El recuerdo que tenía del Mecanoscrito del Segundo Origen de Manuel de Pedrolo estaba profundamente mediatizado por la (espléndida) serie que realizó una primeriza TV3 allá por los ochenta, y lo cierto es que, pese a no haber leído la novela, y recordar tan sólo escenas concretas (a veces aún tengo pesadillas con la entrada del Corte Inglés cuando llegan a Barcelona por primera vez) y el argumento general de la serie, se había convertido en una especie de referente para mi.
Así que cuando la novela salió en la colección de Biblioteca Básica que venía con El Periódico de Catalunya, me la compré. Y pasó a engrosar la pila de libros por leer (que crece y crece, ay). Hasta que me la leí. Y la cagué.
Más que nada, porque cometí el erro de leermela justo después de El dia de los trífidos, con la que comparte muchos puntos en común. Bueno, no tantos. O sí. A ver, básicamente, en ambos casos es ciencia ficción catastrofista. Algo ha venido de fuera (en aquel caso unas extrañas plantas, en este unos extraterrestes de los que no se lleva a explicar gran cosa, por no decir nada), y se ha cargado al 99% de la humanidad. Y los que quedan hacen lo que pueden por sobrevivir.
Pero no hay color.
No me entiendan mal, no digo que la novela no sea buena. Lo es. Está bien escrita. Engancha. El estilo es bueno. La estructura en cuadernos y versículos encaja con lo que se cuenta. Tiene escenas, como cuando se encuentran con la madre enloquecida, preciosas. Las descripciones de la costa mediterránea son maravillosas. El epílogo, donde se explica el por qué del título, es magistral. Pero... Le falta chispa. Los trífidos habían envejecido mal, vale, pero esta es que en ningún momento acaba de despegar. Y además pide demasiado del lector, le exige demasiada suspensión de la incredulidad. Me puedo creer lo de los extraterrestres sin problemas, y lo de que estar debajo del agua te pueda salvar la vida. Pero ya me cuesta más que acepten la situación de una manera tan poco traumática, y que actuen (sobretodo Alba) con la cabeza tan fria en todo momento. Y la todología aprendida en los libros de la que hacen gala, sobretodo en su excursión marítima, no se sostine. Va muy bien para dar pie a la historia, vale, pero de dos adolescentes (en el caso de Diego, prácticamente un niño) que nunca antes habían visto el mar se puedan permitir, sólo con lo que han leido en los libros, hacer un viaje en barco prácticamente de Barcelona a Messina, siguiendo la línea de la costa, sin un sólo percance de importancia... chirría. Mucho. O su habilidad conduciendo tractores. O que puedan sobrevivir tantos años sólo a base de enlatados, porque cada vez que intentan cultivar algo lo acaban abandonando aburridos.
No se, lo cierto es que me ha gustado... pero tampoco mucho. Es una obra curiosa, eso es innegable, pero más como ejemplo de ciencia ficción hecha aquí, y que no lo disimula ni intenta pasar por hecha en otro sitio, como es (desgraciadamente) lo habitual, que por méritos propios. Que los tiene, insisto. Pero quedan demasiado difuminados. Léanselo, si tienen ocasión.
Pero no lo hagan justo después del Día de los trífidos.
Porque no hay color.
Otra DANA, pero diferente.
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Estoy de acuerdo con Juanlu Sánchez quien, en su web de Al día, recuerda
que vuelven a ser horas de mucha tensión en varios puntos del este y del
sur ...
Hace 21 horas
2 comentarios:
Te lo enlazo... junto con las otras "literatura de a veinte pelas el litro" ^^
Leido. Muy corto pero no está nada mal.
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