La vida religión imita al comic

Debe hacer como una década (no tengo ganas de ponerme a buscar ahora mismo fechas, discúlpenme), Neil Gaiman, en su Sandman escribió una saga, tan magistral como toda aquella colección y como el grueso de la producción de Gaiman que se basaba en un punto de partida un tanto... Bueno, digamos que si las drag queens siniestras del Colegio Cardenalicio y/o la Conferencia Episcopal tuviesen un poco de cultura y lo hubiesen leído, o incluso tuviesen conocimiento de él, lo mismo no les hubiese gustado demasiado.

La cosa es que Lucifer, que le tenía una cierta tirria a Sueño por unos temas y unas cosas (ya saben, básicamente aquello tan típico de saber quién la tiene más grande), decide vengarse de la manera más cruel y sibilina que pueda... Así que decide dimitir, vaciar el Infierno, cerrarlo y regalárselo a Sueño. Lo cual demuestra ser un regalo envenenado que no le trae más que problemas graves al pálido anoréxico con problemas de autoestima. No se lo voy a contar todo (léanselo, leches! Que vale la pena!), pero la cosa acaba en que al final Sueño se saca el marrón de encima dándoles la Llave del Infierno a los Ángeles enviados por el mismo Dios a tal efecto, que reabrieron el Infierno para dejarlo todo (más o menos) igual que estaba.

Fundido en negro y cambio de escenario. En 1999, un más que chocheante Karol Wojtila, más conocido por su nombre artístico de Juan Pablo II, decidió, desde su postura de Sumo Pontífice de la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica, Romana y Pederasta, y por tanto, convirtiéndolo en Dogma de Fe para los miembros de dicha secta destructiva, seguir los pasos del mismísimo Lucifer (cosa que si lo piensan, tampoco es de extrañar) y chapar el Infierno. Así, porque sí. Ya unos años antes había decidido chapar el Limbo, pero esto se ve que era porque en tiempos había tenido un hermanito que murió antes de que lo pudiesen bautizar, y se ve que el persono este estaba que no dormía de preocupación pensando en que su hermanito no iba a poder estar con dios. Mira, ventajas de ser Obispo de Roma y poder sentar doctrina y tal, que puedes usar el nepotismo para estas cosas y todo.

Y ahora, la semana pasada, para ser concretos, y después de haber vuelto a hacer a la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica, Romana y Pederasta amigüitos de los del Palmar de Troya y de resucitar el rito tridentino y las misas de cara a la pared (y ya no me voy a poner en otros temas y otras cosas y otras Conferencias Episcopales Españolas, que pa' qué), se ve que a la actual Susan, el Ratzinger, alias Benedicto Dieciséis ha sufrido un ataque de frikismo rampante (solo que, como no me creo que ese tipejo siniestro tenga suficiente cultura como para conocer la obra de Gaiman, y, aunque así fuera, le pega más el papel del enviado de los Señores del Orden -que transporta una caja vacía-, por lo que no me queda más remedio que suponer que todo es una gran broma de Destino, que ha hecho que, una vez más, la vida imite al cómic) y ha decidido terminar aquel arco argumental, y resucitar el Infierno. Y luego esperan que nos los tomemos en serio.

Ahora la pregunta sería si toda la gente que se ha muerto en el interín y que debería ir a hacer compañía a Pedro Botero (y que no han sido pocos, así de memoria me vienen a la mente un Saddam Hussein, un Pinochet, un Juan Pablo II, un Suharto, un Marcial Maciel...) quedarán libres de Castigo Divino o se les aplicará la cosa con efecto retroactivo.

Pero en fin, no hace falta que se preocupen. Que haya o no haya Infierno, la infiel de Pitufina ha encontrado gente que hará lo imposible por salvar nuestra alma de él... Aunque no se por qué me da que, si por ellos fuese, sería a costa de cortarnos el cuello.


Y mañana seguiremos hablando de cómics, para poder tener un post a tiempo para celebrar el

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