martes, 27 de junio de 2006

El Horror

Hace unos veinte años (año arriba, año abajo, no me hagan mirar las fechas) en este país (que en el momento de escribir estas líneas, sorprendentemente aún no se ha roto, pese a los agoreros) se generó una agria polémica a raíz de que, en un programa infantil de televisión, una bruja postpunk usaba un crucifijo como pendiente. El programa era La Bola de Cristal y la bruja una Alaska pre-recauchutado y pre-icono gai. La dirección del programa (y la de Televisión Española) hicieron caso omiso a las críticas, consideraron lógico y natural que una bruja fuese iconoclasta y usase una cruz como abalorio, y la cruz siguió colgando de la oreja de la bruja. Si pudiesemos hacer correr el tiempo, de forma que estuviese escribiendo esto, pongamos, siete años atrás, conservando el periodo de tiempo de veinte años entre la anécdota y el texto, podría darme el gustazo de enmendarle la plana por completo al tango, y celebrar que veinte años no sólo no son nada, sino que son toda una vida. Varias, a veces. Pero tal y como están las cosas, no estoy tan seguro de poder hacerlo, porque me jugaría el huevo derecho a que si la bruja que sale en los lunnies usase la misma quincalla que usaba la bruja Truca (y no quiero ni pensar en que rapsodiase en la forma y contenido en que lo hacía la bruja Avería, troskista-molotovista de psicología inversa hasta los cables), esos en que ustedes están pensando (Foro de la Familia, Hazteoír, Conferencia Episcopal, PP, FAES y correveidiles varios de la Caverna) ya se habrían quedado roncos de poner el grito en el cielo y exigir por activa, por pasiva y por perifrástica la retirada del programa y la quema en plaza pública de sus responsables. Bueno, eso suponiendo que lo entendiesen, claro, que para entender los guiones de los Electroduendes más allá del chascarrillo neolingüístico-tecnológico hace falta un mínimo de cultura general, cosa de la que han demostrado hartas veces no andar sobrados. El tango tenía parte de razón. Veinte años es mucho tiempo, y en veinte años pasan muchas cosas, pero, en el fondo, veinte años no son nada, y a este país la madre que le parió no se si aún lo reconoce, pero la malvada madrastra que le tuvo secuestrado en un internado de monjas durante cuarenta largos años sin duda podría identificar sin problemas las marcas de las palizas y el síndrome de Estocolmo.

Como viene siendo habitual en mí, no creo que les extrañe, he empezado el post por algo que sólo tangencialmente tiene que ver con lo que quería hablarles. Yo quería hablar de brujas. De demonios. De duendes. De vampiros, fantasmas, hombres lobo, momias, golems, zombies, monstruos variados, caníbales, psicópatas con o sin hacha, alienígenas, asesinos en serie, poseídos, sectas destructivas y destructoras, niñas con poderes psíquicos, gente capaz de hacer que te explote la cabeza con sólo un pensamiento. De cementrios brumosos, criptas embrujadas, iglesias abandonadas, rascacielos acristalados, centros comerciales asediados, mansiones victorianas, parajes arrasados y perfectos vecindarios de casas adosadas pintadas en colores pastel. Del terror como género artístico. Literario, cinematográfico, fotográfico, pictórico, escultórico.

No es casual que hace veinte años uno de los programas con mayor éxito de crítica y público en la televisión de este país (programa que aún se recuerda y se reivindica) pivotase alrededor del terror, de las brujas y de los monstruos, y que actualmente el que es el principal programa infantil que se emite por las muchas cadenas de televisón que hay tenga a una bruja en nómina. A los niños les gustan esas cosas. Porque les dan miedo. Y todo lo que nos da miedo nos gusta. Los abismos más profundos son los que más nos atraen, ya saben. Y, además, durante siglos hemos criado a los niños con historias de terror. No hables con desconocidos en el camino a casa de la abuelita (porque igual son el lobo y se te come viva y entera después de violarte). Haz las cosas bien hechas a la primera (porque si no el lobo derribará tu casa de un soplido). No aceptes regalos de desconocidos (que la bruja puede haber envenenado la manzana, y no siempre hay un príncipe azul dispuesto a violarte mientras duermes y dejarte embarazada). Trabaja duro aunque haga calor y lo que te apetezca sea cantar (porque luego, cuando llegue el invierno, te morirás de hambre). Cuida tu pelo (que siempre va bien para cazar marido, sobretodo si tiene que trepar por él para salvarte). Cuentos de horror, todos ellos. En todos hay brujas, torturas, muertes, gente que vuelve de la tumba, psicópatas caníbales, crueldad innecesaria. Hacemos crecer a nuestras crias en un mundo de horror falso, no sólo para que vayan criando callo para cuando les toque (ley de vida) enfrentarse al horror auténtico, a la vida, sino porque es una forma efectiva de dar ejemplo sobre cabeza ajena. Mira lo que te puede pasar si no te portas bien.

El párrafo anterior lo he escrito en presente, y no se por qué. Porque cada vez se hace menos. Soy de los que opinan que un niño pequeño es lo más sagrado que jamás pueda producir la humanidad (pero mantengalos alejados de mí, por favor...), y que hay que protegerlos contra todo y contra todos. Conciencia racial, supongo. Gen egoista. Nada de lo que yo haga o deje de hacer servirá de una mierda si no hay alguien que lo pueda ver. Pero proteger no implica guardar a los niños en una burbuja de cristal, aislándoles de la realidad, de lo que pasa en la calle. Proteger a un niño no es hacer que no llore. Es hacer que cuando no tenga a alguien para respaldarle, sea capaz de salir adelante por sí sólo. Y para eso no hay más cojones que endurecer la piel, y eso no se hace en un dia. La fustración (por lo que sea) es una putada, sí, pero es una putada con la que van a tener que luchar todos y cada uno de los dias de su vida. Y más temprano que tarde no van a tener a alguien detrás pendiente de sus caprichos, evitándoles la frustación. La soledad es una putada, pero en la vida, en el fondo, estamos solos, y hay que vivir con ello. Por más compañeros de viaje que tengas, cada paso lo tienes que dar tú mismo, y no puedes permitirte el lujo de parar, por más cansado que estés. La muerte de un ser querido es una putada, sí, pero la gente se muere, y un niño pequeño va a tener que velar muchos cadáveres antes de que le tengan que velar a él. Y más vale que sea así, porque si no, mal asunto. Las primeras veces duelen, siempre duelen. Siempre dejan cicatriz, siempre dejan lágrimas, siempre dejan traumas. Pero siempre hay una primera vez. Para todo. Y una herida bien curada siempre cicatriza mejor y deja menos marca que una que no lo está, y cuando son pequeños tienen quien les ayude a curar. Retrasar artificialmente una herida que se va a acabar produciendo, más tarde o más temprano, sólo puede lograr que la cura sea más larga y laboriosa, y la cicatriz mayor. Si cicatriza. Se dice que los niños son de goma. Es mentira. pero siguen siendo mucho más elásticos, tienen mucha más capacidad de adaptación y recuperación, que los adultos. Un golpe sobre una membrana elástica puede deformarla, pero un golpe sobre una membrana rígida la puede romper. Sin embargo, eliminamos los elementos sórdidos de los cuentos, evitamos que los niños vean a los recien muertos, intentamos satisfacer los que creemos que son sus deseos incluso antes de que los manifiesten. Criamos flores de invernadero, aún a sabiendas que fuera truena una tormenta ártica.

Tampoco era de esto de lo que quería hablar, aunque tenga tangencialmente relación. El teclado, que está vivo, me perdonarán. Empecé hablando de brujas, de monstruos, del horror. Y de que hemos eliminado el horror (un horror debilitado, controlado, confinado. Una vacuna de horror contra el Horror) del mundo de los niños (estoy escribiendo desde la próspera Europa, claro. Si hablase desde Palestina, o desde Darfur, o... ya saben, no podría decir lo mismo). Y los hay, y ahora voy al tema, que también les gustaría eliminar el horror (ese horror debilitado, controlado, confinado y falso) del mundo de los adultos. Y lo criminalizan. Ya saben, la culpa de todo la tienen los cómics, el rock and roll, los juegos de ordenador y las películas de miedo. Gente que no siente la erótica del vampiro, la rabia hormonal del hombre lobo o la sensualidad extrema del canibal, que no es capaz de identificarse con el patetismo de Frankenstein (la Criatura) o con el ansia de conocimiento de Frankenstein (el Creador), que no ve la belleza del vals en los salones del Príncipe Próspero mientras los invitados van cayendo muertos por la peste ni el ánsia de vida que lleva a crear los Totentanz, las Danzas de la Muerte, que no se sienten subyugados ante la Reina de la Noche, que no se permiten provocarse pesadillas por miedo a que las pesadillas les maten y que desdeñan el subidón de adrenalina que supone saber que detrás de esa puerta hay un asesino cubierto con una máscara que sólo espera que la abras para clavarte un hacha en mitad de la frente, aun con la seguridad que da el tener una pantalla de cine de por medio. Gente, en fin, que no saben que la única salida del Infierno se encuentra en el centro del más profundo y terrible de sus Círculos, y que para poder salir, has de recorrerlos todos, uno por uno. Que para poder salir a la superficie, ayuda mucho el haber tocado fondo.

Y es que todo lo que les he comentado (y todo lo que quieran añadir) no es Horror. Son pequeños horrores que no sólo son falsos sino que sabemos que son falsos. Son pequeños horrores que pueden asustar, pueden joder, pero son inofensivos. El Horror de verdad es encender la radio de buena mañana y oír el número de muertos en la carretera el último fin de semana. Encender la televisión y ver las imágenes de los últimos llegados desafiando al mar, a lo que les habían vendido como el Paraíso y en realidad será, en el mejor de los casos, el Purgatorio, cuando no directamente el Infierno (de la esclavitud sexual, de la esclavitud laboral, del odio y el desprecio), y pensar en los que, por el camino, habrán llegado al Paraíso, el Purgatorio y el Infierno, pero de verdad. O al menos tan de verdad como su fé les permita. Hojear el periódico y ver las fotos de los últimos masacrados en la guerra, en cual de ellas no importa. Navegar por portales de noticias de internet y leer que han matado a alguien sólo y exclusivamente porque a alguien no le gustaba con quién follaba. Recibir una llamada de teléfono a media tarde para informarte de que una amiga ha muerto por un accidente estúpido. Todo lo demás, todo lo que pueda dar de sí la literatura, el cine, el cómic, la pintura, la escultura, la música... son tonterías. Pasatiempos.

No.

Miento.

Todo no. Hay una obra de ficción que describe perfectamente dónde se encuentra el horror, el de verdad, aquel del que no hay cuarta pared que nos pueda defender. El Corazón de las Tinieblas, de Joseph Conrad. El horror (el Horror) habita en el cauce alto del rio Congo.

Sólo que el rio Congo es el pasillo de nuestra casa, y al señor Kurtz lo vemos todas las mañanas, aún con la legaña en el ojo, en el espejo del labavo.

Todo lo demás, son divertimentos.

Hace 307 posts...

9 comentarios:

Urui dijo...

Veamos, otro libro para la lista de lecturas.

El horror en los cómics se criminalizó en los 50, con la EC, ¿no?

Anónimo dijo...

Creo que como película de horror-Horror, podemos considerar "garaje olimpo"

Deberían verla en todos los institutos

Anónimo dijo...

Joder, Sota, me encanta como escribes, por la razón que llevas muchas veces (no siempre estamos de acuerdo, pero casi siempre si, y eso ya es mucho ;P) y por lo bien explicado que lo haces.

¿No has pensado nunca en dedicarte a la literatura? Por ejemplo a los libros de terror, a escribirlo ;)

Sota dijo...

Urui, es pesado de leer, aviso. Pero uh uh mola. No se si fueron los cincuenta, pero fue cosa del doctor Wertham (el Aquilino Polaino de la época). Y sí, la EC pagó el pato. Pero no era sólo el terror, era el terror, el sexo, la fantasía... las cosas divertidas de la vida.

Anónimo, no la he visto. Me suena a dictadura argentina, acierto? En cualquier caso, puede narrar el Horror, pero no es más que horror. Sigue habiendo una cuarta pared.

Pryrios, eres un pelota. Y quién te ha dicho que no lo hago?

Tony Tornado dijo...

Interesante vuelta de tuerca la de los cuentos clásicos como cuentos terroríficos...

(yo quería ser Rapunzel...Más tarde me flipó Medusa...)

;)

Sota dijo...

Tony, no es una vuelta de tuerca... Es que es lo que son. Cuentos de terror moralizantes. Míratelos fríamente (y quítales los adornos ñoños del siglo XVIII y de (el HORROR) Disney). En todos hay muertos, gente devorada viva, brujas malvadas, princesas emparedadas en lúgubres torreones... Mírate "En compañía de lobos". ESA es la historia de Caperucita antes de que Perrault (creo que fue Perrault) la cogiera por banda y la prostituyera (por cierto, la historia también salía en un Sandman, si no me falla la memoria). En la historia original, la Bella Durmiente no se despierta por un beso del Príncipe Encantador, el Príncipe se la tira mientras está en coma, la deja preñada, tiene gemelos y se despierta cuando los gemelos trepan por encima de ella buscando los pechos para amamantarse... Angua, tu eres la experta en el tema, te lanzo un guante. Iluminanos!

(por otra parte... Rapunzel? Es supergore! Ya sabe JL que le van a tener que romper todas las costillas y sacarle los ojos?)

Anónimo dijo...

Al final no me ha quedado muy claro si de lo que querías hablar era del horror cotidiano, o del libro xD
(libro que, por cierto, como cobarde que soy, seguro que no leo nunca xD. ¡Si hace años con el de El Príncipe de la Niebla tuve pesadillas durante un mes!)

Un apunte sobre Disney a modo de curiosidad: si mi memoria no falla, la película de Blancanieves, tiene a la mala que más miedo me dio de todas las películas. Claro, no es tan brutal como lo que has comentado de la bella durmiente violada y tal, pero...

Hay una escena, en el castillo de la malvadísima, en que la mujer se pasea por un pasillo o una habitación (no me acuerdo), y aparece un cuchillo de estos de cocina clavado dentro de lo que parece una cuna, y se ve sangre. Lo tengo grabado a fuego, aunque igual mis ojos me la jugaron xD, a saber... No he visto nada igual en ninguna película para niños.

Anónimo dijo...

me he equivocado de película... no es en Blancanieves, sino en la Bella Durmiente (película en la que además la tipa hace un ejército de goblins o similares y al final se convierte en dragón...)

Sota dijo...

Del Horror, Norda, hablaba del Horror... El Corazón de las Tinieblas sólo era un recurso estilístico para plantear mi tesis. Y sí, la madrasta de La Bella Durmiente es una de las grandres Malvadas (con mayúsculas) del cine.

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