El sábado volví al cine. Divo "volví" no sólo porque hacía mucho que no iba, sino porque además volví físicamente a un cine en el que pasé muuuuuchas horas muertas en tiempos (en una época de mi vida en la que tenía incluso menos vida social que ahora, y en la que iba como mínimo una vez por semana) y al que había dejado de acudir no sólo porque se abrieran otras salas en un radio razonable (en román paladino, que se pudiese llegar a pie) de mi casa, y no sólo porque mis visitas al cine se furon espaciando cad vez más en favor de otros... divertimentos. Y me acordé de cual fue el tercer motivo que me impulsó a dejar de ir ahí. Básicamente, mi tolerancia al garrulismo, a la estupidez y a la falta de respeto tiene un límite. Y los habituales de los cines de Montigalà lo superan con creces. Que cuando te metes en una sala donde se va a proyectar una peli de miedo, la gente de gritos de histeria ya con los trailers (y no estoy hablando de "estamos de coña y aún no ha empezado la película", no, hablo de gritos en plan "joder, que susto!") ya indica que las cosas no van tan bien como deberían ir, pero cuando entra una parejita de garrulos pelocenicero, a media película, cargados con suficientes palomitas como para alimentar a toda Biafra durante un año, hablando en un tono de voz normal (entendiendo como tal el que se usaría para hablar en una calle con tráfico), se pasan media peli diciendo cosas como "joder, tia, que no tengo cobertura en el movil, vaya mierda!" (literal) en el mismo tono de voz, y salen a comprar más comida cuando la peli está en pleno clímax, uno empieza a pensar que igual la Solución Final no era tan mala idea, y que simplemente se equivocaron de objetivo. Y ese tipo de pensamientos me joden mucho, qué quieren.
He hablado de los trailers. Evidentemente, lo de los gritos no era porque estuviesen haciendo el anticipo de la próxima película de Meg Ryan (aunque la visión de esta también podría provocar más de un infarto, pero...), sino que eran de pelis de miedo. Bueno, no, el primero era el de X-Men III. Que no pinta mal. El uniforme que le han puesto a Fénix no me gusta, y el Ángel no me parece el Ángel (lo siento, pero si hay un personaje de indudable heterosexualidad en el universo mutante, del que ni siquiera JotaCé sería capaz de encontrar algo descontextualizable, ese es Warren Kenneth Worthington III, y el actor que han puesto para interpretarlo no desentonaría para nada en el Babylon), pero bueno, tampoco me parecía en principio una buena caracterización la de Lobezno, y a la larga me ha acabado encantando (la de Magneto, en cambio, me sigue chirriando mucho), así que... les doy el beneficio de la duda, de momento, que la saga hasta ahora se ha ganado el derecho de tenerlo. Para que luego me llamen intolerante y canónico amargao. Los otros dos sí que eran de pelis de miedo: "Maleficio", una de posesiones demoníacas en los Estados Unidos del siglo XIX (con Donald Sutherland y Sissy Spacek, una actriz a la que idolatro desde que logró que me cagara vivo viendo Carrie, y que tiene la que debe ser la cara femenina más rara de la historia del cine), que no pinta mal del todo, y el remake de Las Colinas tienen Ojos, que tiene muy buena pinta. Y que aquella tropa de gilipollas (no confundir con el garrulo, estos sólo eran gilipollas) les asustó mucho.
La peli en sí (Slither: La plaga, de James Gunn, uno de los papás de el Vengador Tóxico) es lo que dice el título. Una serie B, simpática, resultona, decente, bien hecha (aunque da la impresión que tanto efecto especial por ordenador ha hecho que se haya olvidado el arte de las maquetas y los maquillajes de FX, porque sobretodo las escenas del principio chirrian cosa mala)... y venida del espacio exterior. Un meteorito cae en un pueblo lleno de freaks (desde luego, los que hicieron el casting tenían una mala leche escogiendo que no se la acababan), cuyo jefe de policía es Nathan Fillon (es decir, Caleb, es decir, Malcom Raynolds, es decir, yo, y que por cierto parece que se está encasillando en el papel de cabrón inocentón de respuesta rápida ingeniosa), lo cual ya es un motivo para ver la película. Del meteorito sale una especie de gusano raro y baboso que pica al marido de la chica de la película (a la cual, como no, estaba a medio ponerle los cuernos, y de la que, como no, el jefe de policía está encoñado de toda la vida), el tipo empieza a convertirse en un alien viscoso y con tentáculos, y... pasan cosas.
Original, original, no es. A ratos recuerda a Tiburón (sobretodo en las apariciones del alcalde, que también recuerda sospechosamente al alcalde Quimby de los Simpson), a ratos a Vinieron de dentro de (aunque no haya nada ni de lejos tan incitador del vicio y la depravación como Barbra Stele), a ratos a Slugs, muerte viscosa (supongo que a estas alturas ya habrá quedado claro que las babosas mutantes -del espacio exterior- tienen un papel importante en la trama, con estas referencias), a ratos a Dick Tracy, a ratos a Society, a ratos roba descaradamente escenas de La noche de los muertos vivientes... Incluso hay una escena que no se si está inspirada en la primera Pesadilla en Elm Street (la escena de la bañera, con la mano de Freddy acercándose peligrosamente a la protagonista) o en el inicio de Átame (con el buzo de juguete acercándose peligrosamente a la protagonista... pero con intenciones diferentes de las de Freddy, claro). Un pastiche, vamos. Pero ya les digo yo que es divertido, está bien hecho, tiene un guión ágil, algún que otro destello gore debidamente distribuido, visualmente es correcto, los actores están bien... qué más quisiera más de un Matrix que tener todo eso. Y, además, contiene algo que es muy difícil de encontrar en el cine (y más aún en el cine yanki) de hoy en dia: mueren niños. En pantalla. Y se vuelven zombies-poseídos-por-el-extraterrestre-de-turno. Shit yoursef little parrot.
En el debe sólo puedo poner una cosa, y es que ya no estamos en los ochenta, y no hay problemas para mostrar evisceraciones o explosiones de cuerpos hiperhinchados de los que salen miles y miles de babosas, pero ay de tí como se te ocurra enseñar un pezón. Y es que cualquier serie B de marcianos que se precie debe tener su porción de piel en pantalla, que no sólo de tripas vive el hombre, y aquí no la hay. Ni un triste pezón, ni un triste culo, ni nada. Ni en la escena de la bañera. A ver, que las escenas de inseminación por parte del alien no hace falta echarles mucha imaginación para relacionarlas claramente con un polvo (con sus orgamos y todo), pero... Que no, que que a la suripanta del pueblo le claven dos tentáculos acabados en una especie de pincho en la tripa, o que intenten hacer lo mismo con el jefe de policía, no es lo mismo, oiga.
Le doy un siete. Que por lo menos, me entretuvo. Y era lo que andaba buscando.
El PP vende otra moto.
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*El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo junto a varios
barones autonómicos del partido.*
Así titulaba David Torres el pasado lunes en ...
Hace 7 horas
3 comentarios:
¿Esas pelis las ponen en cines normales?
ZJ, pues para pasar el rato intrascendente no está mal... Y fui a Montigalà porque empieza las sesiones un cuarto de hora más tarde que la Maquinista, que son los dos que tengo cerca, y a la Maquinista no llegaba. Que no eres el único que se queda dormido!
Urui, salvo Society y Slugs, que creo que fueron directas a vídeo, me parece que sí, que todas las demás se han estrenado en cines perfectamente normales... Por?
Porque en Valladolid no ponen nada parecido a eso.
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