Pues sí, como se lo cuento. Hoy vamos a hablar de antropología comparada, siguiendo la estela marcada por un post de hace justamente un año. Porque, de nuevo, durante los dias de ayer, hoy y mañana se están haciendo en Catalufia las pruebas de Selectividad, y de nuevo la facultad donde trabajo es sede para los exámenes de un buen grupo de institutos (entre los cuales, Dexo, se cuenta el tuyo. Y no, no me he encontrado a ese engendro llamado Aurelio Caamaño de quien no se puede decir que sea un hijo de puta porque su madre tampoco tiene la culpa de nada, aunque ya podría haberse tomado la buena mujer un anís estrellado para no acabar soltando al mundo un pedo como ese. Porque ni de mierda tiene categoría, que se queda al nivel de pedo), así que he tenido oportunidad de ver de cerca (con interés puramente científico, por supuesto) como vienen las nuevas generaciones. Y no pinta mal la cosa, no...
Y es que si bien la hornada que entra no tienen (y hablo como medias, que de todo hay en la viña del señor, como siempre) la guapura casi insultante que tenían los de hace tres o cuatro generaciones, pero tampoco son los niñatos inmaduros de hace cinco o seis. De hecho, la tónica general es de gente bastante desarrolladita, bastante hecha. Que podían tener dieciocho como podrían tener veintidós, vamos. Y ya he explicado alguna vez que a mi la carne me gusta más bien hecha (vale, el sagnant también puede tener su punto, pero en platos muy concretos y sólo si la sangre la haces brotar tú), así que por mí encantado. También es una generación bastante alta, por cierto, con lo que vuelve a subir la talla respecto al año pasado. Y si en su momento dije que me parecía que esto de la altura media va a hornadas, y que lo de la alimentación y la genética tiene menos peso de la que parece, me reafirmo en mi tesis. Porque si no no tiene explicación. Vale, yo me salgo de la norma, que la mayoría de la gente de mi edad son más bajos que yo (conozco alguno que es más alto, pero bueno). Pero es que la estadística no se hizo para mí. Jo no soc d'eixe món. Guapitos, en su mayoría, tanto ellos como ellas. Nada que se salga de la escala, ningún polvo ambulante, pero bien, peores vistas he tenido que sufrir.
Y si en lo físico les doy un notable (están de exámenes, no? Pues que apechuguen!), en lo estético, que el año pasado suspendían clamorosamente, este año les tengo que dar también un notable. Notable alto, incluso. Y no les doy el sobresaliente porque aún no han logrado (sobretodo ellos) deshacerse del todo de la horrenda estética de surfista-fake que tan en boga ha estado en las últimas temporadas (ya saben, el pelo como si les hubiese lamido una vaca, los pantalones ocho tallas más grandes de lo necesario y un palmo más bajos de lo conveniente si quieres poder andar sin riesgo de romperte la clavícula, los polos soy-pijo-pero-me-visto-de-tirado-porque-soy-cool -eso-sí-de-marca-cara-o-en-su-defecto-imitación... esas cosas), pero se ve que están en ello. Se han visto rapados, moños (en ellas), rastas, alguna que otra tímida cresta (crestas punk, me vengo a referir), trenzas (de las de recogerse el pelo en trenza, no de las de hacer bonito), pelos lacios, cortes normales de los de pasarse el peine y a la calle aún con la legaña puesta, varios casos de patilla de boca de hacha (cosa que demuestra caracter, inteligencia y buen gusto, y no lo digo por nada, amén de que reafirma mi sensación de que esta generación llega bastante bien madurada)... Variedad. Que se agradece. Que el emputonamiento general del año pasado alegraba mucho la vista, sí, pero durante cinco minutos, después cansaba. y en la ropa tres cuartos de lo mismo, variedad. E incluso sentido común. Tejanos de los de toda la vida (y no esos horribles piratas que dañan a la vista), faldas amplias, camisetas de algodón... incluso chándals, se han visto! Y ellas no iban pintadas como pu...ertas, como el año pasado. Y bambas o zapato cómodo, nada de taconazo. Y es que a un exámen (y más a uno tan estresante como es la selectividad) se debe ir, ante todo, cómodo. Que si te tienes que acordar de cómo se calculan los puntos críticos de una función, no puedes estar preocupándote de si se te ve el tanga o si los zapatos te rozan o si el pelo te tapa los ojos y no ves un pijo.
De inteligencia no se cómo van, que tampoco me he parado a escuchar conversaciones y no he visto los exámenes (ni se los resultados, lógicamente), pero en este tema si que no me espero grandes maravillas. Ya saben ustedes que la cantidad de inteligencia de la humanidad como conjunto es un valor constante, y que como cada vez somos más, cada nueva generación toca a menos. Pero en fín, que por lo menos, nos podremos alegrar la vista un año más. Que no es poco.
Otra DANA, pero diferente.
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Estoy de acuerdo con Juanlu Sánchez quien, en su web de Al día, recuerda
que vuelven a ser horas de mucha tensión en varios puntos del este y del
sur ...
Hace 17 horas
3 comentarios:
El día que no trabajes en la universidad te veo haciendo peregrinación cada año para comprobar cómo llegan las nuevas generaciones a la selectividad.
¿por qué ahí tenéis los exámenes una semana más tarde?
Sí, mira, no tendré nada mejor que hacer...
Aquí la selectividad siempre ha sido durante la semana antes de san Juan. Sois los demás los que la haceis en fechas raras.
Si quieres mantener el post como un clásico recurrente, claro que también puedes usar la playa o cualquier calle céntrica.
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