domingo, 29 de agosto de 2004

Poco pan y pésimo circo

Por fín. Por fin vuelve. Ya está aquí, ya llegó, en la nave de Yupi que ya aterrizó. Después de todo este tiempo sin, que estábamos ya con el mono, demos gracias a todos los dioses, llegan de nuevo a nuestras pantallas pay per view estos héroes, estos aguerridos guerreros, estos modernos Aquiles que...

Vale, me rindo. Ni siquiera yo soy tan cínico como para escribir una sarta de gilipolleces de este calibre y que no se me note. Y se me nota demasiado que no lo soporto, y que estaba haciendo el paripé, más que por otra cosa, por efecto cómico. Y por que me hacía ilusión poner esa frase de la canción de Los Mundos de Yupi (TVE, a aquello de mediados de los ochenta. Y es que, básicamente, no lo soporto. No lo puedo sufir. Me saca de mis casillas. No lo entiendo. No me gusta. Y no puedo entender qué puta gracia puede tener el ver a veinte tios (más dos que se están más quietos y van un poco aparte del pack), que entre los veinte (22), y salvo honrosísimas excepciones, suman el coeficinte intelectual de una patata madura (una no especialmente inteligente, dicho sea de paso), podridos de millones, corriendo detrás de un balón de simil cuero.

Por si hay alguno de los préviamente mencionados que se encuentre entre los que están leyendo esto (o que se lo están leyendo, que todo puede ser) que no lo ha captado todavía, estoy hablando del fútbol, también conocido como balonpié, ese deporte absurdo que mueve millonadas indecentes (en el sentido figurado y en el literal) de dinero, levanta pasiones que ríanse ustedes de la de Otello, la de Cristo y la de China Blue, paraliza paises, propicia recalificaciones urbanísticas sospechosas, provoca asesinatos (lo cual como rolero, lector de cómics y oyente de música de esa que los que no tienen ni puta idea de lo que hablan -léase el tertuliano radiofónico medio- califica de satánica, no deja de tener su humor negro, que aún no he visto a nadie alegar por la prohibición de ese denigrante espectáculo porque un seguidor del Villaborricos FC ha asesinado a otro del Atlético Villaburras durante una discursión tras un partido de la máxima), levanta ciudades en pie de guerra porque el equipo de niños pijos mercenarios multimillonarios contratado por el equipo que lleva el nombre de la ciudad se ha pasado toda la temporada rascándose los cojones hasta que les sangraban, o, peor aún, porque el presidente ha hecho desaparecer por arte de birlibirloque tropocientosmil millones de pesetas y el club no puede pagar las fichas, y han de bajar a segunda B, lo cual, como es obvio, es una injusticia que se ha de subsanar por la fuerza de las armas si es necesario (pese a que ESAS y no OTRAS sean las reglas del juego, previamente aceptadas, y pese a que después el pufo lo tengamos que pagar entre todos), y que está íntimamente ligado a negocios turbios, cuando no directamente delictivos, como el proxenetismo, la trata, el tráfico de estupefacientes, las empresas inmobiliarias e incluso la política (a todos sus niveles).

Y es que hoy, oh albricias, ha vuelvo a empezar la Liga Nacional de Fútbol Profesional. Vale, los partidos empezaron ayer, pero técnicamente la jornada es la de hoy, y los de ayer fueron partidos adelantados. Y uno, que la única liga que le interesa es la que usaban las señoras decadentes para aguantarse las medias, y más por fetichismo que por otra cosa, que lo de nacional le suena a ejercito franquista (y me es igual que me lo cojan en castellano que en catalán. Se escribe igual, y cada vez me parece más la misma mierda con el mismo collar. Que con esto me pasa cada vez más que con los partidos políticos que se han de poner lo de "democrático" en el nombre, que siempre me ha dado la impresión de que es que no se le creen y tienen que estar recordándoselo constantemente para no meter demasiado la pata, o con los políticos que tienen siempre la democracia y la constitución en la boca, que al final la dejan perdidita de babas y totalmente inservible. Especialmente si son de natural gangosos como ese en que están pensando. Sí, coño, Rajoy, que parecen tontos, hostias!), y que lo de profesional le trae connotaciones al honrado fontanero, panadero o prostituta, pues lo del fútbol como que no entiendo qué hace ahí.

Ahí en el nombre del campeonato, pero sobretodo ahí en los mega-campos que ocupan gran parte del escaso suelo urbanizable de nuestras ciudades y ahí en las parrillas de televisión y radio. Porque puedo entender a la gente a quienes les gusta jugar a futbol. Bueno, no, no lo entiendo, pero lo acepto, que uno es de natural permisivo para con los vicios de los demás (siempre que no acaben jodiéndome por un lado o por otro), por más ridículos que los encuentre, pero sinceramente no le veo la gracia a un deporte donde puedes pasarte noventa minutos sin (literalmente) tocar pie con bola, acabar echando el bofe por la boca porque sí, porque hasta que el reloj no diga lo contrario no puedes parar a tomarte un trago de agua, y donde pones en muy serio riesgo la salud de tus tobillos (además, dejándolos al albur de la mala leche del jugador que tengas enfrente), pero bueno, cada cual se jode la vida como buenamente quiere y pude y no seré yo quien lo critique. Lo que no entiendo de ninguna de las maneras es lo de verlo por la tele. Porque es leeeeeeeento. Por lo menos, en el baloncesto, también llamado basket, basquet o furgol de canastos pasan cosas constantemente, hay constantemente movimiento, VES algo. Pero en futbol, por cada jugada ya no espectacular, sino medianamente bonita, te has de tragar cinco partidos con empate a cero en los que no pasa absolutamente NADA. Y luego la gente critica las películas de Kurosawa por lentas. Joder, me he visto obligado a tragarme partidos con menos acción que la peli del noruego aquel que filmaba las piedras del camino!

Lo dicho, pésimo circo. Y el pan... bueno, pan ya no nos dan. En todo caso, se lo pagamos nosotros a los jugadores (y entrenadores, y equipo directivo, e invitados de postín, y...) a base de pufos inmobiliarios, subvenciones sospechosas y ayudas públicas para evitar la desaparición del club. Que manda cojones. Y en esos casos... quién quiere pan, habiendo caviar y suripantas?

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