Podríamos poner el punto de inflexión cuando hace cosa de una década todo aquel que quería ser "alguien" (o, por lo menos, parecerlo) empezó a convertirse al budismo y a besar por donde pasaba el Dalai Lama. De acuerdo que si nos ponemos a buscar en la historia nos encontraríamos con modas pseudoreligiosas anteriores (los videntes en la alta sociedad del XIX y principios del XX, el satanismo en los setenta, y tal), pero el fenómeno no tenía el mismo calibre, así que me permitirán que lo obvie. El Dalai Lama, decía. No hubiese tenido nada que decir al respecto si no fuese porque se pasaron al budismo sin variar un ápice su ritmo de vida habitual, que muy compatible, lo que se dice muy compatible con las enseñanzas de Siddharta no era, que digamos. Pero bueno, que la mayoría de ellos eran -teóricamente- cristianos previamente, y el tren de vida que llevaban TAMPOCO es que fuese especialmente apropiado para un seguidor del carpintero de la Judea. Salvo que fuesen calvinistas, que ahí ya entraríamos en la teología de a la salvación por el enriquecimiento personal, y a los demás que les den por culo, y eso ya sería otro tema. En cualquier caso, hay que reconocer que los que más se lo tomaron en serio, o los que más querían aparentar, o las dos cosas a la vez, algo bueno hiciero a causa del invento. Como mínimo, limpiar algún leprosito. Que, en la mayoría de los casos, debe ser lo más útil para la sociedad que hayan hecho en su vida.
Después, durante la segunda mitad de los noventa, llegó la Wicca. Cojan tres cuartas partes de lo que se ha conservado de los cultos animistas centroeuropeos, a ser posible, pasados por el tamiz del cristianismo fundamentalista medieval, con sus brujas y todo. Una cuarta parte de chamanismo nativo americano y santería afrocaribeña, siempre mal entendidos. Añadir unas gotitas de cristianismo de todo a cien. Agitar bien, y servir acompañado de unas rodajas de tontería New Age, y ya tienen una Wicca lista para el consumo de amas de casa high class (de las que tienen chacha, vamos) aburridas y adolescentes con un nivel hormonal inversamente proporcional a su capacidad intelectual. Una cosa así como de brujas modelnas y fashion (me atrevería a decir que trendy e incluso cool), que, pese a ser claramente una tontería para pasar el rato y sacarle los cuartos a las almas cándidas de siempre y volver a vender tableros güija a los niños (que digo yo que vale más que se gasten los dineros en tableros güija que no en drongas o merchandising de Pokémon, pero también hay que ser un poco tontolhaba para comprarse algo que puedes hacer con una cartulina, un rotulador y un vaso de café...), pues hubo gente que se lo tomó en serio y todo. Que de todo hay en la viña del señor. Incluso uvas.
y, busca buscando, llego al tema. La Cábala. Que está de moda. Y Madonna es seguidora de la Cábala. Y, como no podría ser de otra manera, no tiene ni zorra idea de lo que es la Cábala. O lo disimula de puta madre, lo que sea primero. Pongámonos en antecedentes. Para empezar, la Cábala NO es una religión ni nada que se le parezca. Es un sistema matemático de conocimiento. Es lo que obtienes cuando conges a la Ciencia (así, en abstracto y con mayúsculas), la atas a un Altar y le metes un chute de ácidos en el ojo. Y luego la vuelves a dejar libre, para que haga las cosas que hace la Ciencia.
La teoría que da base a todo el tema tiene incluso sentido. En su variante rara, retorcida y exótica, pero lo tiene. Veamos, la Biblia (y, concretamente, el Antiguo Testamento), es Palabra de Dios, verdad? Para ser exactos, LA Palabra de Dios. Dado que, en el principio, fue el Verbo, la Palabra de Dios ha de ser verdad. Y como estamos hablando de LA Palabra de Dios, nos tenemos que referir a LA Verdad. Por lo tanto, y aquí viene la parte más complicada de tragar, la Verdad del Universo, y por ende, todo lo que ha sido, es y será, ha de estar contenida, codificada de alguna manera, en el Antiguo Testamento. Vuelvanse a leer el párrafo si no lo han acabado de entender, porque esto es clave.
Bien, dado que a esta conclusión llegó alguien de un pueblo que era conocedor de la cultura grecorromana (más que nada porque estaban invadidos por los romanos, que en el fondo no eran más que unos copiones de los griegos), y por tanto, tenía acceso a todo el conocimiento matemático generado durante la Era de Pericles (porque estamos hablando de élites culturales y económicas, no de parias de la tierra ni famélicas legiones), llegó a la conclusión derivada de que dicha codificación tenía que basarse en el sistema más perfecto posible (que para eso la había hecho Jeovah, que es perfecto y divino de morirse), que es el matemático. Y, por tanto, si se quería alcanzar el Conocimiento Absoluto, sólo hacía falta descubrir cual era el código que daba sentido y enlazaba todas aquellas letras que formaban aquel rollo mamotrético que era la Biblia. Y en eso están los cabalistas (los de verdad) desde entonces, intentando descibrar el Código Fuente de Dios.
Por supuesto, la cosa se ha ido complicando ad infinitum. Y los cábalistas (los de verdad, insisto) se dieron cuenta pronto que sólo las matemáticas no servían, y se pusieron a trabajar también con toda clase de ciencia, paraciencia, mito, superstición y cualquier cosa que oliera a conocimiento del tipo que fuese que cayera en sus manos. Independientemente de si su origen era hebreo o no. Porque, dado que todos somos hijos de Dios, todos debemos tener una parte de la Verdad, y cualquier conocimiento al que podamos llegar ha de tener trazabilidad directa hacia el Demiurgo, incluso si dicho conocimiento es de origen herético o diabólico, porque también Lucifer fue creado por Dios, y, de hecho, es el Arcángel del Conocimiento. Así que todo es una pieza del Rompecabezas.
Resumiendo, que es tarde y esto se alarga demasiado. Que la Cábala es una especie de pseudociencia que, siguiendo unas normas asimilables, salvando las distancias, al método científico ortodoxo, persigue conseguir el conocimiento a través de la figura de Dios. Que es una cosa complicadisima que requiere vidas de las del Antiguo Testamento (y nunca mejor dicho) para llegar a algo, y que ese algo no estará, ni por asomo, ni lejanamente cerca del objetivo final. Que quizás sea una tremenda paja mental (muy entretenida, desde luego, para los que nos la miramos desde fuera), o quizás tenga algo de razón bajo tanto polvo de siglos y tanta superchería acumulada, pero que no es, en ningún caso, una secta de ninguna religión. Que lo que tenemos encima de la mesa es un vividor que se está aprovechando de la credulidad malsana y el desconocimiento de muchos para hacer su agosto, ayudado por la publicidad gratuita de algunas estrellonas en horas bajas. Y que a uno, personalmente, le duele que una cosa tan seria (porque independientemente de que pueda parecerme más o menos risible la idea base, la forma de trabajo, el conocimiento acumulado y la pasión y entrega de los que se han dedicado a ello durante la historia es TERRIBLEMENTE serio) se vea reducida a una fantochada de moda por culpa de cuatro capullos con demasiado tiempo libre.
He dicho.
Otra DANA, pero diferente.
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Estoy de acuerdo con Juanlu Sánchez quien, en su web de Al día, recuerda
que vuelven a ser horas de mucha tensión en varios puntos del este y del
sur ...
Hace 21 horas
2 comentarios:
¡Has dicho Jehová!
¡Lapidaldle!
No soy judío, así que puedo decir el nombre de Dios tantas veces como quiera, sin que la pena de lapidación sea aplicable.
Que hay que explicaroslo todo, coño!
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