jueves, 7 de septiembre de 2006

Ciudad muerta

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A estas alturas del curso no creo que sorprenda a nadie si me declaro públicamente como antinacionalista. Y permítanme que matice, porque la neolingua que nos venden desde determinados partidos políticos y la mayoría de los medios de comunicación le ha dado a esa palabra unas connotaciones que no sólo son inmerecidas y erróneas, sino que son insultantes. Con "antinacionalista" no me refiero a que esté en contra de los denominados "nacionalismos periféricos" (en mi caso, concretamente, sería básicamente el catalán). De hecho, ni siquiera que esté en contra de los nacionalismos en general, porque considero que defender lo propio, cuando lo propio es bueno, nunca puede ser malo. El problema es cuando hay tontoslapolla que defienden lo propio aún cuando es objetivamente malo, y rechazan lo que viene de fuera aún cuando es objetivamente bueno. Y si bien puedo entender que, a igualdad de condiciones, se prefiera lo antiguo a lo nuevo (porque las costumbres, como la lengua de tus padres, como la música que escuchas de pequeño, como la gastronomía, como la forma de vestir, como cualquier otra vertiente de la vida social y cultural, imprimen carácter, y es un carácter derivado en gran parte de la tierra donde se originan esas costumbres, esas comidas, esas músicas y esos platos, que son los que son y no otros muy probablemente porque con las condiciones de esa tierra y con los frutos que da de forma natural son los únicos que pueden ser); y si bien defiendo fervorosamente que cualquier manifestación cultural, del signo que sea y por minoritaria que pueda ser, debe ser defendida, potenciada y cultivada, especialmente en su lugar de origen, y siempre y cuando no atenten directa o indirectamente contra la dignidad humana (y sí, el maltrato gratuito a animales atenta contra la dignidad humana), de necios es el no aprovechar todas y cada una de las posibilidades que nos encontremos en nuestro camino por este valle de lágrimas. No se si lo he dicho ya alguna vez (probablemente, me repito más que el ajo), pero ante toda esa panda de paniaguaos que tanto se preocupan y tanto se mesan los cabellos ante la amenaza para nuestras costumbres que suponen los inmigrantes (y lo mismo me da que me hablen de argelinos en París, de chinos en Madrid o de andaluces en Barcelona), lo único que puedo contestar sin que se me caliente la boca y acabe diciendo algo de lo que podrían arrepentirse es que mientras esa amenaza venga en forma de comidas, de bebidas, de bailes, de canciones, de cuentos, de fiestas, de oportunidades para que la gente hable, baile, se relacione y se toque, bienvenida sea como agua de Mayo, oigan. Que buena falta nos hace. Y para que un misántropo rematado como yo defienda esto, pues imagínense hasta qué punto tengo que estar convencido. Además, el nacionalismo ha dado joyas de la humanidad como la catedral de Pisa o la música de don Manuel de Falla, y sólo por eso la palabra (el concepto) ya debería quedar limpia de toda mácula o connotación negativa.

Cuando digo, pues, que son antinacionalista a lo que me refiero es a que estoy en contra del concepto de "nación". Nación, país, estado, como lo quieran llamar. Son términos sin sentido. Las naciones, entendidas como el conjunto de gente con una herencia cultural similar (así, grosso modo), existen, sin duda, pero no sólo se soperponen como las capas de un hojaldre (y en el mismo número indeterminado, además), sino que sus límites son más difusos que los de un orbital molecular. Yo que soy? Catalán? Leonés? Castellano-leonés? Andaluz, puesto que me crié rodeado de hijos de a inmigración andaluza, y gran parte de la cultura popular que recibí en mis años mozos fue andaluza? Español? Europeo? Y entonces por qué tengo más cosas en común, más inputs culturales idénticos, más aspiraciones compartidas, con gente de Madrid, de Valencia, de Las Palmas, de París, de Udine, o de (me atrevo a poner la mano en el fuego, sin riesgo de quemarme) Berlín, Nueva York, Istambul, Buenos Aires, Sao Paulo, Tokio o Camberra, que con mi vecino de enfrente, que fue a mi mismo instituto? Me siguen?

No soy nacionalista, y no entiendo que alguien pueda serlo (y por eso son antinacionalista, porque no entiendo que es una "nación". Y de nuevo matizo. Podría entenderlo en un mallorquín. En un maltés. Islas relativamente pequeñas, de población relativamente homogénea y donde realmente existe una frontera real. Hay un punto donde se acaba la tierra y empieza el mar. Y nótese que he dicho "un mallorquín", no "un balear". Porque con que pasemos de Mallorca a Ibiza, la tierra cambia, la cultura cambia, y la supuesta "nación" se desdibuja irremediablemente (dejando aparte el hecho de que Ibiza no es balear, sino pitiusa, pero bueno). Yo lo que soy, lo único que soy, lo único que quiero ser y lo único que puedo ser, para ser coherente conmigo mismo, en este tema, es ciudadano. Porque las ciudades existen, son reales, tienen límites bien definidos (siempre hay un punto en que se acaban las casas y empieza el campo) y tienen personalidad propia. E imprimen esa personalidad a sus habitantes. Uno puede saber en qué ciudad está, a poco que la conozca, ya no mirando los edificios o las placas de las calles, sólo viendo la gente y cómo se comporta. Si no recuerdo mal, en biología se define a un ser vivo como aquel que tiene capacidad de crecer por si mismo, de reproducirse y de comunicarse. Y las ciudades hacen las tres cosas. Están vivas. Crecen, compiten con otras ciudades por los mismos nichos ecológicos (económicos), se comunican entre sí mediante rutas comerciales, se comen las unas a las otras, envían colonos a zonas deshabitadas para reproducirse, y, tarde o temprano, mueren, asesinadas por otras ciudades o por simple vejez y/o desidia.

Soy un enamorado de las ciudades, sí. De la mia en particular y del concepto en general. Y precisamente por eso (y permítanme que me circunscriba al caso barcelonés), me revientan cosas como que la gente (barceloneses de toda la vida que van de barcelonautas por la vida) se quede pasmada cuando se entera que en la vila (que no barrio) de Gràcia hay una plaza dedicada al pueblo romaní (en román paladino, gitano), pese a que Gràcia (la novena ciudad más grande de España en el momento de su anexión por parte de Barcelona) haya sido, desde el momento de su fundación y hasta la anexión, un pueblo gitano, creado y habitado por gitanos (y por eso salió de allí, y no de otro sitio, la rumba de ventilador, mal llamada "rumba catalana"), o que las excavadoras que hicieron el Fòrum intentasen acabar, con la bendición del alcalde, no sólo con el barrio, sino incluso con el recuerdo del Somorrostro (barrio marinero de clase muy baja) y del Sot del Migdia (que fue campo de fusilamiento durante la postguerra), porque "no hacía bonito", o que seamos cuatro los que recordamos que el cementerio que se encuentra entre Taulat y Carmen Amaya no es "el Cementerio del Poble Nou", sino el Cementerio de la Ciudad, porque fue el que se construyó para dar cabida a los cuerpos de los camposantos intramuros a raíz de que Isabel II (o la regente María Cristina, ahora mismo dudo) mandase sacar los cementerios de los cascos urbanos para evitar epidemias de peste y cólera, o que hayan dejando que los teatros y los cabarés del Paral·lel se hayan ido muriendo de asco (con casos sangrantes como los del Arnau, el Café Español o, sobretodo, el Molino) mientras se gastaban ingentes cantidades de dinero en un mamotreto inútil y desaprovechado como el TNC. Porque esos sitios, esas situaciones, esas gentes y, sí, esos muertos, son parte de la ciudad, de su historia, de su personalidad. Son sus entrañas. Y por mucho que quieras vestirla después con joyas carísimas de mucho diseño y pésimo gusto, como la torre Agbar o el rascacielos-engendro que están construyendo en Pere IV, si le arrancas las entrañas, lo único que harás será vestir a un cadáver (no se por qué de golpe me ha venido a la mente el principio de Anarcoma II. Bueno, sí, los que lo hayan leído lo entenderán). Y las momias están muertas.

Y por eso esta mañana me he puesto de muy mala leche cuando me he enterado leyendo el periódico que el Excelentísimo y Magnífico Ayuntamiento de Barcelona (y es cosa del nuevo ministro de Indústria, Joan Clos Van Damme, no de su heredero, que los humoristas debieron dar palmas con las orejas cuando se enteraron del trabajo que les habían ahorrado al nombrar como heredero a alguien que se apellida Hereu -que es heredero, precisamente) este verano ha hecho cerrar, en virtud de la normativa de civismo, dos locales míticos de Barcelona: El Cangrejo (café-teatro que llevaba casi un siglo en funcionamiento, y base de operaciones en los últimos años de Carmen de Mairena) y, pásmense, La Paloma.

Una sala de baile que llevaba desde el siglo XIX en funcionamiento. Que se había logrado reinventar a sí misma para sobrevivir y atraer a público joven, alternando sesiones "tradicionales" y sesiones "modernas". Que se había convertido, hasta cierto punto, en local de referencia dentro del mundo de la música electrónica, y donde podias escuchar a... no se, Björk, mientras admiraban decoración noucentista (mucho mejor cuidada y mucho más bonita que la del Apolo, por cierto). Y lo han chapado. Así. Sin más. Su puta madre.

Antes he dicho que las ciudades se matan entre sí, que en ocasiones se devoran las unas a las otras, que a veces se mueren simplemente de viejas. Barcelona no. Barcelona lo que tiene es un parásito, un cáncer que se la está comiendo por dentro, poco a poco. Su propio ayuntamiento.

Mal rayo les parta.

(y quería hablar también de lo de la censura a Rubianes en Madrid, pero casi que me he alargado ya demasiado)

Hace 307 posts...

10 comentarios:

Anónimo dijo...

¿¿¿¿¿????? ¿La Paloma? ¿Se han vuelto completamente locos o es una venganza personal? ¿O acaso será la aplicación definitiva de que "no hay vida por debajo de la Diagonal"?

Tanto gilipollas y tan pocas balas.

Urui dijo...

Así sin mirar.

¿Esos locales no deberían ser los que recibieran las subvenciones del ayuntamiento que hicieran falta para adecuarlos a la normativa de civismo esa y así mantenerlos abiertos por su valor histórico?

¿podría también atreverme a añadir que en la ciudad hay 100 bares sin aislamiento acústico que no dejan dormir y, sin embargo, siguen abiertos sin que ningún fulano ayuntamiental se digne a firmar su cierre fulminante?

Sota dijo...

Anónimo, cualquiera de las tres. O combinaciones lineales de las mismas. También está la opción "son tooooooooontos y no tienen ni puta idea (ni les interesa en lo más mínimo) de lo que es la ciudad".

Urui, sí y sí. Directamente.

Urui dijo...

Weee. Celebraré mi triunfo corriendo con la camiseta sobre la cabeza.

Las ciudades y la gente serán distintas, pero la tontería en las Administraciones es una constante universal.

Sota dijo...

Urui, en la oficina? Saca fotos! Y cuélgalas en el blog!

ZJ, no creo que sea por eso. El chou de Carlinhos Brown lo repitió, y dudo muncho que la niña a la que tan afanosamente le miraba el escote la primera vez (que lo ví yo, y aún no se por qué no me arranqué los ojos) le diese mucha chance...

Urui dijo...

Hoy no estoy en la oficina, es la no-se-qué de la Virgen y tenemos fiesta.

Jep dijo...

Según decía el periódico, La Paloma sólo la han cerrado temporalmente unas semanas porque los vecinos estaban hasta los cojones de que no respetaran horarios y l'enrenou que fotien. Hacer reformas es difícil y caro y ya lo han intentado varias veces.

Sobre la otra sala, ni idea.

Sobre el circunloquio antinacionalista, parece metido con calzador, o la Paloma es la excusa

Au, salut

Sota dijo...

Plam, "cierres temporales" también fueron los del Molino, el Arnau o el Akelarre. Los dos primeros, te puedes pasear por el Paral·lel para ver cómo están. El Akelarre, no, porque con la coña del Districte 22-Garrofa lo han tirado al suelo. Y lo siento, pero un "cierre temporal" no se hace en la época de máximo negocio (turismo a tope y vacaciones universitarias). En cuanto a lo del ruido... Que hay algún concejal que tenga su casa por ahí? (permítame dudarlo, teniendo en cuenta el barrio en que está, que no es nada fash), porque teniendo en cuenta la cantidad de quejas diarias que tienen los habitantes del barrio (proxenetismo salvaje, droga, inexistencia de servicios de limpieza, que la policía no se pasa por allí ni de casualidad...) que justamente hayan ido a empezar por eso... que quieres, me suena a Bailén 22.

Lo del nacionalismo lo puse porque me dio la gana ponerlo, que el blog es mio y me lo follo cuando quiero, porque es verdad, y porque quería explicar de forma unívoca y sin dejar lugar a dudas el por qué me jode tanto que esa panda de iletrados que juegan con Barcelona como si fuese el SimCity, sin importarle en lo más mínimo su historia ni su carácter, se la estén cargando poco a poco, con nocturnidad y alevosía.

Algún problema?

Jep dijo...

Vale, pero alguien que no tenga ni idea leyendo este blog puede llevarse la vaga impresión de que estas salas ya seguro que no volverán a abrir nunca más.

Y no, ningún problema, cada uno hace lo que le sale de los cojones con su puto blog. Sólo era un comentario.

Au, salut

Sota dijo...

pero alguien que no tenga ni idea leyendo este blog puede llevarse la vaga impresión de que estas salas ya seguro que no volverán a abrir nunca más

Que es precisamente lo que me temo, y a los antecedentes me remito: Molino, Arnau, Scenic Barcelona-Studio 54-Café Español, Akelarre, Cines París, Avenida de la Luz, Cine Catalunya... Vamos, que me parece que los únicos que han tenido "cierres temporales" de estos y luego realmente han reabierto son el Bikini y la sala KGB...

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