El perro, al fin y al cabo, es un delicado animal de derechas. No hace preguntas. No tiene sentido de la historia. No juzga a su amo. Sólo lo respeta. Y no porque le da comida, sino porque lo tiene en su casa. Porque lo acarició un año bisiesto. Porque le dió un nombre, es decir, una identidad.
Francisco González Ledesma, Crónica sentimental en rojo
6 comentarios:
Para mí, que hay cariños que matan... no sé, lo mismo me equivoco.
uy theodore, creeme, podria ser peor... ya se puede dar Troy con un canto en los dientes con estos...
todos tenemos mucho cariño a Troy... y a McNamara!
Ted, naaaaah...
Will, te quejarás de mi...
Nan, no le he acabado de encontrar el qué a Nip/Tuck, mira...
No no, que luego si me quejo, haces un post... :P
Por una vez que maté a un perro...
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