Hacía como chopocientos años (creo que aún iba al instituto, hagan cuentas) que no pisaba el cine Aquitania, la sede (bueno, creo que ya no es exactamente la sede, pero sí el sitio donde proyectan películas) de la Filmoteca de la Generalitat. En este tiempo, lógicamente, ha habido cambios. Y hay que decir que a mejor. Las butacas son nuevas, no como las viejas, que se caían de puro ídem, el equipo de proyección es mejor, y hay una deliciosa colección de cámaras de cine antiguas en el holl, y la entrada, con el carnet de estudiante o el de la biblioteca, te cuesta dos lerdos, qué más quieren. Bueno, puestos a pedir se podría pedir que la copia (y los subtítulos) no hubiesen sido tan infectos, que parecía que le hubiese pasado por encima una de las manifestaciones esas del PP en las que van ochocientas personas por metro cuadrado, pero teniendo en cuenta que, en cualquier otro cine, un domingo por la tarde no me hubiese bajado de los siete, y la película hubiese sido con alta probabilidad mucho peor, bien está.
También es un punto a favor el que aquí (y por aquí me refiero a la Filmo, no a este, su blog) la gente va a ver cine, no a hacer amigos, ni mucho menos a comer nachos con queso o perritos calientes, idea que me gustaría saber quien tuvo (eso y saber dónde le quemaron vivo, por capullo). Porque yo entiendo que, en determinadas películas, lo de las palomitas y la bebida refrescante de extractos con mucho gas es parte del ceremonial (insisto: en determinadas películas. Si va usted a ver, pongamos por caso, Viernes 13 XXVIII, Jason se va de putas hay que hacerlo con un cubo de palomitas tan grande que tenga que pagar entrada, pero si lo que va a ver es, digamos, la última de Woody Allen, no. M'explico?), pero lo de los nachos, los perritos y los helados lo encuentro excesivo. Por desgracia, en esto, como en todo, hay talibanes (no, el enlace no es porque sean talibanes en esto, son talibanes en general. Enlace no apto para estómagos sensibles, aviso), y una cosa es que quieras oir la película sin que te de la impresión de que estás en un restaurante, y otra muy distinta que haya quien se cabree porque alguien saca caramelos para la tos y los desenvuelve durante la proyección (y no, no me pasó a mi, pero oí como un "caballero" se quejaba airosamente a la salida de eso, de que había una señora que no hacía más que toser y hacer ruido con el celofán de los caramelitos). Pero bueno, gilipoyas los hay en todas partes.
Sí, Urui, guaperrisísima, ya voy a por la película. La cosa va de un dueño de una funeraria (Price), casado con la hija (la clásica rubia cañón de las pelis góticas de la época, de largo lo peor -a nivel actoral, me vengo a referir, ejem- de la película) del anterior dueño (Karloff), que es un viejo chocho y más sordo que un gato de escayola, que tiene empleado a un ex-ladrón convicto, que no confeso, que fue la policía la que probó que había sido él (Lorre). Todos viven en la misma casa, bajo la atenta mirada de la gata Cleopatra, que a la larga demuestra ser el personaje con más cerebro de la función. El caso es que Price es un hijo de puta alcohólico que maltrata y desprecia a todo el mundo, en especial a su mujer y su empleado, y que quiere envenenar al viejo. La mujer, por su parte, es una cantante de ópera frustrada, que potencia de voz, lo que se dice potencia de voz, tenía (vamos, que a su lado Mónica Naranjo es Nawja Nimri), pero capacidad para desafinar y subir las notas unas cuantas octavas por encima de lo debido, también. Lorre, por su parte, es un pobre diablo perfectamente inútil como ladrón, secretamente enamorado de la mujer de su jefe y que todo lo que quiere es hacer una vida más o menos honrada sin que la policía le descubra, porque está fugado de la cárcel. El último personaje en disputa es el casero (Rathbone), que, jartito de que lleven un año sin pagarle el alquiler, amenaza con ponerles de patitas en la calle.
El alquiler no lo pagaban no porque fuesen unas ratas almizcleras, sino porque, por una parte, Price se lo gastaba todo en alcohol, y por la otra, el negocio no iba bien. Y eso que eso que los economistas de postín y MBA en Busines Administreixon por la Universidad Cristiana Logos llaman "optimizar gastos" lo tenían por la mano, que llevaban trece años usando el mismo ataud, pero no les venían clientes. Así que, acosado por las deudas, Price, malo maloso como sólo Vincent Price puede serlo, decide que, si no hay clientes, tendrán que usar "tácticas de márketing" más "agresivas" y crearlos ellos mismos. Y para matar dos pájaros de un tiro (bueno, de un almohadonazo), pues qué mejor que empezar con el casero que le está tocando los güelfos...
Y a partir de ahí, sal gruesa. No hay pastelazos de nata en la cara, pero seguro que si en esa época hubiesen hecho making offs y deuvedeses con extras y escenas eliminadas, alguno aparecía. No esperen sutilezas ni contemplaciones. Sal gruesa, mala leche y hostias como panes. Y apariciones especiales, como guest star (y como enterrador) de Joe E. Brown. Yo siempre me he mostrado muy crítico con las películas (entiéndase como tal cualquier formato audiovisual) que basan su (pretendido) humor en ese tipo de gags, pero aquí, como en los primeros chaplins, o Buster Keaton, o Laurel y Hardy, hay una diferencia substancial. Bueno, dos. Por una parte, hay un guión, unos personajes, una trama. Y por la otra, hay un trabajo actoral A-CO-JO-NAN-TE. Vincent Price pasará a la historia del cine, merecidamente, como uno de los mejores y más mefistotélicamente atractivos malvados (no malos malosos, no malos, no malandrines, no villanos: malvados) de la historia del cine (sólo su trabajo en la serie de películas basadas en relatos de Poe que hizo Roger Corman, y estoy pensando especialmente en su encarnación del príncipe Próspero en esa joya carmesí que es La Máscara de la Muerte Roja (1964) bastaría para que su cara debiera aparecer en todas las enciclopedias junto a la definción -al menos en su acepción más filofófica, metafísca y poética, para definciones más prácticas hay otras caras sin duda más adecuadas- del Mal, así con mayúsculas). Sin embargo, aquí demuestra tener una vis cómica absolutamente increible. Sigue siendo malvado, pero es un mal terriblemente divertido. Su actuación como borracho crónico hace pensar si realmente no se pasaría todo el metraje bebido. Peter Lorre, por su parte, también es un reconocido gran actor de papeles serios en cine negro y de terror (Casablanca, M, El Halcón Maltés), pero su actuación aquí resulta de una candidez (hilarante candidez, pero candidez al fin y al cabo) enternecedora. Basil Rathbone (otro gran malvado del cine, que además será para siempre jamás la única cara que pueda tener Sherlok Holmes en pantalla y que nos podamos tomar en serio) está perfectamente comedido los primeros dos minutos que sale en pantalla... y deliciosamente sobreactuado el resto del tiempo, tanto cuando recita a Shakespeare como cuando grita "What place is THIS? " como cuando se convierte en el hermanito mayor de todos los asesinos de stab movies de los ochenta.
Que esa es otra, y que lord Absence, miseñora Angua o monseñor Spaulding, que son los que saben de cine me corrijan si digo alguna tontería, pero no deja de ser curioso que en una comedieta de serie B como esta se encuentren elementos de uso tan común en la producción terrorífica (y lo pongo en cursiva porque terror, lo que se dice terror...) posterior (la escena en que el casero vuelve de la tumba, entra en el sótano de la casa y coge el hacha del tocón parece transplantada directamente de cualquiera de las secuelas de Viernes 13 y derivados, y la del apuñalamiento a través del biombo es la del armario de Halloween y sus plagios), e incluso de películas de calité (la entrada, hachazo en mano a través de la puerta recuerda poderosamente la de El Resplandor). También es verdad, por si hay algún estómago sensible entre la audiencia, que aunque muera hasta el apuntador, sólo hay uno que no resucita (sí, negra como el culo de un grillo, en consonancia con el tono general del humor de la película, pero la peli tiene moralina), y no hay ni una gota de sangre en la horita y media que dura...
En fin. La Comedia de los Horrores. Muchas risas, que es más de lo que se puede decir de muchas otra películas, que ni risas, ni lágrimas, ni pensar ni de ná. Dos euritos y una tarde bien gastados.
Otra DANA, pero diferente.
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Estoy de acuerdo con Juanlu Sánchez quien, en su web de Al día, recuerda
que vuelven a ser horas de mucha tensión en varios puntos del este y del
sur ...
Hace 21 horas
3 comentarios:
Muy buen post... pero la frase de "a su lado Mónica Naranjo es Nawja Nimri" me ha llegado al alma!!!
Suena muy bien.
Tendré que mirar si la encuentro por aquí.
Troy, usted que me ve con buenos ojos.
Urui, eso una novena a santa Mula virgen y mártir, y mano de santo, oyes...
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