Pérdonales, Padre, porque no saben lo que hacen

Hacía mucho que no empezaba un post desahogándome como es debido, así que ahí va:

ME CAGO EN JUAN ANTONIO MARTÍNEZ CAMINO, OBISPO AUXILIAR DE MADRID Y SECRETARIO GENERAL DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA Y FIRMANTE (Y SE SUPONE, REDACTOR) DE ESTO, Y SOLIDARIAMENTE CON ÉL EN EL RESTO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, EN EL OBISPO DE ROMA, JOSEPH ALOIS RATZINGER, ALIAS BENEDICTO XVI, Y EN TODOS SUS MUERTOS (DE TODOS ELLOS), PUESTOS EN FILA DE A DOS, HASTA LA NOVENA GENERACIÓN

Vale.

Y ahora, esperen un momento que me rehidrate, y sigo.

Conocen el caso, supongo. Un niño de seis años con beta-talasemia mayor, una enfermedad congénita GRAVE. De las peores, las que te incapacitan y te hacen ser constantemente dependiente de transfusiones sanguíneas hasta que pasas la pubertad. Después, te matan. Pero que puede ser curada mediante un transplante de médula osea o células madre embrionarias de un paciente compatible. Como siempre en estos casos, encontrar un paciente compatible es buscar un alfiler de calibre 000 en un pajar del tamaño de China. Salvo en dos casos: que exista un banco público (si es privado y no eres socio, cagada pastoret, maravillas del "libre mercado") de células madre lo bastante amplio (y "lo bastante" en este caso tiende a "infinitamente") como para poder encontrarlo con un simple cruce de características en una base de datos, o que crees al paciente compatible.

Lo primero, a día de hoy, es ciencia ficción. Lo segundo, NO. Es factible, es viable, y, en España, a raíz de la última modificación de la ley de reproducción asistida, es perfectamente legal. Y es lo que se ha hecho. Seleccionar un embrión del mismo pool genético que el niño enfermo (del mismo padre y la misma madre, vamos) de forma que sea compatible, hacerlo nacer y usar las células de su cordón umbilical para curarlo. Salvas una vida, y generas otra.

Bueno, pues los siniestros personajes que mentaba más arriba, esos que dicen proclamar una fe y defender un Dios que, según sus textos sagrados, se encarnó y se hizo matar para curar a la humanidad del pecado (y si no ven la analogía háganselo mirar, que es directa), han montado en cólera. Diciendo cosas como que "los beneficios fáciles y la arrogancia de sustituir al Creador pueden poner en peligro a la humanidad" (obispo de Roma dixit), "es en sí un acto egoísta que implica la exclusión de otros seres humanos porque se descartan otros embriones para elegir uno sano. Esto no es un éxito o progreso científico" (L'Osservatore Romano), "la dignidad del ser humano exige que los niños no sean producidos, sino procreados y que los planteamientos emotivos encaminados a justificar estas prácticas horrendas son inaceptables" (la nota de Conferencia Episcopal), "someter la vida humana a criterios de pura eficacia técnica supone reducir la dignidad de la persona a un mero valor de utilidad. Los hermanos a los que se les ha privado del derecho a nacer han sido desechados por no ser útiles desde la perspectiva técnica, violando así su dignidad y el respeto absoluto que toda persona merece en sí misma, al margen de cualquier consideración utilitarista" (ibid.), o que "la Iglesia desea prestar su voz a aquellos que no la tienen y a los que han sido privados del derechos fundamental a la vida" (ibid.).

Tócate los huevos.

Por supuesto, el simple (en la plena acepción del término) hecho de que si no hubiese nacido el segundo niño el primero estuviese condenado a una vida corta y llena de sufrimiento, tanto para él como para sus padres, para esas alimañas es irrelevante. Después de todo, su reino no es de este mundo (salvo cuando se trata de poner la mano, claro). Y ya no diré su cerebro ni su mente, sino simplemente su empatía, claramente tampoco está en este mundo. Ni probablemente en ningún otro. Evidentemente, sería necio por mi parte esperar que cayesen en el pequeño detalle de que dicho avance científico que permitirá vivir a dos niños (por el precio de uno) podría ser atribuido a la inspiración divina que guió las manos de los doctores que idearon el método y que lo llevaron a la práctica, que en cosas mucho más absurdas intentan meter con calzador a la mano de Dios. Después de todo, las religiones del Libro siempre se han llevado a matar con la diosa Razón (no en vano el Pecado Original fue comer de la fruta del Árbol de la Ciencia). Y probablemente sería incluso de mal gusto (señalar las deficiencias de un débil mental SIEMPRE es de mal gusto) recordarles el agravio comparativo de que su dios necesitó dejar que le matasen, y luego resucitar por arte de birlibirloque, para obtener unos resultados más que modestos (por no decir que nefastos), mientras que en este caso los dos niños están vivos y, lo más importante, sanos. Minuto y resultado: 1-2, el Altísimo va perdiendo por un tanto con un gol marcado tras un penalti que la moviola demuestra que no se produjo.

Joder, es que ni el gusto de definirles como se merecen me dejan. Las prostitutas y sus familias me merecen mucho más respeto que todo eso.

Lo único que me queda, por irónico que pueda parecer (no lo es: estamos hablando de la iglesia, una organización que no tiene nada que ver con Dios, con ninguno, desde tiempos de Pedro el Romano) es confiar en la Justicia Divina. Y rezar porque toda esa gentuza contraiga un cáncer de huesos que les haga durar muchos, muchos años, rabiando cada segundo como si les hubiesen inyectado ácido hirviendo en las venas, y que no les den ni una triste aspirina para calmar el dolor. Que eso sería una injerencia en el plan divino y un menoscabo en la dignidad del ser humano. Y que pueda oír sus berridos de dolor, 24 horas al día, non stop, desde aquí.

Y que den gracias que yo no creo en el Infierno, ni en la Condena Eterna ni esas cosas. Porque si existiese, no cabe duda de que ahí iban a pasar la eternidad.

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