Ustedes que me conocen (y los que aún no me conocen no se que hacen que no están removiendo cielo y tierra para conocerme, pardiez, que no saben lo que se están perdiendo!) saben que uno tiene, digámoslo de una forma fina, ciertos vicios. Incluso se podría decir que ciertas perversiones. Tampoco nada fuera de lo común, no se vayan a creer. Estoy convencido de que una simple búsqueda en Google les ofrecería un exhaustivo catálogo de todas ellas, e incluso de otras tantas que, directamente, encuentro repugnantes. También es verdad que una simple búsqueda en Google permite encontrar cosas que harían vomitar a una cabra, pero eso es porque este mundo está lleno de enfermos, pervertidos y afiliados al PP, qué le vamos a hacer.
Entre estos pecadillos veniales míos, se cuentan una cierta querencia al masoquismo (como todo el mundo, por otra parte, porque, seamos sinceros, a todos nos gusta sufrir. Que no por nada los dramones de ná más que de llorar son siempre éxitos y las series de televisión y los culebrones donde a los personajes protagonistas los llevan perpetuamente como puta por rastrojo arrasan en audiencia) y, quizá en mayor grado, una cierta tendencia al sadismo. Bien es cierto que más a nivel psicológico que físico, que en el fondo uno es un santito incapaz de matar a una mosca (con los mosquitos, en cambio, no tengo ningún miramiento, pero eso es ya cuestión de defensa propia), pero sadismo al fin y al cabo. Y que, una vez puestos en faena, unos azotes bien dados o un mordisco de los que dejan marca durante una semana nunca le han hecho (demasiado) daño a nadie.
Curioso mundo, este del sadomasoquismo. Siendo una práctica tan antigua como la humanidad, porque de siempre esto de hacer daño al prójimo nos ha gustado mucho (ver: cualquier libro de historia), y que en determinadas épocas (no tan lejanas, por cierto) ha sido incluso institucionalizada con figuras como las del torturador (civil o militar), el inquisidor, el profesor de matemáticas o el periodista deportivo, pero que no recibe un nombre que la defina como tal (conjuntamente y para cada una de sus partes) hasta el siglo XIX, a raíz de las obras de Donatien Alphonse Françoise de Sade (en lo que respecta al sadismo) y Leopold von Sacher-Masoch (en lo que respecta al masoquismo). Y de ellos, al último cachivache (que no gadget) en látex, cuero y tachuelas que puedan encontrar en su sex-shop especializada de cabecera, pues como quien dice va un paso.
Pero claro, aquí nos encontramos con el viejo problema cultural de siempre, el eurocentrismo. Porque Justine y La Venus de las Pieles estarán muy bien, pero, no nos engañemos, en europa (y lo escribo en minúscula porque no me refiero a la Europa geográfica ni política, sino a la cultural, y eso incluye necesariamente la práctica totalidad de las Américas, gran parte de África, la Gran Rusia y la Oceanía no-aborigen), en estas cuestiones, somos unos pobres bárbaros. Es el el Extremo Oriente donde la práctica de la tortura y la humillación, tanto en su vertiente practicante como en su vertiente receptora, ha sido sublimada y ha llegado más allá del uso político y sexual para convertirse, directamente y sin paliativos, en un arte. Porque el shibari es un Arte con mayúsculas, sobretodo si se compara con los tristes aditamentos que llevan consigo el sadomasiquismo europeo.
Y no sólo en lo estrictamente físico son los extremorientales auténticos maestros en el arte de torturar y dejarse torturar, también en los psicológico. Aunque occidente cuente a su favor, en esta Lucha de Civilizaciones por ver quien es más hijo de puta a la hora de joder al vecino, con artillería pesada de la talla de un Sánchez-Dragó, un Harry Potter o un David Bisbal, la creación más perturbadora, horrenda, pesadillesca e intrínsecamente torturadora, la cosa que más daños cerebrales permanentes ha podido causar con su visión vio la luz por primera vez en Japón, en el malhadado día del uno de Noviembre (Dia de Difuntos... casualidad? JA!) de 1974, de manos de una auténtica pervertida que dejó a la hija de Fu-Man-Chú al nivel de una monja ursulina, una tal Sanrio Ikaka Shimizu (que con ese nombre ya se ve que tiene que ser una dómina oriental que cágate lorito). Y que se quedó a gusto, la mala puta. Por supuesto, me refiero a esto:
Y ustedes me dirán: Y todo este rollo me está soltando sólo para criticar a Hello Kitty? Pues sí, pero no. Porque la perfidia oriental va mucho más allá, y vía maese Erynus me entero de que, de nuevo en el extremo oriente, pero ahora un poco más p'acá (en Thailandia, en lugar del Japón) han ido todavía un paso más allá, y han usado esa forma de tortura que es per se Hello Kitty para idear una nueva tortura, aún más cruel, aún más sádica, aún más refinada, y de nuevo, volviendo a los origenes y cerrando con ello el círculo del sadismo, la crueldad, el llanto y el crujir de dientes, con fines (dicen) punitivos.
Dicen.
Ya.
Claro.
Pero yo estoy convencido de que hay alguien en la Jefatura de Policía de Thailandia que se está corriendo vivo pensando en el sufrimiento que inflige a los demás.
Y es que hay que ser pervertido para hacer una cosa así...
(y si quieren saber de qué va la película -que también es antigua, de ayer o así-, se miran el enlace, que m'he cansao de escribir ya)
La DGT vigiló comidas y cenas de Navidad.
-
*“Placaje” a comidas y cenas de Navidad.*
La Dirección General de Tráfico (DGT) puso en marcha a partir del pasado
lunes, 16 de los corrientes, una campa...
Hace 56 minutos
13 comentarios:
Mi tierra es estupenda, sisisi, que empezaron con la tortura china (a base de cosquillas, para los incultos) y terminan con esas pulseras (según mis informantes).
Pero vamos, que igual pillan la idea por el lado que les interesa a la poli de aquí (dándole la vuelta), que eso de pintarse el pelo de colorines cada vez que se ponen de huelga ya está molt visto.
Luego diran lo que dijo Barbosa en Piratas del Caribe: "¡El castigo infligido ha sido desproporcionado al crimen cometido!".
Y entonces es cuando empezará el crujir de dientes ese...
Seguramente se ideo en Japon pero no lo han implementado porque la tasa de suicidios es ya demasiado alta como para ver al bicho ese por las esquinas.
Que es solo un brazalete por una falta leve, quejicas.
Si a los de las faltas graves les tatuaran en la frente una Hello Kitty abrazándose con Kero Kero y muchos corazoncitos, todavía se podría quejar un poco la gente.
Superafavor del brazalete como forma de tortura.
Otra cosa sería que tuvieran que patrullar con pistolas de peluche rosas...
¡Qué bonito es el sadomasoquismo y qué incomprendido está! Quizá bonito no sea la palabra adecuada, salvo por esos brazaletes. Me pregunto si ahorá los "strippers", entre el número del bombero y el de vigilante de la playa, tendrán uno de madero con la parafernalia reglamentaria de porra y brazalete de Hello Kitty. Tendre que colarme en alguna despedida de soltera/bienvenida de divorciada para comprobarlo.
Fernando.
MAg, superestupenda de la muerte de morirse, sísísí...
Pry, es que, sea cual sea el crimen cometido, ese castigo es desproporcionado.
Erynus, pues no te digo yo que no. Que un poco Guinea Pig sí que es...
Urui, uno de los principios básicos del SM es que no, repito no, deben quedar huellas permanentes. El tatuaje, pues, queda descartado. Y además, a tí te gusta ese engendro de segunda generación que es Pucca, así que tu opinión (de masoca declarada) no tiene validez.
Corredero, o con esposas de esas que llevan las manillas forradas de peluche, que también tienen delito...
Fernando, no sigas por ese camino, anda. Que la asociación de ideas acaba llevando al cockring de Hello Kitty, y... brrrr!!!
Esa perversión del cockring no se me habría ocurrido ni en mil años. Y la verdad es que es tan terrible, que como objeto-fetiche seguro que tendría mucho éxito. Yo mismo me compraría uno aunque sólo lo usase de servilletero.
Fernando.
Eh, eh. Me gusta el acoso sexual al ninja que mantiene la muchacha y las palizas a Santa Claus.
Por lo demás, ni fu ni fa.
Fernando, lo triste es que sí, que tendría éxito... Servilleteros de HK seguro que hay, por eso.
Urui, ya, ya... eso se lo dirás a todos.
Sí, sobre todo lo de "ni fu, ni fa".
Superencontra de que falles a tu público nocturno!!! Ale, ahora voy a estar con la tensión puesta toa la noche y no voy a poder pegar ojo. Questrés.
ains...
Momento confesión: cuando éramos pequeños, no sé por qué recuerdo que teníamos una calculadora jelou quiti.
Y lo del shibari... como que me ha puesto un poco y todo, oyes.
Publicar un comentario