jueves, 1 de julio de 2004

Borde (porque el mundo me ha hecho así)

La gente suele criticarme que soy borde. Seco. Serio, incluso malencarado. Maleducado no me han llamado nunca, pero me imagino que es simplemente porque la mayoría tardan demasiado tiempo para entender lo que quieren decir cosas como hijo de una bacinilla rellena de cien mil leches distintas. Tiempo en el cual, uno, que tiene muchas cosas que hacer antes que perder el tiempo con gentuza de ese jaez, ya se ha ido a otro sitio, a buscar personas más interesantes, o, cómo mínimo, más inteligentes.

En realidad nada de eso es cierto. Soy una persona perfectamente educada (otra cosa es que sea capaz de encontrar el punto en el que la educación pasa a tener una connotación ofensiva, cosa bastante sencilla y que se suele resumir en hipertrofiar por completo la exhibición de buenas maneras, sacarlas ligeramente de contexto y meter un taco de la dureza adecuada en el momento justo de la conversación), o al menos, lo soy cuando la gente es educada conmigo. Cuando alguien, que va por la calle mirando las musarañas, amenaza con atropellarme (hablo de peatones, obviamente), y me hace frenar en seco en mi caminar para evitar llevármelo por delante (para quienes no me conozcan, tengo una cierta altura y un cierto tonelaje, y además estoy bastante acostumbrado a andar, por lo que cuando camino lo hago deprisa y llevo una cierta inercia, que es algo que jode bastante cuando te obligan a frenar en seco)... bueno, lo más probable es que me cage en todos los muertos de ese subengendro humano. Puestos en fila de a dos. Y a voz en grito, para que se entere todo el mundo que esté en la calle en ese momento. Por poner un ejemplo tonto y que me ha pasado. Que no se puede ir por la calle sin mirar a donde se va, señores! Un poco de urbanidad, coño!

Lo de seco y malencarado tampoco es verdad. Yo me rio mucho, de hecho tengo la risa muy tonta. Y la lágrima también. Pero ahora hablábamos de la risa. Lo que pasa es que sólo me rio cuando el chiste tiene gracia. Y, habitualmente, el chiste, y la vida en general, tiene tanta gracia como un choque de trenes. Y si no tiene gracia, pues no me rio. Y si no me rio, mantengo la cara seria. Es simple, no? No, no tiene nada que ver con que por reirme me puedan salir arrugas, ese no es un tema que me preocupe.

Lo de callado sí que suele ser verdad, pero no por lo que la gente se cree. En realidad, lo que pasa es que cuando me encuentro en medio de una conversación pueden pasar dos cosas: Que me interese lo que se está diciendo, o que no me interese. Si me interesa lo que se dice, prefiero callarme, escuchar y aprender. Si no me interesa, en cambio, tengo dos opciones, léase irme (cosa que hago si tengo ocasión), o bien, si no tengo más remedio por-el-motivo-que-sea que quedarme, callarme, poner cara de atento, y pensar en los ciclos alimenticios en cautividad del Bastardus Horrendus (aka toro de Etiopía). Tema muchísimo más interesante que la mayoría de temas típicos y tópicos de conversación, como, por ejemplo, el futbol. O el otro gran tema de conversación que suele haber, que no es otro que el futbol. Aunque también es cierto que, de vez en cuando, se habla de futbol. Por variar más que nada, supongo.

Y ahora viene el quid de la cuestión: Soy borde. No es cierto. Quienes me conocen pueden certificar que soy una bellísima persona, simpático y alegre hasta decir basta. Pero todo lo anterior parece que a la gente no le gusta. Ahora metería la cita a Brassens, pero saldría algún gilipollas inculto a decir que eso era de Loquillo, yo empezaría a echar espuma por la boca y acabaría cortocircuitando el ordenador. Y no es plan. La gente no entiende que, cuando lo que está de moda vestir divaga entre lo estrictamente ridículo y lo francamente horrible, me limite a NO vestir a la moda. Consideran raro que si estoy en mitad de una conversación que me aburre, me limite a levantarme e irme, o que si estoy en una fiesta y no me lo estoy pasando bien, o simplemente no me encuentro agusto, me limite a recoger mis cosas e irme, despidiéndome sólo de quien me encuentre en el camino. Y tantas otras cosas.

Pues bueno, si eso es ser borde, soy borde. Qué pasa. Prefiero ser borde a comportarme como un muñeco lobotomizado más. Insisto, busquen a Brassens. O incluso a Loquillo, su versión era bastante buena. La mala reputación. Ahí está todo. Y qué quieren que les diga, mientras el mundo siga poblado por tontoslapolla como ahora, seguiré siendo borde. Bordérrimo, oigan. Y a quien no le guste, que le den por culo con un cono de señalización de obras.

(Acabo de ver un anuncio de Sweppes Light con la música del Blitzkrieg Bop de Ramones. Que alguien me pegue un tiro, por favor. O mejor que se lo metan a los responsables de tamaña blasfemia. Hey Ho Let's Go.)

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Sota, estoy contigo. Me ocurre lo mismo, pero en mi version no es la borderia sino la estupidez. Estupido por aqui, estupido por alla...la misma cancion de siempre. Cambio en tu texto la palabra borde por estupido y te estaria contando mas o menos las mismas cosas que me suceden/hago.

En fin, vivan los bordes-estupidos!

Jose

Anónimo dijo...

"Quienes me conocen pueden certificar que soy una bellísima persona, simpático y alegre hasta decir basta."

Por supuesto que sí, ¿dónde hay que firmar?

Urui

Ghanima Atreides dijo...

Donde hay que presentar el certificado?

Goldilocks dijo...

Di que sí. Otra cosa que me ocurre a mí: si saben que la respuesta no les va a gustar, pa qué preguntan?

Anónimo dijo...

simplemente genial , ni borde , ni nada, genial , me gustaria ser como tu.ana

DeCa dijo...

me encantan!!! :)

Acabo de hacer meeting en el despacho para leer tu post! :)

Sota dijo...

Me harás enrojecer, Duncan...

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