obligar a los no-barcelonenses a desplazarse hacia el Gran Leviatán.
Divago, disculpen. Eso. Que me había hecho promesa de no poner pie en ese sitio cuyo nombre no volveré a nombrar aquí a poco que pudiese evitarlo, pero si hacían la obra allí, TENÍA que ir. Por suerte me leí la letra pequeña, y vi que después de un par de meses se trasladaban al Victòria. Ah, migo! Ese montaje fue concebido para el Victòria. Esperaríamos, pues. A todo esto, llevo más de media página de Word y aún no he dicho el nombre de la obra. Mar i Cel, el FANTÁSTICO musical que montaron los Dagoll Dagom sobre la obra homónima de Àngel Guimerà. Una obra que no pude ver en su primer montaje (era un chinorri por aquellas calendas), pero de la que acabé gastando el disco con el cásting, y que me hipnotizó completamente cuando la recuperé en televisión.
Y, desde luego, se merece toda la fama que acarreaba y más. Dejando aparte la historia (la enésima vuelta de tuerca a Romeo y Julieta, esta vez un pirata morisco víctima de la expulsión de estos de Valencia por Felipe III cuando era un chinorri y la hija del Virrey de Valencia que ejecutó el decreto de expulsión), la música es una delicia. Y la escenografía es, sencillamente, impresionante. Ese barco pirata al completo moviéndose con toda naturalidad por el escenario. Esas dobles escenas simultáneas de exterior e interior. Ese barco avanzando a todo trapo, en mar picado, subiendo y bajando las olas...
Nota aparte son los actores, porque ya les digo que me sabía la obra, música incluida, de memoria. Sabía que el papel de Saïd lo volvía a hacer Carlos Gramaje, así que por ahí estaba tranquilo. Lo que me daba mucho miedo era Blanca, que en esta ocasión ya no era la Gonyalons pletórica del montaje que tenía en mente, sino la triunfita Ana Gadel. Y oigan, que pasa la prueba, y con nota. Que canta bien, actúa bien y le echa sentimiento y arrojo a la cosa. Y lo mismo para Ferran Frauca en el papel de Joanot, que resulta incluso más increíble que el anterior (Pep Cruz?). Las pegas vienen con don Carles, que el actor que lo hace ahora (Xavier Fernandez) no tiene la magnífica voz (ni la presencia física) de todo un Miquel Periel, y, sobretodo, con Maria. A ver, que yo no digo que Anna Moliner no sea una gran actriz y una gran cantante, pero su voz de pito (que será soprano, pero no deja de ser voz de pito) resulta, como poco, cargante. Y cuando uno lo que tiene en mente es esa maravilla de mujer y de artista que es Roser Batalla, con esa voz eternamente a un punto de convertirse en voz de cazalla, con esa declamación, con esa entonación, con esa forma de susurrar cuando hace falta y de morder las palabras cuando toca... Pues encontrarse en su papel a Gracita Morales, es duro, que quieren que les diga.
Alguna otra cosita más hay que rechina (y no tanto porque rechine en sí, sino porque no me cuadra con la versión que yo conocía y amaba, como la conversación entre Mohamed y Saïd, entonces desafiante por parte del primero y ahora llorosa), pero aún así esta obra es una puta maravilla. Y ni lo peligroso de las escaleras que llevan hasta el gallinero (que casi me mato bajando en el entreacto), ni el tener que estar toda la obra mordiéndome la lengua para no ponerme a cantar yo las canciones, jodiéndoles el espectáculo a los de al lado, ni el haber gastado un paquete de clínex llorando como una pepa, no me hará cambiar de opinión.
Y, a poco que pueda, volveré otra vez. Que me quedé con ganas de más. Y con ganas de comprarme una camiseta, que no llevaba pasta bastante.
“No sé si les suena la película”
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*Mujer con un muñeco de Mazón durante una manifestación que recorre las
calles de Valencia para exigir la dimisión del presidente de la Generalitat
val...
Hace 1 hora
4 comentarios:
Y yo que no le acabo de ver el qué,aunque creo que es un problema con los musicales en general. Me dan un poco de rabia. Con algunas excepciones.
Ya sabéis que tanto el video (en dos partes) como el disco están en la mula, ¿no?
Pues no, no lo sabía. Pero si ha encontrado la grabación de video, ya tarda en bajársela, que aunque lo vendan como musical no deja de ser una opereta. Y el que esté en catalán no es excusa, miseñora, que se de buena tinta que usted se las traga en italiano y en alemán...
La primera mitad ya está en el disco duro a la espera de su hermana (van como balas) y del disco para tenerlo todo juntito.
Estoy esperando a que se baje, al menos, todo el video para no quedarme a medias mientras lo veo. Pero el trocito que he visto ("Madrid 1609" con unos señores vestidos de cuadro de Velazquez) me ha gustado, buen ritmo.
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