Con su permiso de ustedes (y si no me lo dan, me la sudan, cierran el navegador o cliquean en alguno de los enlaces que hay aquí a la izquierda y que les llevarán -los que funcionan, ay, a ver cuando me pongo y modernizo la lista, que ni son todos los que están ni están todos los que son- a otros fantabulosos blogs todos los cuales merecen ser leídos a diario y religiosamente, pero que sepan que se van a perder un post la mar de interesante y jugoso) voy a seguir un poco con la tónica que empecé hace ya casi un año (cómo pasa el tiempo) en estos dos posts. La de tirar piedras contra mi propio tejado de aficionado a la ciencia ficción clásica (porque cosas como Matrix no pueden considerarse como ciencia-ficción. De hecho no pueden considerarse como nada que no sea bosta de camella), echando por tierra, con argumentos científicos y razonados, algunos de sus planteamientos clave.
Así que me permitirán que hablemos de comida (ya que estoy de currito en un departamento de Nutrición, aprovecharemos, no?). De la ya clásica y absoluta y definitivamente pop imagen de la comida en comprimidos, un concepto que ha creado escuela y que ha quedado en el imaginario popular como el concepto de "la comida del futuro". Te tomas una pastillita y es como si te hubieses comido un plato de ensalada de la huerta, un lacón con grelos y una tarta al wisky helada, todo ello regado con vinos de la tierra. Pues vayan borrándolo de su memoria, porque es imposible.
No digo que técnicamente no se pueda hacer, porque, aunque a día de hoy probablemente no lo sea (que por lo que yo se, no lo es), pero sin duda en un futuro más o menos próximo lo sería, pero es que hay otros problemas que hacen la idea totalmente inviable.
Comenzando por el factor antropológico. La comida tiene una clarísima e importantísima función biológica, eso es innegable. Si no comemos, primero nos sentimos mal, y luego nos morimos. Es lo que tiene ser un ser vivo basado en el carbono. Pero también tiene una función antropológica. Comer, al menos en las sociedades más o menos desarrolladas y más o menos ricas (y cabe suponer que una sociedad donde se pudiesen hacer esas pastillas debería ser altamente desarrollada y tener un potencial económico más que elevado, después lo explico) es, ante todo, un placer. Y en las menos desarrolladas también. Todo el arte gastronómico y culinario nace en origen de la necesidad de conservar y desparasitar alimentos, pero rápidamente se desvía de ese sentido primigenio para pasar a ser una forma de mejorar su sabor y, a partir de cierto grado de refinamiento social, su aspecto (lo de "comer con los ojos" no es sólo una frase hecha, un cochinillo de Burgos tiene que parecer un cochinillo de Burgos, no una hamburguesa con queso, y un cocido tiene que parecer un cocido, no un cilindro de gelatina del tamaño de un dedal acompañado de dos hojas de lechuga en un plato de medio metro de diámetro, diga lo que diga Ferràn Adrià. Y si no, piensen en la cantidad infinita de formas de presentar la pasta -pastas rellenas a parte-: macarrones, espaguetis, tallarines, espirales, galets, ruedas, fideos... todo es lo mismo, y todo es diferente!). La riqueza gastronómica de la humanidad no se ha creado sólo en función de la necesidad de no criar tenias y tener comida disponible incluso fuera de época de cosecha o cuando no se podía ir a cazar, ni de la disponiblidad de unos u otros ingredientes. Y eso se perdería en el momento en que los nutrientres se concentrasen en una píldora. Eso, y la función socializadora que siempre ha tenido la mesa, y que en este país hemos elevado a la categoría de arte con conceptos como el aperitivo y la sobremesa (que en cualquier reunión familiar que se precie, se alarga casi hasta la cena, pero qué les voy a contar a ustedes que no hayan sufrido en sus carnes durante cualquier Navidad). Por no hablar de la desaparición de cosas como las cenas románticas, comidas de negocios, cenas de empresa o de amigos, banquetes para celebrar las cosas más peregrinas... Piénsenlo, cuántas cosas han celebrado en su vida que no hayan empezado o acabado ante un plato (mayor o menor) de comida? Pues nada, todo eso habría que tirarlo a la basura.
Ya he comentado en el párrafo anterior otro de los problemas, que sería el económico. Todos esos productos (las pastillas de las que hablábamos, recuerdan?) tendrían que ser, necesariamente, manufacturados industrialmente. Eso creo que es obvio. Peeeero eso no significaría, en absoluto, acabar con la ganadería y la agricultura, porque sus componentes no se pueden conseguir de la nada, y aún en el caso (más que improbable) de que se descubriese una forma de sintetizar moléculas bioequivalentes a los nutrientes (hidratos de carbono, lípidos, aminoácidos, minerales biodisponibles -porque los minerales, por sí solos, no se absorben, han de estar complejados con moléculas, habitualmente proteinas, para que el cuerpo los pueda metabolizar y aprovechar-, vitaminas, etcétera) que fuese sencilla y barata, y con eso quiero decir que fuese más sencilla y más barata que la agricultura y la ganadería de-toda-la-vida (e, insisto, eso sobrepasa mis capacidades de suspensión de la incredulidad, que ya les digo yo que son ámplias), seguiríamos dependiendo de la minería para conseguir las materias primas. Es decir, que al coste actual de producción, distribución y almacenamiento se le añadiría un sobrecoste de procesado tendente al infinito. La distribución y almacenamiento a posteriori serían más simples al ser productos más estandarizados, más estables y de volumen más reducido, sí, pero todos los problemas que hay actualmente se seguirían manteniendo. Y dudo mucho que lo segundo compensase (ya ni planteo que lo mejorase) lo primero. Así que si hay algún neofeud entre el respetable que esté leyendo esto y que, haciendo gala de la estupidez característica de entre los de su clase, consideraba que el argumento primero podría ser rebatible en aras de una mayor eficiencia y competititividad, a cagar a la via. Económicamente, sería un desastre de proporciones cataclísmicas.
Tercer problema, el agua. Supongo que todos ustedes han oído infinidad de veces que hay que beber entre un litro y medio y dos litros de agua al día. Eso es verdad, pero no es toda la verdad. El cuerpo humano necesita, como promedio, de la entrada de unos tres litros de agua diarios. La diferencia con lo que nos recomiendan beber se cubre con el agua que contienen los alimentos, y que el cuerpo aprovecha. Pero cuando lo que quieres es reducir volumen (y para meter alimentos en cápsulas necesitas reducir su volumen al máximo) lo primero que eliminas es el agua. Porque (a) ocupa mucho espacio, y, sobretodo, (b) es un caldo de cultivo imprescindible para la gran mayoría de microorganismos que, o bien son patógenos, o bien colaboran en que la comida se estropee, o las dos anteriores, y que proliferan en los alimentos frescos. Y aquí nos salimos por completo del campo de la ciencia-ficción para entrar de lleno en el de la realidad cotidiana, porque el secado (y más modernamente el liofilizado) son técnicas de uso más que cotidiano, desde las ciruelas secas, las pasas y los orejones (uvas y albaricoques o melocotón secados al sol) a la comida que llevan los astronautas de la Estación Espacial Europea, pasando por el bacalao (donde se combinan el secado con el salado) o los platos de pasta precocinada. Pero, y volvamos a la ciencia-ficción, si esas comidas no las reconstituyes (como se hace con la pasta preparada o hacen los astronautas) con agua, sino que te la tragas tal cual, vas a seguir necesitando ese litro o litro y medio de agua extra que no estás ingiriendo junto con los alimentos, porque el cuerpo la necesita para funcionar. Y, cuando a día de hoy ya le estamos viendo las orejas al lobo con el tema "agua potable" y estamos viendo que no disponemos de toda la que necesitaríamos, imagínense si encima incrementamos necesariamente un 30% el consumo de agua de boca. Cagada pastor.
Y hay aún un último motivo por el que sería imposible. Probablemente, además, el más importante. Pero con su permiso, y como veo que esto se me alarga mucho, lo dejo para mañana.
El PP vende otra moto.
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*El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo junto a varios
barones autonómicos del partido.*
Así titulaba David Torres el pasado lunes en ...
Hace 25 minutos
6 comentarios:
Entonces el comentario también para mañana.
ME apunto. Pero adelanto que realmente es una cuestion escabrosa...
Pues como (casi siempre) tienes bastante razón en (casi) todo. Pero, y a riesgo de ser Malthusiano, o encontramos una solución de este tipo o mucho me temo que la humanidad no verá un nuevo siglo.
Aunque me da que aunque encontremos una solución para el tema del papeo para todos, tampoco vamos a ver otro siglo, o sea que...
Urui, jo...
Noe, escabrosa? De momento estoy hablando de comer. Si eso lo encuentras escabroso, qué dirás cuando empiece a hablar de cagar...
John, creo que no has entendido el texto. Una "solución" de ese tipo no evita riesgos malthusiaos, porque sigues necesitando producir materias primas, y estas van a seguir siendo tan limitadas como ahora (con el crecimiento que permita el avance de la técnica en agricultura y ganadería, claro). Es más, el problema se empeoraría, porque aumentaría en mucho la cantidad de residuos (toda la parte de los alimentos que no es nutriente esencial serían residuos). Y seguiría empeorándose el problema del agua. Y si no vemos otro siglo (ey, yo no tengo ninguna intención de verlo, qué aburrimiento) no será por problemas de comida, actualmente se produce comida para alimentar al doble de la población que tiene el planeta. Pero está mal repartida. y ahora, que me llamen rojo.
Sota: rojo! (Que lo has pedido tu, eh? O:) )
Respecto al post: Me da la sensación de que si al final la comida fuera sustituida por esas capsulitas cienciaficcionísticas, me moriría de la depresión... ¿Qué sería de mí sin las manzanas y plátanos frescos, sin las tortillicas de patata, sin la pizza jugosa que hace mi señora madre, sin...?
Arf, ahora tengo hambre xD.
A cenar toca.
Norda, y negro también. En cuanto al resto, claro ejemplo que la función antropológica de la alimentación. La comida como placer, no como alimento...
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