domingo, 5 de diciembre de 2004

(japos*marcianadas/zen)^Sitges = Izô

Aprovechando circunstancias y que el Eria pasa por Morla, esta tarde me he pasado por el Festival de Cinema Fantàstic de Sitges (y me da igual que su nombre oficial no sea ese, es como siempre lo he conocido, como lo sigo conociendo y como lo conoceré pa' los restos). Mirándome el programa, y teniendo en cuenta las horas de que disponía, la única cosa que me interesaba era Izô: Kaosu Mataha Fujôri No Kijin (en adelante, Izô), de Takashi Miike. Me decidí por esta por encima de la también posible (aunque me hubiese obligado a comer deprisa, corriendo y malamente) CSA: Confederate States of America, una ucronía del palo falso documental donde se explica el "qué hubiera pasado si" la Guerra Civil Americana la hubiese ganado el Sur, y que, así, a priori, pintaba muy bien.

El caso es que, guiado por las críticas que dicen que Miike es poco menos que la Gran Esperanza Amarilla (por lo de que es japo, y tal) del cine de terror, y que todas sus películas son la rehostia en bicicleta y tal (reconozco que no había visto nada suyo previamente, no soy precisamente un gran orientalófilo) y por la sinopsis que da la organización en los programas (copio -bueno, traduzco- textual: Un legendario samurai asesino, crucificado por sus enemigos el 1864, sobrevive a traves del tiempo y del espacio desafiando a los dioses y enfrentandose a guerreros, mercenarios, vampiros, etc. Pinta bien, verdad?), me decidí por la japonesada. No se esperen que ahora les haga una crítica sesuda y bien hecha de la película, que para eso ya están maestros como maese Absence (que hoy habla del tema, también) o maese Spaulding, pero haremos lo que podamos.

A ver, la cosa empieza con un tio mu feo (el tal Izô) atado a una cruz y unos guerreros atravesándole con lánzas hasta que se muere. A partir de ahí, el mismo tio (que por el camino, sin que nadie explique como ni por qué, ha perdido sus barbas de patriarca) matando gente a katanazos, en escenas inconexas entre sí, sin apenas diálogo ni explicación alguna. También se encuentra con una tia que lo primero que hace es echarle mano al paquete (literalmente) y decirle que la folle. Y él, que será asesino, pero es educado y no le dice que no a una dama, pues lo hace. Hasta ahí la cosa iba más o menos bien, no especialmente entretenido (ni gore), pero uno conservaba la esperanza de que la cosa cobrase algún sentido al avanzar la película. Entonces el tio se esconde en una cueva, y van a encontrarlo dos vendedores de casas (!) vestidos de traje y corbata (doble !) que de pronto se convierten en vampiros y empiezan a apuñalarle (triple !) hasta que el se rebota y los mata, pero los deja lo bastante vivos como para que les de tiempo a soltar un discursito así como medio zen.

Luego va y mata a un obispo. De ahí pasamos a una especie de sala de reuniones donde se encuentran los representantes de los grandes poderes fácticos (el Primer Ministro, el General, el Científico, el Banquero...). La gente aplaude cuando sale Kitano haciendo de Primer Ministro. Los Poderes Fácticos hablan de que ha matado el Obispo, pero dicen que el tio no es ningún peligro y pasan del tema. Discursito medio zen por parte de Kitano. Izô, mientras tanto, sigue pasando de decorado en decorado, sin orden, sentido ni argumento alguno, matando gente de forma bastante chusca y con efectos especiales de todo a cien. Mención especial merece la escena en que mata a su madre, cortándola por la mitad, y ella sigue hablando apoyada en dos árboles mientras sangra y el sale huyendo, asustado. Sigue Izô con su recorrido, haciendo sonidos guturales, y matando ora unos pandilleros, ora unos militares, ora un grupo de colegialas que gritan como banshees de ojos rasgados, ora una columna de yakuzas, ora las novias de drácula versión extremo oriente (en esta escena sale teta), ora unos ciudadanos que pasaban por allí y que se dedican a hacer discursos zen mientras le preguntan que por qué les va a matar, ora un grupo de yuppies que le piden clemencia y que en lugar de salir huyendo tan lejos como sea posible cuando al tio se le cruzan los cables y se pone a dar machetazos, empiezan a correr en círculos hasta que el tio se los carga.

Como pueden suponer, a la media hora (de las dos largas que dura la película) ya me había dado cuenta de que aquello era una marcianada que no había por donde pillarla, desconecté la neurona y me puse a vegetar y disfrutar de las imágenes bucólicas e idílicas (que otra cosa no, pero imágenes estéticamente bellísimas las consigue, el Miike de los cojones). Aún así, fui capaz de enterarme de que, en tres o cuatro ocasiones, y sin que nadie entienda por qué (las canciones están traducidas, pero divagan entre el surrealismo y el dadá estricto) sale algo así como un cantante folk con guitarra y MUY asmático (da la impresión de que se ahoga en cada frase, lo cual combinado con la pronunciación propia del japonés hace un efecto más que... patético), que la primera vez te pilla a contrapié y no sabes qué pensar (es cuando aún estás intentando encontrarle un sentido a la película), la segunda provoca la hilaridad del respetable (ovación incluida al acabar la larguíííííísima canción) y a la tercera estás ya desenado que lo pille el Izô por banda y haga sopa juliana con él. De vez en cuando vuelven a salir los poderes fácticos, cada vez más preocupados, diciendo que se está convirtiendo en un demonio. La transformación en demonio básicamente se basa en que el tio va cada vez más despeinado, más sucio, se pone la máscara que lleva Robin en Batman Forever y sufre un ataque de paperas. También sale una especie de geisha despeinada que dice ser el amor de la vida de Izô y lo va siguiendo por todas partes. Algo de razón debe tener, porque a esta (y al puto cantante pseudo-folk, por desgracia) no se los carga. De vez en cuando, un secundario suelta un comentario medio zen. Izo mata a un negro cachas en una escena en inglés en el original y subtitulada en japonés, que nadie se acordó de subtitular en castellano y/o catalán (la película era en japonés subtitulada en inglés, con subtítulos extra en castellano y en catalán, en un panel de estos de bombillas), y el negro le da las gracias por haberlo liberado.

Al final, Izô decapita a todos los Poderes Fácticos en el mismo escenario en que lo crucificaron al principio, sale el tio que lo mandó crucificar, se pelean, y el otro acaba crucificado y muerto. Sale un haiku que no tiene nada que ver con la película en pantalla. Discursito con aroma zen sintético. Títulos de crédito. La gente huye despavorida de la sala.

Me preguntarán por qué si la peli era tan mala (que lo es, no hay por donde cogerla, y además es leeeeeeeeeeeeeenta) no me fui de la sala y aproché el tiempo en mirar el mar desde el Baluart, que siempre es una delicia y además tiene un guión más currado. Por dos motivos básicos: Yo no tenía acreditación y tuve que pasar por taquilla (y los siete lerdos que me costó la broma dolían), y además estaba en mitad de una fila y no tenía salida ni para un lado ni para otro.

En fin, que si quieren ustedes arriesgarse, es cosa suya. Seguro que hay quien considera que es una gran peli, que es cool y que es una auténtica POM (Puta Obra Maestra). Pero ya les digo yo que, si en lugar de ser japonesa, fuese europea (y no les digo ya española), no habría crítica que no hablase de lo malo que es en general nuestro cine.

Vaya marcianada, por dios...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No dés ideas, que a lo mejor algún director español se pone a filmar pelis en chino cantonés, para que no podamos decir que son un bodrio infumable so pena de ser tachados de imperialistas que no respetamos la diversidad de culturas, lenguas..., que son muy capaces .

¿Así que tenemos un posible nuevo John Woo (siempre adoraré The Killer, pero despues solo salvo la de Cara a Cara, y eso que aún estoy cogiendo fuerzas para ver MI2, no tengo arreglo) pero en plan místicismo?.

Por eso yo me pongo siempre en una fila central bien pegadito al pasillo, por que gastar pasta tontamente duele, pero malgastar tiempo de tu vida así jo** mucho más.

Logan-X out

Sota dijo...

Pues no se, porque, salvo error u omisión, no he visto nada de John Woo. Las pelis de toñas nunca me han llamado especialmente la atención...

Por otra parte, tampoco es como para decir que he perdido el tiempo. Ver esa película es una de esas experiencias que hay que pasar, como que te arranquen una muela, pasar el sarampión o que te planten por otro. Jode, pero curte.

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