martes, 23 de noviembre de 2004

Literatura de a veinte pelas el litro (VI)

Cojan a una familia perfecta, de aquellas que dan rabia de tan perfectas que son, todos buenos, todos felices, todos estupendos de la muerte, y encima con pasta, del medio oeste ultrareligioso y rural americano. Dediquen bien bien una cuarta parte de la novela a explicar lo buenos y fantásticos que son. Asesínenles de una forma especialmente cruel y despiadada. Acto seguido, olvídense de ellos, y centren el segundo cuarto de la novela en un poli de pueblo que se dedica con desesperación a investigar el caso, y en las reacciones de la gente común que compartía vida con los asesinados. A partir de ahí, puede olvidarles a ellos también (pero no del todo, que volverán a salir más adelante, apúntese los nombres, o algo), para centrarse, en el tercer cuarto de la novela, en la vida y milagros (o todo lo contrario) de los asesinos de la familia (recuerdan? La cosa empezó porque habían matado sádicamente a unos trasuntos de los Flanders), y su (errática y absurda) ruta de huida a lo largo y ancho del sur de los Estados Unidos (añadiéndole, a modo de curiosidad exótica, una breve estancia en Ciudad de México). Sobretodo, den gran cantidad de datos sobre las (tristes) vidas de los dos pájaros, de forma cuidadosamente desordenada y a modo de flashback. Y utilicen la última cuarta parte del libro para explicar, de forma atropellada y acelerada, el descubrimiento de los culpables por parte de la policía, de forma detallada el juicio (aquí tendrán que recuperar a los policías y la gente del pueblo cuyos nombres apuntaron antes en un papelito), y guarden aún un par de pliegos para narrar todo el tiempo que estarán en prisión esperando a que los cuelguen, los amiguitos que harán en las celdas (y sus tétricas y perversas historias), y la ejecución en sí misma.

Si aplicando estas sencillas normas, lo que les sale al final no es A sangre fría, de Truman Capote, es que les ha salido otra cosa. Pero otra cosa que será un plagio de A sangre fría. Porque la novela es eso.

Y qué quieren que les diga... Si me ha gustado? Pues una de dos, o la traducción al catalán de A. Artís-Gener que he leido es muy mala (y mala es, no nos engañemos... los tiempos verbales dan tumbos como si estuviesen borrachos, construye mal frases, tiene demasiada tendencia a usar terminos más cultistas que cultos -ya saben, polisílabos grandilocuentes cuyo significado ni siquiera viene en todos los diccionarios, pero que quedan muy impresionantes y lastran el ritmo de lectura... un poco lo que hago yo en este blog, para qué engañarnos-, parece no haber entendido todavía para qué sirven las frases hechas...), o la novela es... inconexa. Aparte de lo que he explicado, que la novela está dividida en cuatro partes muy diferenciadas (y quasi inconexas entre sí, que podrían ser perfectamente novelas diferentes), el autor salta de unas cosas a otras para volver a las primeras y mete flashbacks à go-go, como si fuese escribiendo a vuelapluma según le vienen las ideas a la cabeza, sin pararse a ordenarlas después. Que igual es lo que buscaba, no digo yo que no, pero la sensación al leerla es desconcertante. Porque no es que la historia no sea lineal (que lo es), sino que esa línea no es recta, sino que está hecha un nudo, y, en lugar de deshacerlo, el autor se limita a caminar por él, siguiendo todos los bucles. Eso sí, logra, sobretodo en la primera parte, una atmósfera opresiva y malsana tremenda, sólo comparable con la que logró Stephen King en Carrie, con la diferencia que Capote la logra mucho más espesa pero no es capaz (o no le interesa) mantenerla al mismo nivel durante toda la novela.

Por otra parte, desde el punto de vista ideológico, tiene un sabor agridulce. O al menos a mi me lo ha parecido. Porque no he logrado descifrar si lo que el autor quería (suponiendo que quisiera algo, claro. Es perfectamente posible que Capote considerase su novela ideológicamente neutra, no lo se ni me importa) era condenar la pena de muerte o bien defenderla. Porque hay en la novela argumentos del mismo peso en ambos sentidos. No se si presenta a los protagonistas como malos porque nacieron malos, malos porque el mundo les ha hecho así, o malos porque quieren serlo. Ni siquiera tengo claro que los presenten como malos. No se si dice que el sistema judicial americano es una maravilla o es una mierda sin sentido. Se mueve todo el rato en esa ambigüedad diría que calculada, que, a mi al menos, sólo ha logrado confundirme.

No está mal, es un libro a leer... pero tampoco es un Imprescindible con mayúsculas. Que si tienen tiempo, no está de más leerlo, pero si se mueren mañana y no lo han leído, tampoco es como para decir que han malgastado su vida, vamos.

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