Hay un viejo adagio legal que dice algo así como excusatio non petita, acusatio manifesta. Estoy de acuerdo con él. Habitualmente, cuando alguien empieza una frase con un “yo no tengo nada contra [añádase lo que proceda], pero...”, puedes jugarte el huevo derecho a que tiene algo contra [añádase lo que proceda], y mucho, y es consciente de ello, pero le da vergüenza confesarlo. Ídem de lo mismo cuando, hablando de política, se lleva a la boca cada cinco palabras términos como “democracia”, “constitución”, “consenso”, “pueblo” o “lucha contra la corrupción” (del otro, se sobreentiende). Tururut. Un demócrata no necesita tener al esclavo detrás en los desfiles repitiéndole el hominem te esse memento mientras le sostiene la corona de laurel para poder acabar convenciéndose a si mismo de que es un demócrata, à la Göbbels, y poder intentar engañar al incauto que tiene delante.
Por otra parte, el abajofirmante tiene formación de científico, y la deformación profesional le lleva a necesitar plantear sistemas cerrados, donde todas las entradas y salidas estén controladas. Para poder emitir un juicio, necesito todos los datos disponibles.
Les suelto este rollo lleno de latinajos de todo a cien porque el post de hoy lo tengo que empezar (lo de antes era sólo introducción) con una disculpa que nadie me ha pedido, y que probablemente a nadie importe, pero que, a mi modo de ver, es una entrada de información importante relativa al tema, y por tanto, debe ser tenida en cuenta para entender lo que digo, por qué lo digo y cómo lo digo.
En mis 28 años largos de vida, sólo he hecho botellón una vez. El Septiembre pasado (con los 28 ya más que cumplidos), en Sevilla. Y técnicamente, me llevaron a él con nocturnidad y alevosía, no fui yo. (Por cierto, a mis sevillanos y mis sevillanas, un beso con lengua donde más os apetezca, que sabéis que os quiero un montón). No cuento, por supuesto, como botellón, el beber alcohol en terrazas legalmente establecidas, el hacerlo en la calle durante fiestas populares (fiestas mayores, carnavales, fines de año, etcétera), ni el hacerlo en playas alejadas de la mano de dios (Sant Sebastià o la Nova Mar Bella, en Barcelona). En el primer caso porque parece ser que el hecho que estas terrazas paguen impuestos da una suerte de bula papal que hace que a los vecinos no les moleste el ruido (cosa curiosa, porque es de dónde más quejas hay, pero se ve que a los Ayuntamientos, mientras les llenen las arcas, tururú, salvo, claro está, que se trate de un burdel en el portal de al lado del del señor alcalde, -léase Bailén 22-, que entonces es un horror y hay que hacer algo con urgencia), en el segundo porque como suelen ser fiestas organizadas por los ayuntamientos, pues se ve que a los vecinos tampoco les molesta, y en el tercero, porque se ponga como se ponga el señor Joan Clos VanDamme y el grupo popular (entiéndase del partido, no del pueblo) en el Ayuntamiento de Barcelona, es algo que a) se lleva haciendo desde que se tiraron las murallas, y probablemente de antes, b) no hay viviendas, en ninguno de los casos mencionados, en un radio lo bastante amplio como para que se pueda molestar a nadie, y c) si no hubiesen hecho retirar los cubos de basura que a tal efecto se encontraban en las playas, y que te obligan a, si quieres tirar una lata, sea de noche o de dia, irte hasta el paseo y buscar una papelera (que con toda probabilidad estará llena hasta los topes, porque siempre lo están), no se ensuciaría la playa con ello.
Una vez planteada la situación (y dada la excusa no reclamada, si así lo desean), pasemos a hablar del botellón del pasado viernes. Y empecemos, como mandan los cánones, condenándolo. Sí, señores del PP, condeno el terrorismo de ETA. Es más, condeno el terrorismo venga de donde venga. Es más, condeno cualquier forma de violencia venga de donde venga, y a ver cuándo les vemos hacer lo propio. Hominem te esse memento, que ya sabemos todos que son muy demócratas y muy antifranquistas, Hominem te esse memento. Me voy del tema. Condeno, como digo, toda clase de violencia, venga de donde venga. Y lo del viernes, en Barcelona (y en menor medida, en Salamanca), fue violencia, por parte de una banda de descerebrados hijos de puta que se merecen todo mi desprecio y que no tienen ninguna justificación ni paliativo. Y no me refiero a la policía, precisamente, aunque tenga más que serias dudas sobre lo adecuado de su actuación en este caso, más que nada porque no hace falta ser ningún experto en psicología inversa para darse cuenta de que es lo que los malnacidos que se dedicaron a asaltar tiendas estaban esperando, que apareciese la policía para autoexcusarse (porque una mirada mínimamente crítica demuestra que no tienen excusa posible) y montar el pollo. Los mismos malnacidos que aparecen en cuanto se junta gente y montan el pollo a las primeras de cambio. Pero no adelantemos cosas, que eso lo quiero tocar después.
Lo condeno también por lo que tiene de descerebrado el quedar con desconocidos con la única excusa de emborracharse. Y aquí entro en lo que comentaba ayer, que no se hasta qué punto a lo del viernes se le puede considerar botellón. Porque, tal y como yo lo entiendo, un botellón es cuando te vas a beber, en un lugar público no destinado a tal efecto, con amigos (amigos, amados, colegas, amistades, conocidos. Algún dia tengo que explicar largo y tendido mis teorías al respecto). Claro está que esos lugares son limitados y por tanto diversos grupos pueden y suelen coincidir en ellos, y que la dinámica de grupos humanos hace que sean lugar susceptibles de permitir el conocer a desconocidos (con lo que, una vez en la categoría de “conocidos”, pueden ir subiendo, con tiempo y una caña, en el escalafón, hasta la de “amados”), e incluso, si la situación es propicia y ese dia tienes los dioses de cara, acabar metiéndola en caliente (o dejando que te la metan en caliente, a gusto del consumidor, que luego me acusan de discriminar). Pero no quedas directamente con desconocidos.
También es verdad que decir que se queda “para beber” es simplificar demasiado, porque el beber no es condición sine qua non. Suele ser habitual, vale, pero es que estamos hablando principalmente de adolescentes, y los adolescentes, pásmense señores, suelen tener una carencia casi se diría que innata (por si alguien no se ha dado cuenta, estoy en MODE IRONIC) por beber, endrogarse y tirarse a cualquier cosa que se ponga a tiro. Pero la principal función del botellón no es tanto la de emborracharse como la de socializar. Otra cosa es que, en nuestra sociedad, la socialización pase por el alcohol, cosa que parecen no querer entender esas mentes bienpensantes (y que parece que no piensen) locos por salvarnos la vida a costa de cortarnos el cuello, que se anulan, se atribulan y su horror no disimulan ante la imagen de un joven a una botella pegado mientras cantan loas al maravilloso vino español, cierran negocios con una copa de wiskey y descorchan botellas de cava (catalán o no, en función de que estén por el boicot o aún conserven media neurona en funcionamiento) a la que tienen la menor fruslería por celebrar. Lo que en mi pueblo se llama hipocresía, vamos. Dije antes que consideraba que el beber en la playa (en determinadas playas, al menos) no lo consideraba botellón, pero dado que nuestro wonderfuloso ayuntamiento parece que sí lo hace, permítanme poner, al corte de ejemplo, que un servidor se ha pasado noches enteras de botellón en la playa a base de agua, y que los que conmigo estaban, el que más se bebió dos latas de cerveza. Sinceramente, suelo beber (bastante) más cuando voy a una discoteca o simplemente a cenar, y acabar en un estado francamente peor y que puede comportar más molestias a los vecinos y más suciedad (aunque los que me conocen pueden atestiguar que no suele ser la situación, soy un personaje más bien comedido y controlo bastante la cantidad de alcohol que me aguanta el cuerpo, de nuevo excusatio non petita), pero, como dije también antes, parece ser que, si donde bebo es dentro de un local que paga sus impuestos, a los vecinos no les causo molestias de ningún tipo, así pote y me mee en todos los portales de la comarca del Barcelonés.
Llevo más de dos páginas a Times New Roman 12, y no he dicho aún ni la mitad de las cosas que quería decir... Mañana sigo.
El PP vende otra moto.
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*El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo junto a varios
barones autonómicos del partido.*
Así titulaba David Torres el pasado lunes en ...
Hace 9 horas
2 comentarios:
Que sepas que me encanta este post!
Por favor, sigue mañana!
Oido cocina!
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