Despertarse a las nueve de la mañana no puede ser sano. Especialmente, si lo que te despierta es un trueno de cal dios, de los que hacen retumbar la casa.
Sienta especialmente mal cuando el estómago está intentando recuperarse todavía de la sangría ingerida la noche anterior (que en l'Ovella la hacen muy rica, pero que no sepa a aguarrás no implica que no lo sea, y mi intestino grueso parece ser incapaz de diferenciarlos... bueno, sarna con gusto no pica...). Así que hice lo que haría cualquier persona normal y sin curro en esas circunstancias: Ir a la cocina, comer algo, mirar por la ventana para ver como llueve y volver a la cama para dormir otro rato. Y cuando te despiertas definitivamente, vas a por el pan, aprovechando que ha dejado de llover.
Pero la tormenta sigue sonando (más lejos, sí, pero suena), y, antes de que haya vuelto a casa de coger el pan, vuelve a llover. Son menos de diez minutos entre ir, comprar y volver. Y entro en casa mojado.
No me molesta que llueva. Es más, podría decir que incluso me gusta, sobretodo después de dias de mucho calor como los que ha estado haciendo. Pero es que lleva toda la tarde lloviendo. O, como mínimo, en aquel punto intermedio que ni llueve ni deja de llover. Calabobos, que lo llaman en mi pueblo, por aquello que no puedes ir con paraguas porque, realmente, no llueve como para ello, y tienes la impresión de ir haciendo el ridículo, pero que si vas sin él acabas mojado hasta los huesos. Y no teniendo nada importante que hacer fuera de casa, ir a mojarse sería del género bobo. Ya tengo las anginas lo bastante enloquecidas como para darles más facilidades. Así que he ido dejando pasar la tarde, a ver si escampaba. Y me he acabado encontrando con que se ha hecho de noche y no he salido de casa más que para comprar el pan.
Y eso me molesta. No me gusta. Me duele todo. Estoy irritado, nervioso, agobiado. Me siento encerrado. Por suerte no hay nadie más en casa, porque si no hubiese acabado mordiendo a alguien.
Lo peor es que no soy el único que se pone de los nervios con los dias de lluvia. Con el calor llegaron los mosquitos, y hoy están rabiosos. He echado insecticida ya por dos veces en la habitación, y aún así siguen rondando por aquí. Si vuelvo a echar, me veo en urgencias con una intoxicación. Y si no lo hago, mañana ocuparé el doble de volumen por culpa de la hinchazón de las picaduras.
Parece que ha escampado un poco. Supongo que dentro de un rato saldré un momento a tomar el aire, aunque sea con la excusa de tomarme una cerveza. Porque si no, acabaré como una cabra. Más de lo normal, me refiero.
Otra DANA, pero diferente.
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Estoy de acuerdo con Juanlu Sánchez quien, en su web de Al día, recuerda
que vuelven a ser horas de mucha tensión en varios puntos del este y del
sur ...
Hace 20 horas
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