jueves, 23 de diciembre de 2004

Sodomía creativa

Dicen, los que saben de estas cosas (o, al menos, eso he oido hoy en la radio) que ciertas especies de monos, como por ejemplo los de Gibraltar (macacos sin rabo, si no me falla la memoria y el Google) tienen algunas costumbres sociales harto curiosas. Por ejemplo, en un grupo donde haya machos y hembras, cuando aparece el macho alfa de la manada, el resto de machos, en lugar de huir, hacer como que no están o enfrentarse a él en uno u otro sentido, como es la costumbre general en los mamíferos (pienses si no en sus relaciones personales), lo que hacen es darse la vuelta y mostrar ostentosamente sus posaderas, demostrando así su disposición a ser sodomizados según al capomafiossi de la manada le venga en gana. Y no hablo de que sean macacos homosexuales, sino de que se trata de un comportamiento para demostrar la sumisión como cualquier otro.

Curioso, verdad?

El dato vino porque estaban hablando de Gibraltar, que es un tema que está de moda porque el gobierno ha decidido intentar una nueva via de diálogo que no se había intentado nunca, para desenquistar el problema que llevamos arrastrando españoles y británicos (más los españoles, para qué engañarnos) desde hace un par de siglos. Problema del que no pienso hablar hoy, entre otras cosas porque me la trae más que flojísima.

Pero tirando del hilo de los macacos, me he encontrado con otro nudo que lo une con el de los políticos. El de la sodomía, que, a raiz de lo oido esta mañana (que no aseguro que sea cierto, no es mi tema y tampoco me he parado a comprobarlo, pero si non é vero é ben trobato), no sólo es un comportamiento sexual, sino también un comportamiento social y político. Tampoco es que sea nuevo. En castellano hace mucho tiempo que expresiones como "bajarse los pantalones" (de claras connotaciones erotico-festivas) o "poner el culo" se usan para expresar sumisión. Pero los macacos han ido un paso más allá, traspasando el plano de lo semántico para ir a la literalidad. Cuando el macho dominante entra en la habitación, todos los demás se deben bajar los pantalones y enseñarles el culo, para que este haga uso y abuso si le apeteciera o apeteciese. Es un comportamiento no sólo aceptado, sino cuasi se diría obligatorio.

Y a uno le vienen a la cabeza ciertos polítiquillos de la escena nacional, y sus desplantes a la oposición en general y al pueblo en particular (y a ciertas víctimas del terrorismo en concreto, señora Manjón, siempre a sus pies), sus es un complot contra nosotros, sus amenazas cuando no se hacen las cosas como ellos quieren, incluso llegando a poner fechas y ultimátums, sus definiciones de miserables y malos ciudadanos a quienes no piensan como ellos (y, consecuentemente, ponen su culo a su disposición), sus si no se hace como yo digo, es que se está haciendo mal y usted es un inútil... bueno, ya ven por donde voy, verdad? Pues eso. Que parece ser que hay ciertos personajillos que reciben sueldo de diputado (y no me duelen prendas en dar nombres propios, estoy pensando en gente como Acebes, Aznar, Zaplana, Rajoy...) que se han quedado, en lo que a evolución conductual se refiere, a la altura de los monos de Gibraltar. Que como ellos se creen los machos alfa de la manada, si no se les guiña el ojete cuando llegan, se consideran con derecho a desencadenar la Ira de Dios sobre los infractores que no lo hacemos.

Y que me perdonen los macacos.

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