martes, 8 de noviembre de 2005

Hasta que la vida nos separe

Para mí, Pesadilla antes de Navidad fue un descubrimiento que, no diré que me salvó la vida, pero casi. El ir, nada más acabar una agotadora tanda de exámenes, en buena compañía (aunque luego el tiempo demostrase que no era tan buena) a los finados (y llorados) cines Capsa a ver una peli de Tim Burton en versión original ya prometía, pero el encontrarse con aquella absoluta P.O.M. (Puta Obra Maestra), con unos muñequitos perversos y disfuncionales, más expresivos y con más movilidad que el 90% de los actores de Hollywood, unas cancioncillas maravillosas y pegadizas que me acompañan desde entonces, un guión deliciosamente retorcido (no fue hasta mucho más adelante cuando me di cuenta de lo profundamente retrógrado y carca que es en el fondo), y personajes tan absolutamente fabulosos como los tres niños o el villano más carismático, con más personalidad y mejor conseguido desde... Lady Macbeth, por lo menos (Oggie Boggie, por supuesto), todo ello coronado por dos cortos tan magistrales como Frankenweenie y esa pequeña joya engarzada en plata barroca que es Vincent, digamos que me reconcilió con la humanidad. Al menos, hasta que se encendieron las luces.

Así que recibí la noticia de que Burton iba a hacer otra peli de muñequitos (y ya se que Pesadilla no es de Burton, pero a ver quien es el guapo que me dice a la cara y en la calle que Pesadilla no es una película de Tim Burton hasta las cachas), se me abrieron los cielos. Y cuando, en el pasado Saló del Còmic, vi los diseños de algunos de los personajes, sonaron las Siete Trompetas del Apocalipsis. Así que el otro dia, aprovechando que la estrenaban (fui a verla el lunes pasado por la noche, pero es que últimamente me da mucha pereza escribir, espero que me disculpen) me dirigí, todo ufano y alegre, hacia los cines Casablanca (que no los conocía, y están muy bien, y son baratos, al menos en las sesiones golfas) para alegre. Al cine, por desgracia, no llegué ufano y alegre, porque ya están mis amigos de TMB para impedirlo, pero ese es otro tema.

Y, para qué engañarnos, no es lo mismo. La Novia Cadáver no es Pesadilla Antes de Navidad. Y el problema es que da la impresión de que lo intenta, pero no llega. Para empezar, el diseño de los personajes, quitando a los principales, no es bueno. Demasiado caricaturesco, demasiado exagerado. En Pesadilla aún tenía razón de ser, porque se supone que eran arquetipos pasados de vueltas (o de ácidos), pero aquí esa razón no existe, y además se pasan de rosca. La animación (exceptuando el IMPRESIONANTE y FASTUOSO vestido de la novia) tampoco tiene la misma frescura que en la otra, da la impresión de ir a trompicones, como si hubiese menos imágenes por segundo de las necesarias. El mundo de los vivos es excesivamente gris, y el de los muertos de colores demasiado cantosos. Y en la música, Elfman tampoco se ha lucido. No sales del cine tarareando las canciones, y, cuando en la banda sonora de Pesadilla prácticamente todos los temas eran singles perfectos, aquí tan sólo el de bienvenida al mundo de los muertos resulta pegadizo. Y lo alargan demasiado. Los malos no son carismáticos ni tienen personalidad (aunque la madre de Victoria, una especie de Katisha pasada por el filtro del culebrón y la novela victoriana, podría haber dado mucho de sí), y el malo-malísimo definitivo de final de fase es ahostiable desde el primer instante en que aparece en pantalla (y en el que te das cuenta de que es el malo malísimo definitivo de final de fase). Eso sí, da pie al mejor chiste de toda la película, al final de todo. Y, para acabarlo de arreglar, nadie en su sano juicio (ni siquiera dentro de los esquemas de un personaje de película de Burton) preferiría a la pavisosa de Victoria por encima de la novia, que es un encanto en todos los sentidos.

El mayor problema de la película, no obstante, es precisamente ese. La comparación con Pesadilla antes de Navidad. La película en sí está bien, una historia de fantasmas no diré que clásica, pero sí contada cien veces (la excusa argumental recuerda más que poderosamente a La Fuerza de su Mirada, de Tim Powers, el desarrollo es el de cualquier historia de amores tortuosos del tipo chico-ama-a-chica-pero-se-ve-empujado-por-fuerzas-que-no-puede-controlar-a- -casarse-con-otra, y al final el bien y el amor triunfan, el mal se ve castigado, los fantasmas se liberan y un ángel gana sus alas), el guión tiene chistes ingeniosos, se hace llevadera, no se hace larga ni corta (y se agradece el poder ir al cine sin necesidad de llevar una sonda para poder mear, que personalmente estaba de películas de cuatro horas hasta lo que viene a ser el forro de los huevos), es entretenida, no hace pensar, pero tampoco requiere de una lobotomía para verla, la animación es, sin más, correcta...

Pero no es Pesadilla antes de Navidad.

Las expectativas que tenía eran demasiado altas, y eso se acaba pagando.

Vayan a verla. Que igual no pasa a la historia del cine, pero para pasar una tarde fría de noviembre, a ser posible en buena compañía, vale lo que cuesta la entrada.

1 comentario:

Aranluc dijo...

Pesadilla Antes de Navidad es mucho mejor, claro está. A mi las canciones incluso me estorbaban un poquillo, aunque me gustaron mucho las escenas en que tofcan el piano. Y se hace demasiado corta. FInal abrupto. Mi teoría: cuesta mucho mover los muñequillos, no nos pasemos de metraje...

En cuanto a por qué el se queda con Victoria... porque está viva. Es suficientemente noble como para aceptar las consecuencias de sus actos y compartir la muerte con la nocia, pero no nos engañemos, la novia es un alma en pena, y la forma en que se libera al final y lo contenta que parece de hacerlo es buena muestra de que en el fondo, morirse no es tan divertido. Aunque lo parezca.

En cuanto al argumento... está basado en un cuento popular ruso, exactamente el mismo rollo, un novio pronuncia sus votos matrimoniales sobre la tumba de una novia asesinada la noche antes de casarse y ella sale de su tumba para reclamarle como esposo.

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