Infantiladas

Les explico. Hoy lunes (cuando ustedes lo lean, seguramente será martes) mi sobrinita cumple dos añitos. Y aunque se niegue a darme un beso si no es previo soborno con un osito de goma (que me gustaría saber quién le ha inculcado esa costumbre), a mi se me cae la baba mucho. Así que el viernes por la tarde me dirigí a comprarle el regalo. Como sea que tiene juguetes como para poner una tienda y más ropa de la que se puede poner (aparte de que siempre he estado en contra de esa horrible costumbre de regalar ropa a los niños, que eso ni es regalo ni es ná), decidí tirar por lo audiovisual. Que tampoco es plan de, con dos añitos, regalarle... mejor me callo, que esto lo lee el padre de la criatura (saluda, Xavi!).

Y como que ya he dicho alguna vez que considero que, dado que los niños van a acabar traumatizados sí o sí, y que por tanto vale más que los traumatice alguien que los quiera y que pueda controlar el trauma, pensé en regalarle algo que lleva traumatizando a media humanidad desde hace más de medio siglo: Blancanieves y los siente enanitos (con esa terrible Bruja Maléfica) y Bambi (con la escena más traumática de la historia del cine). Cine infantil, buen cine y, para qué engañarnos, cine freak. Que a los niños hay que encaminarlos desde pequeñitos en el buen camino.

Pues no pudo ser. Porque Disney tiene una curiosa política comercial, que es sacar cada X años una edición de todos sus clásicos con gran bombo y platillo... Y luego descatalogarlos. Y lo más antiguo que fui capaz de encontrar fue La Sirenita o Mulan. Que si me hubiesen dicho La Bella y la Bestia (peliculón), pues vale, pero... no era eso lo que quería. Oh, perdón, también estaba La Cenicienta, pero tenías que comprarla en un pack con una secuela chunga. Que ni p'atrás, oigan. Así que, gracias a las (malas) artes de algún experto de márketing que ese día debía estar mal follado y de resaca, la niña tendrá que esperar. Y ya veremos cuanto. Porque yo ahora me había hecho a esa idea y estaba dispuesto a pagar lo que me pidieran (dentro de un orden) por esas películas, y el año que viene... ya veremos. Y me gustaría que alguien me explicase qué lógica puede tener esa política, porque si hay dos películas que, de tenerlas siempre en stock, se irían vendiendo constantemente, serían esas dos. Eso sí, de Les tres bessones, todo lo que quieran. LTB en el campo, LTB en la playa, LTB en las mil y una noches, LTB contra Drácula, LTB contra Santo el Enmascarado de Plata, LTB se meten a putas... Y me niego. Son personajes perversos.

Y aquí se me complicaron las cosas. Porque la opción Teleñecos estaba descartada, que aunque se que le encantan, baila con las canciones y salta, grita y aplaude cuando sale Gustavo vestido de capitán de barco (que BUENA es Los Teleñecos en la Isla del Tesoro, no me cansaré nunca de decirlo), su padre ya las tiene todas (y no me pasa copias de seguridad, ejem!). Pero revolviendo entre la sección de "infantil" de la FNAC (que, por cierto, que de mierda le ponemos a los niños en la tele y con qué alegría, y luego nos quejamos de cómo salen), me encontré con La bruja novata, que yo recuerdo como una película bastante amable, a la estela de Mary Poppins, mezclando animación e imagen real y que tenía su coñita. Y la prota es Angela Lansbury, que siempre es un plus. Y se me encendió una bombillita en la cabeza. La cogí, y me dirigí al mostrador para preguntar. Y no. Mary Poppins, descatalogada. Y Chitty, chitty, bang, bang (otro musical de la época, así clásico, amable, infantiloide y freak), no sabían ni qué era.

Así que, resignado ya a regalarle sólo La bruja novata y una taza de Winnie the Pooh (que es un personaje odiosamente encantador) para que desayune, me encontré con Dentro del Laberinto. Y me dije "pues pa' freak, yo, coño". Y se lo compré. Que con dos años se quedará en los muñequitos del maestro Henson y la historia de la princesita y el bebé, si la ve dentro de cinco años se dará cuenta de la historia, y si la ve dentro de diez... verá a David Bowie. O a Jennyfer Conelly, lo que le apetezca. Y más feliz que una perdiz. Y así, el año que viene, Legend, el siguiente Cristal Oscuro, y cuando cumpla los cinco, pues La matanza de Texas. Por seguir la progresión.

Pero no me quito de la cabeza la idea de que no he podido comprar lo que quería, ni en primera ni en segunda opción, por culpa de una política comercial incomprensible...

EDIT: Al final sí encontré Mary Poppins. Así que la niña tuvo tres películas tres, y un tazón de Winnie the Pooh. Bueno soy yo.

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